Ir¨¢n y la encrucijada internacional
1. S¨®lo despu¨¦s de unos d¨ªas de reflexi¨®n, de repasar los textos, me atrevo hoy a tomar la pluma para redactar algunos comentarios sobre la experiencia -verdaderamente extraordinaria- que acabo de vivir al asistir en Teher¨¢n a la ?Conferencia sobre las intervenciones de EE UU en Ir¨¢n?.Esa conferencia ha sido un hecho pol¨ªtico quiz¨¢ sin precedente. Me asombraba hasta el tono, el estilo de los debates. Entrecortados no s¨®lo de aplausos, sino de invocaciones religiosas a la grandeza de Al¨¢ por parte de un sector considerable de participantes. La conferencia estaba integrada, de un lado, por representantes del movimiento obrero y progresista europeo y americano, y de otro, por representantes de las fuerzas revolucionarias isl¨¢micas (de ¨¢reas extens¨ªsimas del mundo), que ven en la revoluci¨®n iran¨ª un punto de referencia central de su lucha y de sus ideales.
El encuentro de fuerzas tan dispares, adem¨¢s de los temas concretos de la situaci¨®n iran¨ª, ha colocado sobre el tapete, con un vigor y nitidez inusitados, algunos de los problemas centrales que hace falta abordar si se quiere avanzar hacia un acuerdo, una alianza, una estrategia com¨²n entre el movimiento obrero europeo y las corrientes revolucionarias del Tercer Mundo.
2. El tema expl¨ªcito de la conferencia es el que ofreci¨® menos dificultades. El acuerdo fue total en la condena de las intervenciones escandalosas de Estados Unidos en apoyo de la dictadura sanguinaria del sha, intervenciones sobre las que recibimos informaciones detalladas, serias, impresionantes.
El pueblo iran¨ª siente en lo m¨¢s hondo, y con plena raz¨®n, que Estados Unidos es el principal culpable de los terribles sufrimientos que ha padecido. Y, hoy, EE UU (que con la ca¨ªda del sha perdi¨® el principal baluarte de su dominio imperialista en esa parte del mundo) no renuncia a recuperar, incluso mediante m¨¦todos militares, esa posici¨®n.
El problema de los rehenes fue, sin duda, el que ofreci¨® mayor complejidad en la conferencia. Sobre todo porque incid¨ªa en la lucha interna entre las diversas tendencias que se disputan el poder en Ir¨¢n. Es obvio que el presidente Bani Sadr, y quiz¨¢ el ministro de Exteriores, Ghotzadeh, que representan la tendencia m¨¢s progresista, democr¨¢tica, moderna, estaban interesados en que la conferencia colocase el tema de la liberaci¨®n de los rehenes de forma nueva ante la opini¨®n p¨²blica iran¨ª, no como una eventual con cesi¨®n a los americanos, sino como una medida capaz de ampliar y reforzar los apoyos internacionales a la revoluci¨®n iran¨ª. Y en ese sentido nos pronunciamos las delegaciones de la izquierda de la Europa occidental, la yugoslava y las personalidades norteamericanas, que asistieron desafiando la prohibici¨®n de Carter.
Pero se cruzaron diversas corrientes en sentido contrario y, sobre todo, fuera de la conferencia. Las de un integrismo musulm¨¢n que agita en las masas una actitud cerrada de ?exigencia de justicia? por el pasado y que bloquea as¨ª otros problemas, posici¨®n que est¨¢ ligada a formas injustas a¨²n de represi¨®n, al sabotaje de la creaci¨®n de un poder democr¨¢tico, al reaccionarismo en la situaci¨®n de la mujer, etc¨¦tera.
La conferencia dio al tema ?rehenes? una soluci¨®n ambigua; no cab¨ªa otra. Se recoge en un documento no votado, pero s¨ª le¨ªdo en la sesi¨®n de clausura (y a petici¨®n de la delegaci¨®n espa?ola), la sustancia de los argumentos favorables a la liberaci¨®n de los rehenes. Y en la declaraci¨®n final se pide que ?todos los con flictos entre Ir¨¢n y EE UU sean resueltos cuanto antes de forma pac¨ªfica?, con el comentario verbal del ministro Ghotzadeh de que, obviamente, la expresi¨®n ?todos los conflictos? incluye en concreto el referente a los rehenes. Sin duda, la conferencia ha sido un est¨ªmulo para proseguir gestiones de diversa ¨ªndole y para que -como nos dijo Bani Sadr en la entrevista que concedi¨® a la delegaci¨®n espa?ola- el tema de los rehenes se pueda resolver.
3. Otro aspecto que la realidad iran¨ª de hoy ayuda a comprender en toda su profundidad es la repercusi¨®n que la intervenci¨®n sovi¨¦tica en Afganist¨¢n est¨¢ teniendo en el Tercer Mundo. Se ha quebrantado la concepci¨®n, que hasta ahora prevalec¨ªa, de que una de las superpotencias, la U RSS, estaba del lado del Tercer Mundo.
Numerosos representantes isl¨¢micos plantearon como aspiraciones centrales la liberaci¨®n de los pueblos palestino y afgano. Habl¨® incluso en la conferencia un representante de los combatientes isl¨¢micos de Afganist¨¢n. Lo m¨¢s notable fue que, al lado de denuncias dur¨ªsimas de los sovi¨¦ticos, atac¨® con igual fuerza a EE UU, diciendo que est¨¢n contra las dos superpotencias, por la independencia de todos los pueblos. Y esta fue asimismo la orientaci¨®n central definida por los gobernantes iran¨ªes. Ni una superpotencia ni otra.
4. Entonces, ??el espl¨¦ndido aislamiento??. Algo en ese sentido se nos dijo por el im¨¢n Jomeini en la audiencia que concedi¨® a los participantes en la conferencia. Aunque, en mi opini¨®n, fue m¨¢s bien un recurso ret¨®rico.
El significado de la conferencia es otro. Y creo es importante interpretarlo.
El Tercer Mundo se niega, de forma cada vez m¨¢s neta, a aceptar la dominaci¨®n del sistema de los dos bloques militares. Hoy resulta evidente que la acentuaci¨®n del choque entre EE UU y la URSS no s¨®lo entra?a peligros de guerra serios, sino que obstaculiza abordar la soluci¨®n de problemas decisivos: la energ¨ªa, la relaci¨®n Norte-Sur, etc¨¦tera.
Una pol¨ªtica de autonom¨ªa real por parte de Europa occidental tendr¨ªa hoy un espacio esencial para promover un nuevo sistema de relaciones internacionales. El Tercer Mundo lo necesita.
Pero esa nueva pol¨ªtica europea s¨®lo podr¨¢ plasmarse si obtienen un peso mucho mayor en nuestro continente las fuerzas obreras y progresistas.
En la conferencia de Teher¨¢n hubo en ese orden s¨ªntomas positivos. Coincidencias importantes entre socialistas y comunistas (con la excepci¨®n francesa). Se reflej¨® en el hecho de que los representantes del PSOE, del PSA y del PCE suscribimos una declaraci¨®n conjunta.
Lo que sobresale, no obstante, ante la gravedad de la crisis internacional y la responsabilidad de Europa, es el retraso de las fuerzas de izquierda en abordar los problemas tan complejos inherentes a unas relaciones nuevas de colaboraci¨®n con el Tercer Mundo.
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