Gabriel Celaya: "Vuelvo al nihilismo con el que empec¨¦"
Acaba de publicar "Memorias inmemoriales"
?Memorias inmemoriales es, m¨¢s que una autobiograf¨ªa, una f¨¢bula, o un largo poema en prosa?, dice Gabriel Celaya, entrevistado con motivo de la aparici¨®n de este libro, editado por C¨¢tedra. Y aunque no sean unas memorias propiamente dichas, s¨ª que son, en palabras del propio poeta, ?un repensar tu vida, montarla, buscarle sentido?. Al final dir¨¢ en esta entrevista: ?Todo termina de una manera un poco decepcionante, cuando uno comprende que en realidad est¨¢ movido por fuerzas y estructuras que, de hecho, no conoce y, por otra parte, va advirtiendo c¨®mo todo se va derramando en una serie de menudencias y peque?as luchas, carentes de verdadero sentido... En ¨²ltimo t¨¦rmino, se vuelve al nihilismo con el que se hab¨ªa empezado?.
?Creo?, dice Gabriel Celaya, ?que, de alguna manera, Memorias inmemoriales es una s¨ªntesis de todos mis libros, a lo largo de toda mi evoluci¨®n ideol¨®gica, desde ni?o hasta ahora, cuando, aunque suene pat¨¦tico, empiezo a sentir cercana la muerte?. Gabriel Celaya, azules los ojos, no es para nada la imagen de la vejez. Muy al contrario, a estas doce de la ma?ana de un d¨ªa soleado de junio, en la terraza de su casa, es la vitalidad, tiene incluso algo de agresivo y mucho de juvenil. Nadie le creer¨ªa cuando dice que est¨¢ ?al borde de los setenta a?os?, y se muestra un poco perplejo, porque este libro reciente ?viene a ser lo mismo que el primero que publiqu¨¦, Tentativas. S¨®lo que entonces ten¨ªa 35 a?os?.Del paralelo entre Memorias inmemoriales y Tentativas habla mucho en el pr¨®logo al texto de Celaya el profesor Gustavo Dom¨ªnguez, que se ha encargado de la edici¨®n. ?Yo cre¨ª que iba a hacer algo de compromiso, porque es amigo m¨ªo, pero, efectivamente, ¨¦l ha visto muy bien el libro, sus partes y lo que tiene de s¨ªntesis de toda mi obra?. ?El libro?, dice Gabriel Celaya, ?comienza con lo que yo llamo la Historia natural: lo que se refiere a la vida no hist¨®rica del hombre, a la vida biol¨®gica. Le siguen Los pasos contados, donde se revisa la infancia y la adolescencia, y se cuenta c¨®mo el hombre va cubriendo distintas etapas de la vida, animal primero e hist¨®rica despu¨¦s. De manera rudimentaria, el hombre va viviendo todas las fases de la Historia. Y es un primitivo, un latino, un ¨¢rabe, un rom¨¢ntico alem¨¢n... Este aspecto era l fundamental en Tentativas, y ahora aparece aludido y muy resumido?.
?La vida par?, sigue Gabriel Celaya, ?es la historia de la pareja. Primero, las ninfas, las muchachas en flor de Proust. Despu¨¦s, otras experiencias y otras frustraciones. A veces, la mujer se aparece como especie de madre terrible y devoradora, en vez de compa?era. Por fin, todo desemboca en lo que ha sido el gran ¨¦xito de mi vida, la pareja lograda. Y aunque no nombro a Amparitxu, como no nombro ning¨²n detalle concreto, es evidente que estoy hablando de ella?.
Amparo Gast¨®n, Amparitxu con el diminutivo vasco, que es la figura inseparable de Celaya desde hace mucho tiempo, desde que el ingeniero dej¨® los hierros por la poes¨ªa, hace gestos desde el otro lado de la mesa de la terraza. ?En fin, en la cuarta parte, El m¨¢s ac¨¢, cuento mis a?os de ingeniero, la ruptura con la f¨¢brica, ese momento de gran vitalismo por el que pas¨¦, la entrada en el partido comunista, en la clandestinidad. Y todo termina de una manera un poco decepcionada, cuando uno comprende que, en realidad, est¨¢ movido por fuerzas y estructuras que no comprende, que, de hecho, no conoce y, por otra parte, va advirtiendo uno c¨®mo todo se derrama en una serie de menudencias y luchas peque?as carentes de verdadero sentido. En ¨²ltimo t¨¦rmino, se vuelve al nihilismo, con el que hab¨ªa empezado?.
La forma que ha elegido Gabriel Celaya para lo que ¨¦l define como ?un largo poema en prosa? es precisamente el fragmento. ?S¨ª?, dice, ?porque los fragmentos y peque?os textos, puestos uno detr¨¢ de otro, permiten una gran flexibilidad, ir muy deprisa y evitar la argamasa in¨²til. Cada p¨¢rrafo, cada fragmento, es un peque?o punto fulgurante, y entre todos crean configuraciones, digamos con un poco de pedanter¨ªa, como las estrellas dibujan constelaciones?. ?Adem¨¢s?, dice, ?tengo que confesar mi deuda con Nietzsche, el escritor que m¨¢s ha influido en m¨ª en toda mi vida, que tambi¨¦n escrib¨ªa textos fragmentados?.
Uno no dir¨ªa que la referencia a Nietzsche y la confesi¨®n nihilista fueran lo esperado en el poeta que encabeza la escuela llamada de la poes¨ªa social. ?Y ¨²ltimamente?, dice Celaya, ?tengo mucho empe?o en que me quiten esa etiqueta de poeta social, que realmente no corresponde m¨¢s que a una ¨¦poca de mi vida. Las ¨²ltimas ediciones de obra m¨ªa, la antolog¨ªa de Alianza Editorial y las completas de Laia, creo que lo prueban y los estudios de Angel Gonz¨¢lez y Jos¨¦ Mar¨ªa Valverde, y ¨¦ste de Gustavo Dom¨ªnguez, lo han explicado perfectamente. De todos modos, como no me bastaba, he preparado un libro que va a publicar Austral, titulado Poes¨ªa, hoy, que llevar¨¢ un pr¨®logo de Amparitxu, que se llama Celaya, hoy. Este libro ser¨¢, m¨¢s que una antolog¨ªa, una muestra bastante extensa de la poes¨ªa que he escrito desde 1968 a 1979, y ser¨¢, desde luego, una muestra de lo que no es casi nunca poes¨ªa social ... ?.
?Digamos?, sigue Gabriel Celaya, ?que la poes¨ªa social se deterior¨® primero, porque todos los movimientos literarios se gastan; segundo, porque siempre surgen segundones y ep¨ªgonos, que la hacen perder calidad, y tercero, porque tambi¨¦n las circunstancias del pa¨ªs hab¨ªan cambiado desde que empez¨® el movimiento hasta que comenz¨® a terminar?. ?La poes¨ªa social empez¨® mucho antes de lo que se suele decir, hacia 1947. Era un tiempo en que el triunfo de los aliados nos hizo creer err¨®neamente que el fin del franquismo estaba cerca... Con los a?os lleg¨® el momento en que empezamos a perder la esperanza en un cambio pol¨ªtico inmediato, y se notaba la aparici¨®n, como antes, en la dictadura de Primo de Rivera, de una nueva vanguardia... Pues bien, el a?o 1963 yo publiqu¨¦ dos libros, Mazorcas y La linterna sorda, que no ten¨ªan nada de social?.
Babelia
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