Del 28? congreso del PSOE al 2? de UCD
Hace m¨¢s de un a?o termin¨® el 28? Congreso del PSOE, sin resoluci¨®n pol¨ªtica y, por supuesto, sin direcci¨®n para afrontar normalmente las cuestiones que pudieran plantearse. En su lugar se eligi¨® una comisi¨®n gestora con el mandato limitado de administrarlos asuntos corrientes y preparar un congreso extraordinario, del que saliera aprobada una l¨ªnea program¨¢tica y unos hombres id¨®neos para concretarla, sobre el contexto dram¨¢tico y esperanzador que nos ha tocado vivir.?C¨®mo hab¨ªa llegado a ese trance un partido cuyos diputados se sentaban en algo m¨¢s del tercio de los estrados del congreso, y cuyos afiliados administraban el poder local en los n¨²cleos m¨¢s din¨¢micos y extensos de Espa?a? A los militantes que durante cuatro d¨ªas hab¨ªan convertido el madrile?o Palacio de los Congresos en apasionado foro de encontradas perspectivas, ?se les hab¨ªan subido los ¨¦xitos a la cabeza? En la modernidad socialista, ?se hab¨ªa enraizado la cl¨¢sica premonici¨®n plat¨®nica de que los dioses enloquecen, previamente, a quienes quieren perder? Riesgos hab¨ªa como en cualquier organismo democr¨¢tico, en el que el esfuerzo creativo e innovador produce incertidumbres que no se dan en la mostrenca seguridad de los ¨¢mbitos totalitarios. M¨¢s s¨®lo se pierden los talantes dictatoriales. El talan-te socialista puede aventu rarse hasta la frontera de la exalta ci¨®n vocinglera, de la sensibilidad abierta al dislate, del arcaismo ver balista. M¨¢s no la atraviesa. Siem pre se detiene a tiempo para reco brar la razonable emoci¨®n y la apasionada reflexi¨®n por que de ¨¦l depende en toda medida el cum plimiento de las esperanzas de los trabajadores y, en gran medida, el sugestivo reajuste de una comuni dad en crisis.
En el congreso, la vocaci¨®n ¨¦tica de Felipe Gonz¨¢lez, desde una actitud que identifica pol¨ªtica y moral -medios responsables para finalidades justas-, inst¨® a los congresistas a profundizar en los problemas del pa¨ªs desde el pa¨ªs mismo, y no desde Alicia en el Pa¨ªs de las Maravillas; a comprender las dificultades de la transici¨®n, a conocer tanto las resistencias al cambio como los modos de marginarlas serenamente, a saber que a las necesarias e ilusionadas transformaciones no se acceder¨ªa cabalgando ret¨®ricas sem¨¢nticas, sino esfuerzos continuados y permanentes. Y todo ello desde una honesta y convincente serenidad como pocas veces se ha contemplado en la historia espa?ola. No apostaba a su futuro y al de un partido sazonado, por el de la naci¨®n. Apostaba, conjuntamente, por el socialismo democr¨¢tico y por la naci¨®n. Y ello fue valorado por los congresistas abri¨¦ndose un per¨ªodo de reflexi¨®n.
Transcurrido el verano, el discernimiento se impuso sobre el instinto, el meditado concepto sobre la palabra huera, la acci¨®n que se ampara en la tradici¨®n abierta sobre la indecisi¨®n que se reclina en el recordatorio est¨¦ril. Y ahora tenemos un partido socialista a la altura de nuestro tiempo, en el que el pluralismo ideol¨®gico -dentro del marco com¨²n y sustantivo- no empece sino enriquece la solidaridad operativa y que, aunque se solapa con los obreros, intelectuales, profesionales, t¨¦cnicos, empleados, funcionarios y peque?os empresarios, constituye ya, para otros grupos sociales, por su coherencia y sentido com¨²n, una reserva cercana para la recuperaci¨®n nacional.
Andadura veraniega
Ahora comenzamos nueva andadura veraniega. Como nuevos turistas surgen en nuestras costas explosiones incentivadas por la perversidad e imaginadas para suscitar atemorizadas reacciones; el desempleo llega a l¨ªmites de desesperaci¨®n, la inversi¨®n toca fondo, el proceso auton¨®mico se demora en perplejidad, en el entorno internacional la terca opacidad de los intereses derrota a las solidarias proclamas ideologizantes. Mientras el tiempo vacacional, a los que no lo tuvimos el pasado a?o, va a ser impregnado por la preocupaci¨®n del Estado, a otros, a los que componen UCD, esa preocupaci¨®n va a doblarse por la congresual que les espera.
