El mercado petrolero despu¨¦s de Argel
En una conversaci¨®n con el presidente Roosevelt que Winston Churchill cita en sus memorias, este ¨²ltimo suger¨ªa que la segunda guerra mundial deber¨ªa haberse llamado la guerra innecesaria, ya que, en su opini¨®n, este conflicto podr¨ªa haberse evitado perfectamente con una postura decidida y a tiempo de las democracias occidentales, sin necesidad de los enormes sacrificios y el intolerable sufrimiento humano que al final acab¨® produciendo.Creo que en un sentido similar puede hoy afirmarse que s¨®lo con la unidad y firmeza de quienes tienen el poder para ejercerla puede la actual generaci¨®n evitar el peligro mortal de verse atrapada en una larga y profunda crisis econ¨®mico-energ¨¦tica de dimensiones mundiales, que lleve a la miseria y a la desesperaci¨®n a cientos y cientos de millones de seres humanos. Sin embargo, hemos de reconocer que hasta ahora nada significativo se ha hecho, un tiempo y unos momentos decisivos han sido ya perdidos y, a tenor de los hechos m¨¢s recientes, como la actual cumbre de Venecia, nada autoriza a pensar que los errores pasados ser¨¢n enmendados.
Confusi¨®n de precios e inestabilidad
Despu¨¦s de un turbulento a?o, profundamente marcado por los acontecimientos de Ir¨¢n, y en el que los precios del crudo se multiplicaron por dos sin una justificaci¨®n clara (gr¨¢fico), la 56, Conferencia de la OPEP, mantenida en Caracas a finales del pasado a?o, intent¨® imponer un control y una cierta disciplina a las elevaciones de precios. A pesar de los notables esfuerzos ejercidos por Arabia Saud¨ª, la actitud intransigente de los halcones, alentada por la sumisi¨®n y resignaci¨®n de Occidente, hizo fracasar lamentablemente el intento.
De esta manera, la confusi¨®n de precios y la inestabilidad que caracterizaron al mercado petrolero durante 1979 han continuado en el mismo tono durante los primeros meses de 1980. A principios de a?o, por ejemplo, el precio oficial para el crudo Ir¨¢n ligero se hab¨ªa establecido en 28,50 d¨®lares, pero los nuevos contratos negociados por Shell y BP lo fueron la mitad al precio oficial y la otra mitad con una prima de tres d¨®lares/ barril. La media resultante, treinta d¨®lares/barril, se convirti¨® semanas despu¨¦s en precio oficial. Otros pa¨ªses o compa?¨ªas, con menos capacidad negociadora, pagaban entonces por ese mismo crudo 33 y 34 d¨®lares.
Otros crudos, los libios, por ejemplo, inclu¨ªan ?primas de mercado? de tres d¨®lares, m¨¢s una sobrecarga de 1,72 d¨®lares porque las subidas que hab¨ªan hecho en diciembre no lo hab¨ªan sido con car¨¢cter retroactivo. De forma similar, el precio de los crudos argelinos incluye desde principios de a?o una prima especial de tres d¨®lares, reembolsable si la compa?¨ªa compradora realiz¨® en Argelia un programa aceptable de exploraci¨®n. Y as¨ª otros extras de diverso tipo, sin m¨¢s objeto que el de incrementar la renta de los pa¨ªses productores.
Las diferencias entre los distintos crudos, como consecuencia de todas estas primas o sobrecargas, eran el pasado mes de mayo de veintiocho a 38 d¨®lares en precios oficiales y de veintiocho a 39 d¨®lares en precios de venta reales (cuadro 1). Esta inestable situaci¨®n tiene implicaciones que merece la pena considerar. La primera es que la disciplina de la OPEP, basada en unos diferenciales de precios con una estructura econ¨®mica racional, ha quedado vota, ya que los diferenciales actuales responden s¨®lo al grado de rapacidad de cada Gobierno particular. Una segunda implicaci¨®n, y esta grave para nuestro pa¨ªs, es la de los arbitrarios efectos sobre la posici¨®n de las compa?¨ªas individuales. Es evidente, por ejemplo, que la ventaja competitiva disfrutada por los cuatro socios americanos de Aramco (Exxon, Mobil, Texaco y Standard de California) a trav¨¦s de un acceso al barato crudo saud¨ª ha sido y es gigantesca. Otras compa?¨ªas o pa¨ªses no tan afortunados han tenido que recurrir, en mayor o menor medida, al mercado spot, o pagar altas primas para poder garantizarse la totalidad de sus suministros (v¨¦ase cuadro 1).
