La crisis bancaria y el Fondo de Garant¨ªa de Dep¨®sitos
En un art¨ªculo reciente, mi compa?ero el diputado Luis Solana ha tenido el m¨¦rito de avivar la discusi¨®n abierta de un tema del que ha sido, hasta hace poco, insuficientemente consciente la opini¨®n p¨²blica espa?ola: el de la crisis de cierto n¨²mero de bancos y las actuaciones institucionales que se requieren para afrontarla. Graves dificultades han afectado a entidades que pueden suponer el 5% de los dep¨®sitos totales de la banca y, en modo alguno, cabe descartar que alcance en el futuro a otras empresas o grupos de empresas financieras. Aunque coincido con Solana en la preocupaci¨®n por la seriedad del problema y en sus observaciones sobre las causas de la crisis, no comparto su pesimismo sobre las posibilidades de funcionamiento del sistema de seguro de dep¨®sitos, creado en 1977 y reforzado por dos decretos el 28 de marzo ¨²ltimo, y discrepo de las caracter¨ªsticas que propone para un modelo alternativo.Las crisis de bancos de los ¨²ltimos a?os no son un fen¨®meno espa?ol, sino una consecuencia, en parte, del cambio de clima econ¨®mico al finalizar la d¨¦cada de los sesenta y, por otra parte, de las importantes modificaciones de los sistemas financieros de muchos pa¨ªses. Pero en Espa?a, a los factores negativos que han operado generalmente, se unen otros propios debidos a la forma defectuosa en que se desarroll¨® la ruptura del statu quo bancario tradicional. Al error de la especializaci¨®n artificial en bancos comerciales y bancos de negocios, que constituy¨® entidades escasas en fondos propios y enormemente vulnerables a una crisis industrial como la presente, hay que a?adir el juego de influencias pol¨ªticas que, se desarroll¨® para obtener la concesi¨®n de nuevas entidades y las pr¨¢cticas completamente irregulares e, incluso, ilegales en que cayeron algunos de los responsables de las mismas. En estos gerentes hicieron presa el v¨¦rtigo del r¨¢pido ritmo de crecimiento de la econom¨ªa espa?ola -cuya presi¨®n y f¨¢ciles beneficios inflacionarios cubr¨ªan la incompetencia y los errores-, y el fascinante fen¨®meno, t¨ªpico del negocio bancario, por el cual, con una exigua aportaci¨®n de capitales propios, se obtienen masas de recursos ajenos en proporci¨®n muy superior. De ah¨ª a utilizar ese factor multiplicador en arriesgadas operaciones especulativas y en beneficio del grupo que controlaba el banco, autocontratando y concentrando riesgos en empresas filiales, contra toda prudencia, no hay m¨¢s que pocos pasos, y la historia posterior demuestra que se dieron en cierto n¨²mero de empresas bancarias, afectadas por el ambiente permisivo y de falta de respeto a las leyes generado por el franquismo.
Estas desviaciones, en el proceso fundamentalmente salut¨ªfero de multiplicar las entidades financieras y la competencia entre ellas, hubieran sido absorbidas sin consecuencias graves de no haberse abatido sobre la econom¨ªa la era glaciar impuesta por el encarecimiento de la energ¨ªa y -culpa end¨®gena- de haberse contado en Espa?a con unas leyes y unas instituciones adaptadas para corregirlas.
La legislaci¨®n cautelar de las instituciones de cr¨¦dito ha venido siendo en Espa?a claramente insuficiente para tiempos normales, y mucho m¨¢s para etapas de desarrollo r¨¢pido de los mercados financieros y de crisis econ¨®mica general. La concentraci¨®n de riesgos en una sola persona o empresa permitida a un banco comercial espa?ol puede llegar a casi el 35% de los recursos propios y, si el banco es industrial, a una cifra superior a aqu¨¦llos. Pero si la quiebra de una sola fi.lial o empresa vinculada puede suponer para un banco.la p¨¦rdida de estas proporciones de recursos propios, la legislaci¨®n no autorizaba al Banco de Espa?a a inspeccionarlas ni a obtener estados de cuentas consolidados de los grupos financieros con sociedades bancarias. Resistencias mal orientadas de los bancos y la falta de voluntad pol¨ªtica de los sucesivos Gobiernos para hacer frente a sus responsabilidades en defensa del inter¨¦s general vencieron todas las peticiones del banco central, durante los a?os setenta, para una modernizaci¨®n de las facultades y de los medios de inspecci¨®n de las entidades de cr¨¦dito a su cargo.
Es as¨ª c¨®mo la crisis bancaria, que estaba latente, hubo de ser encarada con instrumentos puestos en pie, de modo apresurado e imperfecto, por el Gobierno salido de las elecciones de 1977: el Fondo de Garant¨ªa de Dep¨®sitos, la Corporaci¨®n Bancaria y ayudas a la banca a trav¨¦s de la revitalizaci¨®n del redescuento. En menos de dos a?os, los escasos medios de que han dispuesto la Corporaci¨®n y el Fondo para la dimensi¨®n de la crisis, y la rigidez de los supuestos en que pod¨ªan actuar, junto con la tradicional insuficiencia de las facultades de inspecci¨®n de banca, han obligado a revisar y reforzar considerablemente el sistema, con los decretos del 28 de febrero, aut¨¦ntica recreaci¨®n del Fondo de Garant¨ªa de Dep¨®sitos en Espa?a.
