La pol¨ªtica cient¨ªfica de Espa?a / 2
Podemos decir, sin tecnicismos y en t¨¦rminos muy simples, que una pol¨ªtica cient¨ªfica nacional requiere el planteamiento de los objetivos a alcanzar, la financiaci¨®n y utilizaci¨®n de los medios necesarios para lograrlos y la evaluaci¨®n de los resultados que se obtengan para, de acuerdo con los mismos, modificar los objetivos iniciales, si ello fuera necesario.En este planteamiento debemos considerar, al menos, tres niveles de acci¨®n: el superior, de planificaci¨®n pol¨ªtica y financiaci¨®n, que corresponde al Gobierno un nivel de planificaci¨®n t¨¦cnica, con establecimiento de prioridades, distribuci¨®n de recursos y evaluaci¨®n de resultados, y, finalmente, un tercer nivel de ejecuci¨®n de proyectos de investigaci¨®n. La necesidad de conexiones entre los tres niveles es evidente, ya que sus acciones han de basarse en una informaci¨®n mutua, fidedigna y fluida, pero han de ser independientes y jerarquizados. La decisi¨®n pol¨ªtica, filaci¨®n de objetivos, la planificaci¨®n t¨¦cnica para llegar a ellos y la ejecuci¨®n de los proyectos de investigaci¨®n no deben estar en un solo organismo independiente, y a¨²n menos en las mismas personas. En contra de este principio, lo que sucedi¨® en el Consejo Superior de Investigaciones Cient¨ªficas fue que los propios directores de los proyectos de investigaci¨®n fijaban los objetivos de su pol¨ªtica personal y autoevaluaban sus resultados. Esta forma de proceder hizo que durante casi veinte a?os la primera generaci¨®n de hombres del CSIC fracasara en el desarrollo de una pol¨ªtica nacional de investigaci¨®n.
Creaci¨®n de las Comisiones de Pol¨ªtica Cient¨ªfica, Asesora de la Presidencia y Delegada del Gobierno
En una segunda etapa se intent¨® estructurar en otra forma la investigaci¨®n cient¨ªfica, creando, en febrero de 1958, la Comisi¨®n Asesora de Investigaci¨®n Cient¨ªfica y T¨¦cnica, ¨®rgano asesor de la Presidencia del Gobierno en la programaci¨®n y desarrollo de los planes de investigaci¨®n cient¨ªfica t¨¦cnica de inter¨¦s nacional. Pasaron cinco a?os antes de que se creara, en 1963, el ¨®rgano espec¨ªfico a quien deb¨ªa asesorar la citada Comisi¨®n Asesora. Este ¨®rgano, la Comisi¨®n Delegada del Gobierno de Pol¨ªtica Cient¨ªfica, ten¨ªa como finalidad orientar y coordinar la pol¨ªtica del Estado en el fomento de la investigaci¨®n cient¨ªfica.
En un per¨ªodo de cinco a?os, entre 1958 y 1963, quedaron establecidos los tres niveles de acci¨®n necesarios para el desarrollo de una pol¨ªtica cient¨ªfica, pero en forma paulatina y sin sujeci¨®n a un modelo coherente. El ¨®rgano a quien compet¨ªa el primer nivel de accion la Comisi¨®n delegada del Gobierno, no ha funcionado; a lo sumo, se ha reunido un par de veces desde su creaci¨®n. No es de extra?ar, por tanto, la desorientaci¨®n e incoordinaci¨®n del Estado en lo referente a pol¨ªtica cient¨ªfica durante el r¨¦almente pol¨ªtico anterior. La Comisi¨®n Delegada del Gobierno para Pol¨ªtica Cient¨ªfica no supuso por ello ninguna modificaci¨®n en las funciones que ejerc¨ªa con anterioridad su ¨®rgano gestor, la Comisi¨®n Asesora... Ello hizo que, a pesar de haber sido estructurados los tres niveles de acci¨®n necesarios para el desarrollo de una pol¨ªtica cient¨ªfica, de hecho volvieran a fundirse en un solo organismo.
Control por el CSIC de la Comisi¨®n Asesora
Pero, a su vez, al ser creada la Comisi¨®n Asesora, con la finalidad de asumir funciones anteriormente atribuidas al CSIC, no se delimitaron bien las de este organismo. Con ello, tanto la Comisi¨®n Asesora como el CSIC ten¨ªan la misma funci¨®n de fomentar, orientar y coordinar la investigaci¨®n cient¨ªfica nacional. Era tan evidente en aquellos a?os la identificaci¨®n de una pol¨ªtica de un grupo con la de una pol¨ªtica cient¨ªfica nacional, que la duplicidad de funciones de los dos organismos, legislada y en vigor, se resolvi¨® entre bastidores por los protagonistas de la pol¨ªtica secreta, caracter¨ªstica de entonces, constituyendo la Comisi¨®n Asesora sobre la base de una selecci¨®n de miembros del CSIC. En ella figuraban representantes de todos los patronatos del CSIC, siendo su secretario el del mismo CSIC, asistido por sus servicios administrativos. En su constituci¨®n no figuraba ning¨²n representante de la universidad: ?Por lo visto, ¨¦sta no ten¨ªa nada que opinar sobre la investigaci¨®n cient¨ªfica en Espa?a! La preeminencia del CSIC se mantuvo a todo trance. Hab¨ªa un solo representante del INI, y cuando, en contra de los gustos del grupo dominante, se legisl¨® la incorporaci¨®n de dos m¨¢s, el presidente de la Comisi¨®n Asesora no se molest¨® en darles posesi¨®n, ?luego reorganiz¨® la Comisi¨®n y se les excluy¨®!