No s¨¦ qu¨¦ va a suceder en el pr¨®ximo congreso de UCD, pero se debe confiar que tenga la sensibilidad suficiente para posibilitar el tratamiento adecuado a los problemas que aquejan al pa¨ªs. Podemos se?alar que, desde el debate parlamentario sobre la moci¨®n de censura, se ha abierto un nuevo per¨ªodo y no porque aquellos problemas no se vivieran, sino porque no se transmit¨ªa -comparti¨¦ndose m¨²ltiplemente- su vivencia. Despu¨¦s de tantas consultas populares -elecciones generales y de vario ¨¢mbito, comicios municipales, referendos- a¨²n no se hab¨ªa encarado la discusi¨®n inmediata y en vivo de las cuestiones.
Miles y miles de m¨ªtines y apariciones sucesivas en los medios de comunicaci¨®n no pueden compararse con la difusi¨®n de aquel debate parlamentario y los planteamientos contestados de las diversas opciones. Su valor pedag¨®gico evoca, entre otras cosas, la vieja f¨¢bula del rey que se paseaba desnudo y al que sus s¨²bditos, medrosamente silenciosos, no se atrev¨ªan a decirle nada. A trav¨¦s de aquella confrontaci¨®n se ha descubierto, sin excepci¨®n, la complejidad de un Estado moderno, el tremendo perfil de las perturbaciones que le traumatizan, y la mediocridad de los equipos que controlan el estado del enfermo.
Ignoro qu¨¦ vaya a suceder en el congreso del partido del Gobierno, y aunque la pol¨ªtica no sea ciencia exacta -como se complace en afirmarlo cierto materialismo positivista que ha abandonado la dial¨¦ctica en el desv¨¢n- tampoco obliga a contemplar la bola de cristal. Sin embargo, de las informaciones sugeridas por los medios de comunicaci¨®n se derivan algunas reflexiones:
- Un jefe que deambula como Nixon -al que se semeja por la falta de credibilidad- por los pasillos de su residencia, que conoci¨® los de otras antesalas, los de otros despachos en tiempos pret¨¦ritos, y sobre ellos plane¨® su ya envejecido encantamiento. Convenci¨® a unos, soseg¨® a bastantes y manipul¨® a muchos. Solamente en pocos persisti¨® la sospecha. Pero eran otros tiempos. Eran tiempos de ascenso personal y, por tanto, de esfuerzos -?he trabajado mucho?, ha reiterado el presidente-, m¨¢s a los pasillos aliviaba el aire acondicionado. Ahora, en cambio los atormentan dif¨ªciles tempestades. Alguno ha recordado el antiguo retiro de Yuste, m¨¢s el emperador ten¨ªa el mundo en la cabeza y era consciente de sus flaquezas.
- Un vicepresidente que posee idoneidades, maneja destrezas, orienta t¨¦cnicas, y que, mediante ellas, pudiendo llegar a bastantes sitios pretendi¨® alcanzarlos todos. Con dificultad se puede dudar de su rectitud moral, de su vocaci¨®n de Estado, de su trabajosa dedicaci¨®n. M¨¢s estas virtudes, ?son suficientes cuando las descompensa el escepticismo sobre el querer de los esp?oles, y el pesimismo que trunca las necesarias ilusiones?
- Existen otras reflexiones y otras voces que comprenden las arduas tareas exigidas por la recuperaci¨®n nacional, requeridas por la consolidaci¨®n de la democracia, impuestas por el permanente maridaje de libertad y bienestar. Su patriotismo se entrevera, a veces, de timidez; su inteligencia, de amedrentamientos; su perspectiva, de inmediatez; su voluntad, de decaimiento. ?Qu¨¦ dato se impondr¨¢?
Todo ello habr¨¢ de tenerse en cuenta en un congreso que nos preocupa como militantes de otro partido, pero ante todo, como ciudadanos, porque el estricto sentido partidario ha de servir, con el conveniente desinter¨¦s, a los supremos intereses de la naci¨®n y del pueblo.
Y ¨¦ste y aqu¨¦lla urgen remedios, porque no s¨®lo desean pervivir mediocremente, sino afirmar renovados protagonismos. De todos depende.
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