Estado regional y Estado federal / y 2
Hablar aqu¨ª y ahora de federalismo puede ser un puro desprop¨®sito. Aunque es cierto que, dejando a un lado la multiplicidad de criterios doctrinales, se opera en nuestros d¨ªas un proceso de aproximaci¨®n de las f¨®rmulas te¨®ricas: Estado federal-Estado regional (EF-ER), y se deja paso al tratamiento del tema a trav¨¦s de una serie de t¨¦cnicas similares en una y otra formulaci¨®n, no es menos verdad que la esencia, cualitativamente distinta, de EF y ER trasciende de lo puramente sem¨¢ntico. La idea de federaci¨®n hace referencia a un concepto cuyas determinaciones se concretan en la idea de proceso de unidad de disjuntos: colectividades pol¨ªticas que caminan hacia su unidad, mediante la aplicaci¨®n de diferentes t¨¦cnicas. El Estado unitario que se federaliza (Ortega), camina hac¨ªa su disgregaci¨®n, porque entra aqu¨ª en juego el grav¨ªsimo problema de la soberanla: al ?federalizar?, se cuestiona y replantea el t¨¦ma de la soberan¨ªa.Por otra parte, como se trata de realidades cualitativamente distintas (EF, divisi¨®n del poder del Estado; ER, nueva distribuci¨®n del poder estatal ¨²nico), tambi¨¦n debe tenerse en cuenta, adem¨¢s, las consecuencias que en el tiempo futuro pudiera traer ese coqueteo con el federalismo.
Pero atendamos al aqu¨ª y ahora: ?se presta buen servicio al pa¨ªs hablando hoy de federalismo para Espa?a? Surgen a este respecto una serie de consideraciones:
1? El panorama pol¨ªtico espa?ol est¨¢ lo suficientemente deteriorado como para que sea peligroso encender en la opini¨®n p¨²blica ilusiones federalistas. Si al pariorama pol¨ªtico se a?ade la actitud presente de ciertas fuerzas sociales y profesionales, dichas ilusiones federalistas (demag¨®gicamente dejadas entrever) podr¨ªan ser las sepultureras del sistema democr¨¢tico. ?O es que se pretende repetir el ?lanzamiento auton¨®mico? sin la suficiente base t¨¦cnica y de estudio?
2? La construcci¨®n del Estado de las Autonom¨ªas (t¨ªtulo VIII de la Constituci¨®n de 1978) est¨¢ planteando dificultades casi insuperables en muy diversas materias. La construcci¨®n es dif¨ªcil y penosa. No tiene mucho sentido pr¨¢ctico responder a c¨²mulo de dificultades presentes mediante el recurso de situar dichos problemas y dificultades en un nivel mucho m¨¢s dif¨ªcil y problem¨¢tico.
Si las competencias, por ejemplo, son transferidas cicateramente (medios personales, materiales y presupuestarios) a las regiones que acceden a su autogobierno, ?se operar¨ªa la transferencia con mayor generosidad en favor de los Estados federales? Si cuesta trabajo la asunci¨®n de la nueva mentalidad autonomista, ?se producir¨ªa aqu¨¦lla en profundidad por tratar se de ?federalismo?? Y la ?contes taci¨®n? de las hoy regiones, ?no ser¨ªa incomparablemente mayor por parte de los Estados federales?
A mayor abundamiento: ?Se encuentra preparada la Administraci¨®n central para producir en su propio cuerpo la vivisecci¨®n que exige la transferencia de servicios centrales?
3? Claro es que la federaci¨®n puede ser referida en cuanto proceso a un futuro indeterminado. Pero entonces hablar hoy de ella es salirse por la tangente y no enfrentarse con los problemas de aqu¨ª y ahora. Y si se pretendiera determinar, ?c¨®mo puede ser esto,posible, si no lo ha sido trazar las bases de un programa o calendario auton¨®mico para las menos explosivas autom¨ªas regionales?
4? En cualquier caso, el , t¨ªtulo VIII de la Constituci¨®n ofrece al ser le¨ªdo una duda razonable, en cuanto al posible futuro federalista de Espa?a. Cyando menos, har¨ªa necesaria su propia reforma, tanto para abordar sin ambig¨¹edades las competencias del Estado federal y de los Estados miembros como para regular el proceso de aprobaci¨®n de las respectivas constituciones de estos ¨²ltimos y la participaci¨®n de las mismasen la conformaci¨®n del orden constitucional (no del ordenamiento jur¨ªdico ordinario, como ocurre ahora).
5? Hablar, a¨²n cuando sea como colof¨®n (con un m¨ªnimo de rigor, claro), de una posible y futura soluci¨®n federalista para Espana, sin entrar de lleno en los fundamentales temas de la soberan¨ªa y del poder, puede constituir un inexcusable desconocimiento de nuestra historia pasada, pues fue en las Cortes Constituyentes de 1931, al discutirse el art¨ªculo 1 del proyecto de Constituci¨®n, cuando se plante¨® en profundidad el gran tema de la forma de Estado. Con razones de peso (pi¨¦nsese que la alternativa operar¨ªa hoy sobre una sociedad incomparablemente m¨¢s compleja y, por tanto, con mayores posibilidades de enfrentamiento) se opt¨® por una f¨®rmula interme dia (Estado integral), que, sin cuestionar los principios un?dad-soberan¨ªa-poder, permit¨ªa soluciones factibles y de prudencia pol¨ªtica.
En la l¨ªnea de conclusi¨®n, quiz¨¢ fuera oportuno apuntar la conveniencia de dejar en el tintero el romanticismo federalista, que a buen seguro no ha de encandilar a los pol¨ªticamente avisados, y centrar el planteamiento en cuestiones de hoy, reales y apremiantes. Algunas de estas cuestiones podr¨ªan ser:
a) Explicaci¨®n acerca Ae la puesta a punto en su aspecto org¨¢nico del aparato del Estado en materi¨¢ de autonom¨ªas, al objeto de dotarlo de una mayor operatividad, flexibilidad y eficacia.
b) Exposici¨®n de un programa o calendario auton¨®mico que inspirara inter¨¦s y diera confianza a las regiones.
c) Anuncio del estudio de un Estatuto del delegado del Gobierno.
d) An¨¢lisis global de las diferentes alternativas b¨¢sicas para la adecuada estructuraci¨®n de comunidad at¨®noma y diputaciones provinciales, que forman parte no desde?able de la columna vertebral de la nueva organizaci¨®n territorial del Estado.
e) Exposici¨®n gen¨¦rica del gran tema de la financiaci¨®n de las comunidades aut¨®nomas y, actualmente, de los entes preauton¨®micos.
f) Delineaci¨®n de criterios en orden a la futura funci¨®n p¨²blica regional, y, en fin.
g) Puntualizaci¨®n sobre los criterios que presidir¨ªan otra gran cuesti¨®n: el de las competencias compartidas y concurrentes, conect¨¢ndolas con la legislaci¨®n estatal (mejor, proyectos de ley), que abordan materias comprensivas de esta clase de competencias.
Quiere decirse que quiz¨¢ fuera preferible abordar aspectos pol¨ªtico-t¨¦cnicos del actual proceso auton¨®mico acorrer el riesgo de enredarse con sugerencias de futuro federalismo, que pueden costar muy caras al pa¨ªs.
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