En estas condiciones, son siempre los pa¨ªses m¨¢s d¨¦biles los m¨¢s perjudicados; pa¨ªses de industrializaci¨®n intermedia o tercer mundistas, sin el poder de negociaci¨®n de las grandes compa?¨ªas multinacionales o los grandes pa¨ªses industrializados, tienen que acudir para abastecerse de crudos a traders o revendedores, o pagar altas primas, por encima de los precios oficiales, a los pa¨ªses productores, que no se cansan de decir, sin embargo, que sus intereses no son distintos de los pa¨ªses menos industrializados, pero que no tiene, ning¨²n reflejo real a la hora de ir a aprovisionarse.
La 57? Conferencia de la OPEP, que ha tenido lugar en Argel entre el 9 y el 11 de junio, ha sido un nuevo intento, si no de unificar, al menos de dar una cierta coherencia a la fuerte distorsi¨®n existente en la estructura de precios. Sin embargo, la reuni¨®n de los trece ministros de petr¨®leo no consigui¨® llegar m¨¢s que a un fr¨¢gil compromiso, que muestra, una vez m¨¢s, la falta de cohesi¨®n de la OPEP, con disensiones internas cada vez m¨¢s graves, pero que en vez de conducir a un resquebrajamiento del c¨¢rtel est¨¢n produciendo una especie de huida hacia adelante, que acaba traduci¨¦ndose en una carrera alcista sin un orden premeditado, pero donde nadie quiere quedarse atr¨¢s.
Los acuerdos de Argel
El acuerdo de Argel sobre precios, tal como aparece resumido en el comunicado final, comprende tres puntos principales:
1. La fijaci¨®n del precio de crudo de referencia (Arabia ligero) a 32 d¨®lares por barril, frente a los veintiocho d¨®lares por barril actuales. .
2. Limitaci¨®n a cinco d¨®lares por barril de los diferenciales de flete y calidad que pueden a?adirse al crudo de referencia frente a los m¨¢s de diez d¨®lares actuales.
3. Aplicaci¨®n de esta estructura a partir del 1 de julio de 1980
Los halcones est¨¢n de acuerdo con el punto 1, pero no con el 2. Su razonamiento es muy simple: ?Nos parece muy bien que el crudo saud¨ª de referencia se eleve a 32 d¨®lares, pero nosotros venderemos los nuestros al precio que nos convenaga, y desde luego no vamos a respetar los diferenciales de cinco d¨®lares?. Los moderados dicen, por su parte, que si no se respeta el punto 2 no aceptan el punto 1, es decir, no elevan en cuatro d¨®lares sus crudos.
Estas subidas est¨¢n tanto menos justificadas cuanto que por primera vez en los ¨²ltimos dos a?os existe un importante excedente de oferta sobre la demanda de 1,5 a dos millones de barriles/d¨ªa. Los niveles de stocks del mundo no comunista se encuentran a un nivel r¨¦cord por lo que las nuevas elevaciones de precios no podr¨¢n ser muy efectivas si la OPEP no reduce su volumen de producci¨®n. Y es precisamente en este punto donde la capacidad de presi¨®n de Arabia Saud¨ª, con un nivel de producci¨®n de 9,5 millones de barriles/d¨ªa, puede ser decisiva, y reconducir. as! a los halcones a posiciones m¨¢s razonables.
