Francisco Umbral
Amigo Cebri¨¢n: va de ruego. Bien s¨¦ que no os place, y con raz¨®n sobrada, que salga por ah¨ª un cualquiera que venga a incensar a un colaborador de la casa. Pero, ?caramba!, los tres somos amigos y las excepciones no s¨®lo confirman lo reglado, sino tambi¨¦n, por ejemplo, la amistad. Muy agradecido a priori, sin el ?muchas gracias? cort¨¦s ¨¦l e interesado. Porque adem¨¢s, director, esto no va de loa consabida, sino apunta a m¨¢s hondo; quiero partir mi pan con los lectores.Y vayamos al empaque del prop¨®sito: quiero rimar justicia, dando el rostro por ella en un caso, uno de los m¨¢s vuestros del diario: Umbral. Su pluma airosa y tan lib¨¦rrima asoma sobre el tintero de este nuestro pa¨ªs -con min¨²scula- tan en trance y caricato.
Y vayamos por partes; no aspiro a incensar la forma literaria de Umbral, por la que ya urge lo de empecinarle hacia el sill¨®n X de la Academia de quienes se dicen inmortales... Por aqu¨ª la minor¨ªa cualificada de los pocos que leen por nuestro entorno, por aqu¨ª lo obvio, el s¨ª a ratapl¨¢n o a rega?adientes de todo aquel -ya he dicho que no van quedando muchos- que les d¨¦ por leer y deglutir lo le¨ªdo. Maestro Umbral -entre nosotros, maestro Paco-: no es menester que tal y aqu¨ª lo grite el viejo cura del torpe escribir a quien llevas de la mano tantas veces cuando te leo y me golpea el pulso.
Para decirte esto, Cebri¨¢n, no te pedir¨ªa el menor espacio, entre otros motivos porque dicen que en la Academia susodicha hay vera democracia.
Pero a lo m¨ªo m¨¢s m¨ªo: el ?caso Umbral? no s¨®lo es de letras lindas, sino de escritor a todo riesgo, porque desnuda sin la menor aprensi¨®n esto tan liado que nos ha dado por vivir en la d¨¦cada en la que de desveladores, poco; de ginec¨®logos sociales, nada. ?Retratista, entonces? M¨¢s y mejor -para retrato me basta el de la ?trilateral? con Carmen, que preside mi mesa- M¨¢s y mejor.
Tu quehacer, Paco, como el de Quevedo altivo, ingrato, fiscal, como el de Larra, un repe, pero rom¨¢ntico -??qui¨¦n que es no es rom¨¢ntico??, dec¨ªamos, dec¨ªas-, como el de Valle-Incl¨¢n de espantap¨¢jaros de mal ag¨¹ero. Y nada, que vas lanzado con tu ¨¦nfasis, que algunos llaman vanidad -?y por qu¨¦ no?-, apuntando y dando, de diez veces, nueve en plena diana de este ombligo tan resobado por todos. Algunos entonces sonr¨ªen y se cuecen tu humor de milk tan fr¨ªa -la que te gusta tras el sorbo de agua caliente-; otros, en cambio, a cabrearse que tocan, poni¨¦ndote a parir. Y t¨² te calas el chambergo. ??Ha pasado algo??. Pues s¨ª; ?vaya que ha pasado!: ?sali¨® la foto!, para nuestra verg¨¹enza o para nuestra desaz¨®n, pero sali¨®.
Es decir, y a esto iba, la generaci¨®n del 98 tuvo sus pregoneros o pioneros de un camino sin hacer; la del 27, los suyos; no s¨¦ si despu¨¦s se puede en verdad hablar de otra limpiamente, pero lo que s¨ª imagino, y me lo pinto, es que la del 77 tiene en ti, Paco, eso del que vocea su sardina en salaz¨®n. Y desde un spleen que contrar¨ªa el t¨¦rmino y le saca su intestino; porque los tales, los del hast¨ªo y aburrimiento en gula o los del taedium vitae en piadoso, ?vaya que tienen su chillido atragado en el gaznate!
Por aqu¨ª el diagn¨®stico o bello cuento de tu caso, Paco, que entre blanquitas y negritas nos dice el demassie de esto que es lo nuestro cuotidiano, guste o no. Bien sabes que para proclamar tu oficio, no de difuntos, pero tampoco de Navidad, doy de lado a lo de la amistad y tu docencia y pretendo sacar a pleno sol la conciencia de tantos que te leen por pasar el rato y no para curar su spleen -lo de la mora que con otra mora se quita- Por aqu¨ª, ahora a ti, querido director, por aqu¨ª lo que puede dar alg¨²n sentido apuntando uno que se va de viejo tonto, apuntando al ?caso Umbral? como a un dato moderno mucho m¨¢s significativo y cabal que, por ejemplo, eso del Parlamento...
Repe, mis dos amigos; voy al repe de lo que considero de fuste. Umbral, paisajista de luces a lo Sorolla, retratista de sombras a lo Solana. Necesit¨¢bamos de tal oficio los que tenemos tanto que hacer y tan de prisa que nos hemos olvidado la foto del carn¨¦. Vino, viniste, Paco, y ?pum! Podemos ir sabiendo entre tanto trap¨ªo lo que somos, esa cara que damos, pero sin mejunjes ni productos teletontivos. Por tu entorno vociferan y baratijean en la plaza, t¨² a lo tuyo, a eso que ni se vende ni se compra, pero que se lee porque distrae y teje ingenio. As¨ª va lo tuyo o lo vuestro, porque el dire es c¨®mplice; as¨ª va sin que tantos y tantos calen en la cuarta dimensi¨®n de lo que para muchos s¨®lo tiene dos. Aqu¨ª tu historia, la tuya, la de aquellos heterodoxos de don Marcelino, que somos, a pesar de tanta sabidur¨ªa y ciencia en unos y sencillez y simplicidad en tu pueblo.
Y un trazo m¨¢s para pegar en lo mismo: como pesimista profesional, bien sabes, Paco, que la figura del testador con notario a la cabecera me encandila. Pues bien, conmigo muchos cabeceamos entre s¨¢banas, pero con el deber de dejar algo, no mucho, de tanto amasijo de estas d¨¦cadas oscuras a quienes nos empe?amos en ver c¨®mo trotan hacia el Tercer Mundo a lo sabio o a lo tonto. Y t¨² entonces, bien asentado, tiras de pluma -?qu¨¦ viejo nuestro tintero viejo!- y vas transmitiendo lo testado. Notario fiel este se?or de Valladolid, notario lo mismo del se?orito y ? pititas ? del d¨ªa como del lumpem de Vallecas, tu segunda tierra, la malquerida y requemada.
Fot¨®grafo de tiovivo a lo loco, notario de un mundo variopinto que bosteza de puro traj¨ªn. Y t¨² -perdona que me invente el verbo- ?espleneando?; t¨² con una ternura en el coraz¨®n que te traiciona entre tus panas y tu bufanda roja. EL PAIS sabe lo que se hace con su fidelidad, como yo me s¨¦ de la m¨ªa, y me atrevo -cura, siempre cura; viejo, siempre viejo- a pedirte el ¨²ltimo rinc¨®n de cualquiera de tus folios para que antes de que llegue el compa?ero de la moto pueda poner mi garabato bajo tu firma entera, para esc¨¢ndalo de algunos y para lo de la ?trilateral? en serio, y aqu¨ª mi ajo, ?cuerno!, para lo que sea. Ser sincero y amigo, ?qu¨¦ caro es! Pago.
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