Los m¨¦dicos de la maternidad de Zaragoza no daban cr¨¦dito al cambio de reci¨¦n nacidos
En Zaragoza no se habla de otro tema y en la ciudad sanitaria de la Seguridad Social todav¨ªa se vive bajo la sensaci¨®n de bochorno que cundi¨® en el centro en el momento en que trascendi¨® la noticia de que dos ni?os reci¨¦n nacidos, en un lamentable error del personal sanitario, hab¨ªan sido ?equivocados? de madre. El equivoco fue deshecho cuando los ni?os llevaban ya tres d¨ªas en los domicilios de la familia Jim¨¦nez-S¨¢nchez, de Zaragoza, y Escribano-Fornosano, de la localidad de Gallur. En principio, los m¨¦dicos se resist¨ªan a admitir la posibilidad del error, pero ante la insistencia de uno de los padres se procedi¨® a un minucioso examen, en el que resplandeci¨® la verdad: los ni?os hab¨ªan sido intercambiados. Sus padres prefieren olvidar el incidente y se han negado a ser fotografiados junto a los beb¨¦s.
En la ma?ana del martes, d¨ªa 10, nacieron dos ni?os en la ciudad sanitaria de la Seguridad Social de Zaragoza, con un intervalo de ' dos horas (a las seis y a las ocho, respectivamente). El primero, hijo primog¨¦nito del matrimonio Jim¨¦nez-S¨¢nchez-que reside en Zaragoza, era rubio, de tez sonrosada y pesaba 3,800 kilos. El segundo, era el primer hijo tambi¨¦n del matrimonio Escribano-Fornosano, residente en la localidad -de Gallur, pes¨® 3,300 kilos y tanto su, piel como su cabello eran muy morenos. Poco tiempo despu¨¦s, los reci¨¦n nacidos fueron vacunados y, al volver a sus cunas, se produjo por error un cambio y cada ni?o fue entregado a la familia que no le correspond¨ªa. Ya en sus domicilios se incrementaron las sospechas de la familia de Zaragoza de que aquel hijo no era el suyo y, comprobada la veracidad de este hecho, el s¨¢bado se realiz¨® un nuevo cambio y los respectivos padres pudieron abrazar a sus hijos verdaderos.La pesadilla ha terminado para las dos familias, que s¨®lo desean olvidar cuanto antes el desagradable incidente. Por razones diferentes se niegan rotundamente a que el hecho trascienda y a que ni los ni?os ni ning¨²n miembro de la familia sean fotografiados.
?El caso es demasiado serio?, dice Manuel Jim¨¦nez, ?y su trascendencia puede ser enorme. Por ejemplo, cualquier madre que tenga un hijo con deficiencias f¨ªsicas puede creer que tambi¨¦n se lo han cambiado. Conozco mi responsabilidad y s¨¦ en el fondo que el hecho deber¨ªa ser denunciado, pero no creo que con ello pueda evitar que casos como este vuelvan a producirse, igual que es l¨®gico sospechar que no es la primera vez que esto ha sucedido?.
A Adelia, la madre de Gallur, se le nota todav¨ªa el nerviosismo de los d¨ªas vividos: ?No quiero saber nada; no me importa que esto pase o deje de pasar en el futuro. All¨¢ cada cual con sus problemas. S¨®lo s¨¦ que, cuando lleg¨® la ambulancia, pas¨¦ el susto m¨¢s grande de mi vida. No pod¨ªa creer que el ni?o no fuese m¨ªo, s¨®lo pens¨¦ que algo muy grave le estaba pasando ?.
Milagros, la madre de Zaragoza, pudo ver unos instantes a su verdadero hijo, pero no recordaba ning¨²n rasgo porque todav¨ªa se encontraba bajo los efectos de la anestesia. Fue una hermana suya, que la acompa?aba en ese momento, quien se fij¨® atentamente en el peque?o y quien despu¨¦s llevar¨ªa hasta el ¨²ltimo extremo su convencimiento de que se hab¨ªa producido un error. Pero a sus protestas le dec¨ªan en la cl¨ªnica que ?esos cambios son muy frecuentes en los reci¨¦n nacidos?, a la supuesta p¨¦rdida de peso medio kilo tambi¨¦n le contestaban que era normal. Un esparadrapo en el pie del ni?o, en donde figuraban borrosamente los datos de la familia de Gallur y que estuvieron a punto de tirar sin haberlo mirado, determin¨® que la familia diera cr¨¦dito a un hecho ins¨®lito: se hab¨ªan llevado a casa a un hijo que no era suyo.
Manuel Jim¨¦nez se person¨® en la cl¨ªnica a las once de la noche del viernes e hizo acudir al director del servicio de maternidad, doctor Horno. Este, en un principio, se resisti¨® a admitir que se hubiera producido un error y lleg¨® a decir, incluso, que ?la confusi¨®n pudiera estar en los esparadrapos y no en los ni?os?. Los razonamientos y la insistencia del padre lograron vencer la actitud inicial y, tras realizar a la ma?ana siguiente una completa prueba gen¨¦tica del matrimonio y del ni?o, se procedi¨® a enviar una ambulancia a Gallur para recoger al hijo verdadero de Manuel y Milagros.
?El ni?o no quer¨ªa el pecho?
?Yo notaba algo?, dice la madre de Zaragoza, ?no sent¨ªa nada definido por el ni?o y llegu¨¦ a pensarn que el sentimiento maternal nac¨ªa con el tiempo. Y es curioso, pero algo le pasaba a ¨¦l tambi¨¦n, porque no quer¨ªa coger di pecho, y el m¨ªo lo ha hecho desde el primer momento?.
Los ni?os, a su manera, tambi¨¦n se han expresado. Por las declaraciones de las ?dos madres? de cada, uno sabemos que el peque?o Alejandro Jim¨¦nez no dejaba dormir a sus ?padres? de Gallur y que el otro no recib¨ªa con agrado el alimento de la que, durante cuatro d¨ªas, fue su madre en Zaragoza. Ahora, en cambio, ambos comen y duermen a plena satisfacci¨®n en sus verdaderos hogares.
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