Somalia, un triste "r¨¦cord" mundial
?Todo funcionario del Gobierno de Somalia est¨¢ obligado a albergar refugiados en su casa. Yo he cedido, por indicaci¨®n del responsable pol¨ªtico de mi distrito, una habitaci¨®n a una familia de cuatro personas, cuya alimentaci¨®n y educaci¨®n de los hijos corre por mi cuenta?. Quien nos dice esto en Mogadiscio es Mohammud Afrah, redactor, jefe del peri¨®dico Heegan (Vigilancia), que adem¨¢s debe hacerse cargo de su propia familia, compuesta, por cuatro miembros.No recibe ninguna aportaci¨®n adicional por parte del Gobierno. Para hacer frente a esta situaci¨®n ha tenido que prescindir de gastos superfluos como el tabaco y la bebida.
Este es un ejemplo del esfuerzo que dedica Somalia para ayudar a sus ?hermanos de la Somalia occidental?, es decir, los habitantes del Ogaden, territorio ocupado por Etiop¨ªa y que Mogadiscio considera que le ha sido arrebatado. En esta regi¨®n lucha el Frente de Liberaci¨®n de Somalia Occidental (FLSO), apoyado por Mogadiscio Esta tierra des¨¦rtica fue escenario en 1978 de una cruenta guerra abierta entre los dos Estados vecinos.
Cada d¨ªa llega al otro lado de la frontera somal¨ª una media de 2.500 personas. En los veintis¨¦is campos instalados hay cerca de 720.000 refugiados, a los que hay que sumar una cantidad ligeramente superio que se localiza en las ciudades y en asentamientos espont¨¢neos. El peso de esta carga sobre la d¨¦bil econom¨ªa somal¨ª es aplastante. El Gobierno ha tenido que suspender los planes de desarrollo para dedicar sus pobres recursos a aliviar la situaci¨®n de estas personas y hacerles llegar los socorros necesarios.
Por su parte, el Alto Comisariado de las Naciones Unidas para los Refugiados (UNHCR) ha establecido un programa especial de ayuda para el presente a?o, en el que se destinar¨¢n cuarenta millones de d¨®lares para la instalaci¨®n de nuevos campos, apertura de pozos de agua -elemento este que es tremendamente esencial en una regi¨®n ya castigada por la sequ¨ªa-, medicinas, etc¨¦tera, y ha hecho un llamamiento a la comunidad internacional para que aporte otros ochenta millones en ayuda alimenticia.
Escasez para todos
La ayuda es apremiante porque la escasez afecta casi por igual a somal¨ªes y refugiados. Faltan bienes de consumo primarios, el az¨²car ha tenido que ser racionado, mientras otros productos alim¨¦nticios han duplicado, como m¨ªnimo, sus precios en el ¨²ltimo a?o, y en el ?mercado negro? alcanzan cifras astron¨®micas la harina, el ma¨ªz y la carne.
Somalia busca desesperadamente ayuda para afrontar esta situaci¨®n. Tras cortar amarras con el campo socialista en 1978 por el apoyo que prest¨® a Etiop¨ªa en la guerra del Ogaden, el r¨¦gimen, tambi¨¦n socialista, de Mogadiscio mira ahora hacia Occidente. ?La humanidad debe salvar a este pueblo del hambre?, nos dijo el presidente somal¨ª, Mohammed Siad Barre, en la conversaci¨®n mantenida con un grupo de periodistas extranjeros que visitamos la zona. ?Necesitamos la ayuda, venga de donde venga, incluso de Sur¨¢frica?, a?adi¨®. ?Cuando uno se est¨¢ ahogando no piensa en qu¨¦ tipo de persona es la que debe salvarle?.
La tensi¨®n b¨¦lica al otro lado de la frontera incide tambi¨¦n en la situaci¨®n de los refugiados. Aparte de la aceleraci¨®n del ¨¦xodo, existe el riesgo de los bombardeos et¨ªopes. Seg¨²n afirm¨® el oficial de polic¨ªa que nos acompa?¨® durante la visita a los campos de refugiados de la regi¨®n de Gedo (a unos cuarenta kil¨®metros de la frontera), hace cuatro semanas un avi¨®n et¨ªope intent¨® atacar el campamento en que nos encontr¨¢bamos. Como fue rechazado por la artiller¨ªa antia¨¦rea de la cercana ciudad de Luuq, descarg¨® sus bombas sobre otros campos menos protegidos, causando la muerte a cuatro personas. En la regi¨®n de Gedo hay 319.691 refugiados repartidos en diez campos, mientras la poblaci¨®n de la regi¨®n es tan s¨®lo de unos 27.000 habitantes. La situaci¨®n de las personas expatriadas, en su mayor¨ªa n¨®madas, var¨ªa de un campo a otro seg¨²n el grado de antig¨¹edad de ¨¦ste. Las necesidades est¨¢n mejor cubiertas en aquellos que llevan m¨¢s tiempo funcionando, lo cual ha permitido crear una m¨ªnima, aunque precaria, infraestructura sanitaria y de transportes.