La constituci¨®n de la Comisi¨®n Asesora elev¨® a un nivel superior el mismo defecto fundacional del CSIC: los dos primeros niveles de acci¨®n, planificaci¨®n pol¨ªtica y t¨¦cnica, financiaci¨®n, ejecuci¨®n y evaluaci¨®n estaban de nuevo en las manos de responsables del tercer nivel, el de ejecuci¨®n de proyectos de investigaci¨®n. No es, pues, de extra?ar que en esta segunda etapa Espa?a continuara sin una pol¨ªtica cient¨ªfica nacional, ni tampoco, que, al socaire de la estructura descrita, crecieran algunos centros de investigaci¨®n, al servicio de las especialidades representadas en el ¨®rgano ¨²nico de planificaci¨®n, financiaci¨®n y evaluaci¨®n de la investigaci¨®n cient¨ªfica.
No es nuestra intenci¨®n buscar, con fines reivindicativos, a los responsables del lamentable estado de la investigaci¨®n cient¨ªfica en Espa?a, pero es indudable que tienen nombre y apellidos... Deben recordar que su doble gesti¨®n, en la Comisi¨®n Asesora y en el propio CSIC, ha dejado a ¨¦ste en un estado de confusi¨®n total, indefensos y frustrados a sus mas j¨®venes investigadores, precisamente su grupo m¨¢s valioso, y a Espa?a, en una situaci¨®n ca¨®tica en el campo de la investigaci¨®n cient¨ªfica. Puede servirles de excusa el poco inter¨¦s del Estado por la investigaci¨®n cient¨ªfica, reflejo, al fin y al cabo, de la ausencia de un clima cient¨ªfico favorable en la sociedad espa?ola, situaci¨®n que hasta recientemente no ha variado con nuestro nuevo r¨¦gimen pol¨ªtico. Ya dentro de ¨¦l, la Comisi¨®n Delegada del Gobierno ha seguido sin reunirse, la universidad y la investigaci¨®n cient¨ªfica fueron olvidadas en los pactos de la Moncloa, y la Comisi¨®n Asesora, que no ha sido modificada hasta muy recientemente, no s¨®lo no corrigi¨® su ineficacia, sino que la llev¨® a grados insuperables, al no convocar entre 1976 y 1980 la distribuci¨®n del Fondo Nacional de Investigaci¨®n, en la que se basan la mayor parte de los proyectos de investigaci¨®n... En esta situaci¨®n -los ¨®rganos responsables del nivel de ejecuci¨®n, en especial la universidad y los propios centros de investigaci¨®n del CSIC, iban al garete. Su deterioro progresivo ha provocado recriminaciones mutuas, cr¨ªticas a todos los niveles, perturbaciones interiores y reivindicaciones m¨²ltiples.
La universidad, marginada
La universidad no ha podido crear una infraestructura m¨ªnima de investigaci¨®n, y los fondos de que dispone para ese fin han sido y siguen siendo rid¨ªculamente insuficientes. No es de extra?ar que la emigraci¨®n de los j¨®venes investigadores formados en la universidad vaya en aumento progresivo y que el des¨¢nimo y sentido de frustraci¨®n de ellos y de sus maestros alcancen ya grados de extrema peligrosidad para el futuro del pa¨ªs. Lo asombroso es que, a pesar de esta situaci¨®n, en Espa?a han existido excelentes investigaciones, tanto en el CSIC como en la universidad y en otros centros de investigaci¨®n sectorial, as¨ª como en el extranjero. Sin embargo, no todos los universitarios, ni todos los cient¨ªficos del CSIC, ni los de otros centros de investigaci¨®n, ni muchos de los que proceden ahora del extranjero, son aut¨¦nticos investigadores. Algunos se comportan como funcionarios de escalaf¨®n, pasivos, cuando no claramente derrotistas, pretendiendo justificar en la carencia de medios su propia ineficacia. Una pol¨ªtica cient¨ªfica nacional tiene que basarse en nuestros recursos humanos y requiere, por tanto, identificarlos objetivamente. No se debe pretender con ello individualizar a los que, por su curriculum, podr¨ªamos considerar improductivos, sino situarlos en condiciones tales de trabajo que su ineficacia no admita excusas.
Creaci¨®n del Ministerio de Universidades e Investigaci¨®n
El a?o 1979 aparece como referencia para el posible desarrollo de una pol¨ªtica cient¨ªfica nacional, hasta entonces irrealizable, ya que en abril de ese a?o se crea el Ministerio de Universidades e Investigaci¨®n, que se constituye en el ¨®rgano central de investigaci¨®n cient¨ªfica, pues no s¨®lo la Comisi¨®n Asesora pasa a depender del mismo, sino que siguen bajo su jurisdicci¨®n los dos organismos b¨¢sicos de ejecuci¨®n, la universidad y el CSIC. La Comisi¨®n Asesora ha sido tambi¨¦n reestructurada en fecha reciente, con lo que parece que entramos en una nueva etapa, que pudiera ser decisiva. La situaci¨®n y el momento son ideales por las posibilidades de cambio que se dan en un nuevo sistema pol¨ªtico y operativo. No puede el pa¨ªs perder esta oportunidad. Por ello no es de extra?ar que los investigadores y, en general, la sociedad demanden informaci¨®n acerca de la pol¨ªtica cient¨ªfica que se pretende llevar a cabo y de los medios disponibles para ello.
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