Digamos, en primer lugar, que la institucionalizaci¨®n definitiva de un sistema de la importancia del Fondo no debiera haberse hecho por decreto, sino tramit¨¢ndola como proyecto de ley, con la solemnidad y el respaldo que merece.
El sistema puede y debe funcionar, y enunciar¨¦ algunos principios que considero constituyen la l¨®gica de su aplicaci¨®n.
1. El Fondo no debe evitar que los accionistas de un banco cuya gesti¨®n haya sido desastrosa paguen las consecuencias del riesgo de empresa, perdiendo los capitales propios. Otra cosa ser¨ªa una socializaci¨®n de p¨¦rdidas injustificables. El sistema no se constituye para cubrir con fondos p¨²blicos fracasos empresariales, sino para resarcir a los peque?os ahorradores, que no tienen informaci¨®n ni responsabilidad suficiente en la gerencia de los bancos para mantener la confianza en el sistema financiero, y tambi¨¦n, para evitar la desaparici¨®n de empresas en este per¨ªodo de crisis y desempleo cuando, a pesar de errores o delitos de sus administradores, constituyan entidades con activos humanos o industriales valiosos y viables. El esquema del Fondo de Garant¨ªa favorece, en principio, la desconcentraci¨®n bancaria y, por tanto, la competencia de los bancos pequenos o medios con los grandes, que en ning¨²n pa¨ªs han mostrado entusiasmo por la instituci¨®n. Otra cosa es que en la situaci¨®n espa?ola de partida, con bancos menores vinculados a los mayores, varios de ¨¦stos puedan beneficiarse del salvamento de algunos de los primeros.
2. Por razones de transparencia y de l¨®gica, las ayudas a los bancos en dificultades deber¨ªan canalizarse exclusivamente a trav¨¦s del Fondo, cesando en el redescuento y cr¨¦ditos abajo tipo de inter¨¦s del Banco de Espa?a, que eran expedientes an¨¢logos a los manejados por el ?Comit¨¦ Salvavidas? ingl¨¦s, justificables mientras no exista el seguro de dep¨®sitos.
3. La Corporaci¨®n Bancaria, pasa a ser una pieza secundaria, cuyos escasos recursos s¨®lo permitir¨¢n su uso en casos extremos.
Por otra parte, no considero una buena idea, ni siquiera para los partidarios de un sector p¨²blico bancario -distinto del cr¨¦dito oficial o de las Cajas-, constituir ¨¦ste con bancos reflotados por la Corporaci¨®n o por el Fondo de Garant¨ªa, para continuar ensanchando el sector p¨²blico con ruinas de peque?o tama?o, y m¨¢s o menos reparadas, del sector privado. Si una mayor¨ªa pol¨ªtica opta por el experimento, deber¨ªa iniciarlo sin hipotecas derivadas de un fracaso anterior (tan contraproducente en un negocio que descansa mucho en la confianza y el prestigio), con la dimensi¨®n que requieren las acciones del Estado, y no raqu¨ªtica y vergonzantemente.
4. Uno de los nuevos decretos ofrece, por fin, la posibilidad de que el Fondo obtenga auditor¨ªas contables de los bancos, de sus filiales y de sus grupos financieros. Este aspecto important¨ªsimo, que culmina una lucha de a?os del Banco de Espa?a, ha sido sorprendentemente poco recalcado en el debate parlamentario. Deben ejercerse estas nuevas facultades, de modo sistem¨¢tico, con los medios que con raz¨®n reclama Luis Solana, y no para da?ar, sino para ayudar a las entidades bancarias a corregir sus deficiencias.
5. Hay que crear una subcomisi¨®n de pol¨ªtica financiera y monetaria en el Congreso de los Diputados que organice la fiscalizaci¨®n parlamentaria de estos temas. Pero en este punto estoy en desacuerdo con el enfoque propuesto por Solana para sus trabajos. No soy partidario de la intervenci¨®n detallista del Parlamento en las decisiones empresariales cotidianas, ya sean de bancos o de empresas del Estado. La instituci¨®n, cuya agenda de trabajo permanecer¨¢ bastante congestionada por largo tiempo, est¨¢ para sentar objetivos generales -a desarrollar e instrumentar por el poder ejecutivo- y para recabar la informaci¨®n precisa para comprobar que se cumplen. Ser¨¢ l¨®gico, pues, que la subcomisi¨®n de pol¨ªtica financiera juzgue el funcionamiento global del Fondo de Garant¨ªa y de la Corporaci¨®n, pero imposible que pueda seguir el detalle de las muchas operaciones de ayuda. Esto no se exige ni en las m¨¢s recientes (1979) leyes bancarias de Estados Unidos y de Gran Breta?a. que desarrollan el tema.
Content¨¦monos, por ahora, con adaptar a Espa?a instituciones que han demostrado su utilidad en la experiencia de otros pa¨ªses, sin pretender resarcirnos de cuarenta o 175 a?os, menos diez, de dictaduras, ganando por la mano en intervencionismo parlamentario a las naciones inventoras del g¨¦nero.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.