El campo de Ara-As (44.772 refugiados que viven en rudimentarias chozas hechas con ramas de ¨¢rboles) es el m¨¢s antiguo de Somalia -funciona desde 1978-, cuenta con dos m¨¦dicos, uno de ellos franc¨¦s, perteneciente a la organizaci¨®n humanitaria M¨¦dicos Sin Fronteras. De las cuatro enfermeras, dos son de la misma nacionalidad y organizaci¨®n. Una de ellas, Nicole, nos dice que, en contra de lo que plidi¨¦ramos pensar, el problema de la desnutrici¨®n no es realmente alarmante. Que es m¨¢s grave la deshidrataci¨®n.
Afirma que su labor encuentra dificultades debido a que, por sus creencias religiosas, los refugiados se muestran reacios a las campa?as de vacunaci¨®n y a asistir a los dispensarios.
Los alimentos y las medicinas llegan en camiones desde la capital somal¨ª y deben emplear en el recorrido entre catorce y diecis¨¦is horas. La enfermera no descarta la posibilidad de que desaparezca alguna parte de la carga en el camino. ?Puede ser l¨®gico, dada la carencia de alimentos que afecta a los propios somal¨ªes?.
Consultados funcionarios del UNHCR sobre estas desapariciones, que alg¨²n ¨®rgano de Prensa occidental ha cifrado en el 40%, no niegan que haya mermas en el recorrido de los camiones, pero que tal cifra es exagerada. En cualquier caso, van a adoptarse mayores medidas de control.
En campos de refugiados cercanos a Ara-As la situaci¨®n es m¨¢s dram¨¢tica. En el de Dooryanle no hay m¨¦dicos, como tampoco en el de Maganay. Si en el primero de estos campos mueren unas veinte personas al mes, en los otros dos los fallecimientos alcanzan una cifra entre seis y diez personas diarias.
Una larga huida
En Dooryanle conversamos con una joven refugiada. Procede de la regi¨®n et¨ªope de Bal¨¦. Se encuentra en avanzado estado de gestaci¨®n y uno de los tres peque?os que la han acompa?ado en el exilio est¨¢ enfermo. Lleva en este campamento diez d¨ªas. En Etiop¨ªa dej¨® otros tres hijos y al marido, seg¨²n ella, combatiendo. Carg¨® sus pocas pertenencias sobre un burro, puso encima a los tres peque?os y, tras caminar durante veinte noches -durante el d¨ªa se escond¨ªa-, lleg¨® a la frontera.
En cuanto a las razones del exilio, los refugiados consultados repiten casi id¨¦ntico relato: ?Llegaron los cubanos, mataron nuestros reba?os y envenenaron los pozos de agua?. A los periodistas que visitamos la zona nos qued¨® la duda de si estos refugiados, o sus int¨¦rpretes, quieren agradar a quienes les han brindado asilo. En nuestra visita ¨ªbamos acompa?ados de polic¨ªas ostentosamente armados y por responsables pol¨ªticos somal¨ªes.
Algo que llama la atenci¨®n en los campos es la casi ausencia de hombres j¨®venes. Seg¨²n las estad¨ªsticas, el n¨²mero de varones adultos es inferior al 10%, incluyendo a los ancianos. ?D¨®nde se han quedado los que indudablemente faltan? Ante la insistencia de los periodistas, las autoridades somal¨ªes, incluido el ministro de la Informaci¨®n, dec¨ªan que los hombres se hab¨ªan quedado combatiendo. Lo cual arroja una cifra casi inveros¨ªmil de guerrilleros (por encima de los 200.000), incluso para los somal¨ªes, que terminaban admitiendo la posibilidad de que una parte de ellos hubiese quedado cuidando los reba?os al otro lado de la frontera.
A pesar del encomiable esfuerzo de los somal¨ªes hacia sus otros hermanos de la frontera, son graves los problemas, sobre todo de ¨ªndole sanitaria, que quedan por resolver. Faltan antihermorr¨¢gicos, analg¨¦sicos, medicinas contra el t¨¦tanos y aparatos para an¨¢lisis cl¨ªnicos, fundamentales para la detecci¨®n de una enfermedad tan extendida y contagiosa como es la tuberculosis.
Una joven enfermera italiana, Gioia Orensia, nos habl¨® en el campo n¨²mero 2 de Jalalaksa de deficiencias, en el campo organizativo, de la infraestructura sanitaria. ?Falta una direcci¨®n en el campo que haga comprender a estas pobres gentes que no deben acudir al r¨ªo para abastecerse de agua porque est¨¢ contaminada. Se han abierto pozos, pero la gente sigue yendo al r¨ªo. Recientemente se ha efectuado una campa?a de vacunaci¨®n masiva, pero como llegan continuamente nuevos refugiados y se mezclan con los dem¨¢s, la eficacia de la vacuna desaparece en lo que se refiere a las enfermedades end¨¦micas?, nos dijo.
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