?Qu¨¦ va a pasar entonces en las pr¨®ximas semanas? Eso es algo que nadie puede predecir con certeza, pero de momento, y para no perder posiciones, algunos pa¨ªses han comenzado a anunciar elevaciones en sus precios oficiales de dos d¨®lares/barril. Lo menos malo, pues, ser¨¢ que el mundo salga de ese nuevo intento de racionalizar el caos con una factura adicional de dos d¨®lares por barril, y lo m¨¢s que a la vuelta del verano nos encontremos con la misma confusi¨®n de precios actual, pero cuatro d¨®lares por encima del nivel actual, aunque esta ¨²ltima posibilidad sea, hoy por hoy, improbable.
Las consecuencias sobre Espa?a
Para nuestro pa¨ªs, las conclusiones de la Conferencia de Argel representan otro empuj¨®n m¨¢s hacia el borde de la supervivencia econ¨®mica, al a?adir a la ya insoportable carga de nuestra factura petrolera un nuevo extra, que en el mejor de los casos ser¨¢ de setecientos millones de d¨®lares en los pr¨®ximos doce meses, o de 1.500 millones en el caso m¨¢s desfavorable (cuadro 3). Esto se traducir¨¢, para el per¨ªodo se?alado, en un incremento de la inflaci¨®n entre 0,5 y un punto, y una disminuci¨®n de la tasa de crecimiento del PIB entre 0,2 y 0,4 puntos, calculado sobre la base de las tablas imput-output de 1975.
Nos queda el consuelo, si es que ello sirve de algo, de que otros est¨¢n peor. As!, por ejemplo, a la factura petrolera del Tercer Mundo, que era ya para 1980 de 65.000 millones de d¨®lares, y con un endeudamiento acumulado de 300.000 millones, habr¨¢ que a?adirle ahora las resultas de las sutilezas de la reuni¨®n de Argel. No resulta f¨¢cil comprender de d¨®nde van a sacar estos pa¨ªses los recursos o el cr¨¦dito para pagarse suma tan colosal; ni la banca internacional ni el Fondo Monetario pueden solucionar ya este problema, y los 1.500 millones de d¨®lares en dos a?os que la OPEP ha destinado al tema. son algo as¨ª como el alpiste del loro.
Nuestro problema es muy claro: reducir al m¨¢ximo posible nuestra dependencia del petr¨®leo. .
En concreto, la reducci¨®n de nuestras necesidades de hidrocarburos importados (petr¨®leo y gas natural) del 68 % actual a menos del 50% en diez a?os, y la disminuci¨®n de nuestras elasticidades-renta de consumo de energ¨ªa a menos de la unidad (0,9, frente al 1,4 actual) en el mismo per¨ªodo, son los objetivos m¨ªnimos que una pol¨ªtica de supervivencia econ¨®mica obliga a realizar. Todo ello necesitar¨¢ la importaci¨®n de unos veinte millones de toneladas/a?o de carbones, la producci¨®n interna de seis a siete millones de toneladas equivalentes de petr¨®leo (TEP) en hidrocarburos, la producci¨®n o ahorro de un mill¨®n de TEP con instalaciones de energ¨ªa solar y la iniciaci¨®n de construcci¨®n de 2.000 MW nucleares anuales a lo largo de los pr¨®ximos diez a?os, aparte de una pol¨ªtica dr¨¢stica de conservaci¨®n de energ¨ªa, combinada con una reconversi¨®n a medio plazo de nuestra actual estructura productiva y de transportes, excesivamente consumidora de energ¨ªa.
Estos objetivos concretos, hacia los que ya se est¨¢n dando importantes pasos, y que supondr¨ªan en valores absolutos la congelaci¨®n de las importaciones de hidrocarburos a los niveles actuales, no ser¨¢n f¨¢ciles de implantar ni de financiar, pero todos debemos tener la conciencia clara de que o somos capaces de alcanzarlosa todos nuestros esfuerzos de lucha contra el paro y contra la inflaci¨®n quedar¨¢n inactivos en los Caracas, Argel o Ginebra futuros, donde poco m¨¢s de una docena de personas acabar¨¢n decidiendo sin apelaci¨®n po ? sible sobre el destino y el bienestar de todos los espa?oles.
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