Un ligero optimismo
DURANTE TODA la crisis mundial, que comenz¨® con la invasi¨®n sovi¨¦tica de Afganist¨¢n y la reacci¨®n total y universal del presidente Carter, la Rep¨²blica Federal de Alemania ha emitido continuamente juicios pesimistas y, en m¨¢s de una ocasi¨®n, los miembros del Gobierno han advertido del riesgo de una guerra mundial. Por ello tiene m¨¢s valor el nuevo optimismo del canciller Schmidt tras sus conversaciones con Breznev en Mosc¨². El cambio hacia mejor del clima, que a¨²n sigue siendo tenso, ha comenzado a aparecer antes de este viaje. Ha sido decisivo para ese cambio la actitud combinada de Giscard d'Estaing y de Schmidt junto a un grupo de pa¨ªses menores en Europa continental, y, sin duda, la h¨¢bil actitud sovi¨¦tica al anunciar y realizar un movimiento de retirada de tropas de Afganist¨¢n; aun diagnosticado ese movimiento como de poca significaci¨®n en la realidad y desacreditado por el propio Carter y por Brzezinski en Venecla, tend¨ªa a subrayar la posici¨®n europea que se ha venido a denominar euroneutralismo -algo muy prematuro- y, sobre todo, a dar a entender que el tema de Afganist¨¢n era ya negociable. Naturalmente -como toda negociaci¨®n-, a cambio de algo. A cambio no ya de los Juegos Ol¨ªmpicos o a la necesidad de que la conferencia de Madrid no fuese un acta de acusaci¨®n, que son temas secundarios en relaci¨®n con otro de mucha mayor envergadura: la cuesti¨®n de los euromisiles, los 572 proyectiles con cabeza nuclear que habr¨ªan de repartirse en los pa¨ªses de la OTAN y en forma de semic¨ªrculo apuntando a la URSS. Desde el momento en que se anunci¨® el proyecto, Mosc¨² advirti¨® que lo consideraba como excepcionalmente grave y como el punto culminante de lo que hab¨ªa venido denunciando como maniobra de cerco pol¨ªtico y militar: una gran parte de sus movimientos posteriores -incluyendo, desde luego, la invasi¨®n de Afganist¨¢n- est¨¢n referidos a lo que sigue considerando como una amenaza de primer orden.
No se hab¨ªa ocultado que uno de los temas principales, por no decir el principal, del viaje de Schmidt a Mosc¨² era la discusi¨®n del tema de los euromisiles y de lo que Estados Unidos hab¨ªa considerado como una amenaza sovi¨¦tica previa: la existencia y el incremento de los SS-20 sovi¨¦ticos, que Mosc¨², a su vez, consideraba como una respuesta al material aliado anterior. El hecho de que Schinidt declare, a su salida de Mosc¨², que el tema de los euromisiles es ?negociable? es una noticia de primer orden en el sentido del apaciguamiento: contando con que Schmidt, a pesar del disgusto de Washington por su viaje, no puede hablar as¨ª por s¨ª mismo. Y el viaje de su ministro de Asuntos Exteriores, Gensch¨¦r, a Francia, primero, y a Washington, despu¨¦s, est¨¢ estrechamente relacionado con lo que puede ser una negociaci¨®n. Esperemos que haya encontrado a un Carter m¨¢s relajado que en los meses anteriores y m¨¢s afincado en una pol¨ªtica de realidades que la que mantuvo durante su tensa campana de las elecciones primarias. No ha citado Schrnidt ninguna fecha para esas posibles negociaciones: si comenzaran a producirse antes de la conferencia de Madrid y hubiera se?ales de alguna flexibilidad mayor de la URSS en el problema de Afganist¨¢n podr¨ªa empezar a creerse que una forma de reducci¨®n de los riesgos de la guerra fr¨ªa hab¨ªa comenzado ya y que en Madrid se podr¨ªa afianzar. Se puede permitir un cierto optimismo, aunque s¨®lo sea, desgraciadamente, circunstancial: porque el fondo grave de la situaci¨®n internacional reside en problemas de econom¨ªa global y de relaci¨®n con el Tercer Mundo que, desgraciadamente, reaparecer¨¢n en cualquier momento.
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