La democracia en directo
Adem¨¢s de la democracia directa, es decir, aquella en la que los ciudadanos participan directamente en los debates y votaciones sobre materias de inter¨¦s com¨²n, y de la democracia representativa, en la que la participaci¨®n popular se realiza a trav¨¦s de representantes libremente elegidos, ha surgido una tercera forma de democracia que podr¨ªa denominarse la democracia en directo y que es posible gracias a las nuevas y m¨¢s modernas t¨¦cnicas de los medios de comunicaci¨®n social, en especial la televisi¨®n. Esta democracia en directo presenta una importancia pol¨ªtica y sociol¨®gica de innegable inter¨¦s. Merced a ella el pueblo Presencia en vivo tanto el desarrollo de los debates parlamentarios como la intervenci¨®n de sus representantes en las discusiones pol¨ªticas y legislativas, valorando por s¨ª mismo el resultado de dichos debates y la actuaci¨®n de cada uno de los que intervienen en los mismos.Esta nueva dimensi¨®n de la publicidad parlamentaria tiene la ventaja de acercar y hacer m¨¢s familiares y pr¨®ximos a los pol¨ªticos y a sus electores; y al propio tiempo ofrece a la opini¨®n, p¨²blica un blanco mucho m¨¢s directo para el elogio y para la cr¨ªtica.
Los ciudadanos de la democracia en directo no necesitar¨¢n en lo sucesivo recurrir a las interpretaciones de los comentaristas y cronistas parlamentarios para valorar y enjuiciar la actuaci¨®n de sus representantes en las Cortes.
La visi¨®n en directo permite a los ciudadanos valorar y juzgar, sin intermediario alguno, la capacidad dial¨¦ctica y de improvisaci¨®n de sus representantes; su grado de preparaci¨®n e incluso sus reacciones psicol¨®gicas y emocionales; sus gestos y actitudes.
Es esta presencia en vivo, que descubre los m¨¢s insignificantes detalles y matices en el desarrollo de las sesiones del Parlamento, la que permite a cada ciudadano sacar de las mismas sus propias y personales conclusiones.
El Parlamento se ha acercado, gracias a la televisi¨®n, al pueblo; y el pueblo se ha sentido, tambi¨¦n, interesado en seguir m¨¢s de cerca las incidencias parlamentarias, lo que constituye un dato verdaderamente positivo.
Ahora bien, el Parlamento no puede ser simplemente un espejo de la realidad, debiendo aspirar a ser, propiamente, un modelo de la misma.
Como se sabe, el espejo refleja la realidad; pero el modelo aspira a transformarla y a conformarla de acuerdo con su tipo o patr¨®n de conducta y comportamiento pol¨ªticos.
Que la realidad se vea reflejada en el Parlamento es importante; pero lo es mucho m¨¢s que el Parlamento proyecte sobre la realidad unas normas que configuren un sistema de relaciones y de organizaci¨®n m¨¢s solidario, m¨¢s justo y m¨¢s progresivo.
Ahora s¨ª que podemos decir que en el Parlamento se ver¨¢n reflejadas las caracter¨ªsticas e idiosincrasia de las fuerzas m¨¢s representativas del pueblo espa?ol y que de la altura y nivel de competencia que demuestren aqu¨¦llas depender¨¢ el grado de preparaci¨®n pol¨ªtica de ese mismo pueblo al que representan.
Ya los parlamentarios no podr¨¢n volver la espalda a los problemas m¨¢s acuciantes de la vida espa?ola, porque quedar¨¢n en evidencia ante quienes les contemplan y comprueban de ciencia cierta su demagogia, irresponsabilidad o ineficacia.
Y otro tanto cabe decir respecto de la actuaci¨®n de los miembros del ejecutivo ante el Parlamento, que son igualmente observados y juzgados directamente por la opini¨®n p¨²blica, con la inauguraci¨®n de lo que venimos denominando democracia en directo.
La vida del parlamentario ha adquirido, pues, una nueva servidumbre y, al mismo tiempo, una mayor grandeza con la inauguraci¨®n de este nuevo sistema de la democracia en directo. Ahora el Gobierno del pueblo, por el pueblo y, para el pueblo de que hablaba Lincoln, ser¨¢ tambi¨¦n un Gobierno a la vista del pueblo.
Ahora no s¨®lo el legislativo fiscaliza y controla al ejecutivo, sino que tambi¨¦n el pueblo fiscaliza y controla, a su vez, tanto al legislativo como al ejecutivo, merced a la transparencia parlamentaria que se produce mediante la proyecci¨®n en directo de dichas actividades.
Es innegable hacer constar que este avance t¨¦cnico representa una novedad pol¨ªtica de primera magnitud. En efecto, los pol¨ªticos se enfrentan a partir de ahora con el veredicto popular y ello les obligar¨¢, sin duda, a un mayor rigor y escr¨²pulo en el cumplimiento de sus compromisos y deberes representativos. Y esto supone dotar a la democracia de una autenticidad y profundidad muy superiores a los derivados de los simples comunicados, referencias o notas expositivas de lo tratado y discutido en el ¨®rgano representativo de la voluntad soberana del pueblo.
Por tanto, actualmente no basta ya con exigir que la pol¨ªtica se desarrolle con luz y taqu¨ªgrafos. Ahora lo que se pide y demanda es algo m¨¢s: la democracia en directo.
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