Sud¨¢n, "el a?o del expatriado"
En Sud¨¢n, 1980 ha sido declarado el ?a?o del refugiado?, con el fin de atraer la atenci¨®n internacional sobre la situaci¨®n del medio mill¨®n de personas que han cruzado sus fronteras en busca de refugio y que suponen una pesada carga para su fr¨¢gil econom¨ªa.Estos expatriados proceden de cuatro de los ocho pa¨ªses vecinos de Sud¨¢n, y desde hace quince a?os han ido llegando en oleadas sucesivas. Sin embargo, la abrumadora mayor¨ªa de ellos, 400.000, proceden de Etiop¨ªa, y de ¨¦stos, el 90% han llegado de la regi¨®n de Eritrea, de donde huyeron empujados por los combates entre el Gobierno central y los movimientos de liberaci¨®n.
La escasez de recursos de Sud¨¢n y de la ayuda internacional recibida no ha permitido socorrer m¨¢s que a un n¨²mero relativamente m¨ªnimo de refugiados, dot¨¢ndoles de instalaciones permanentes. Cerca de las tres cuartas partes de los refugiados viven fuera de esos campos estables, lo cual plantea a nativos y asilados problemas suplementarios de orden social y econ¨®mico, sobre todo en las grandes ciudades (en Jartum hay unos 50.000, y en Port Sudan, 40.000). En ¨¦stas, el aluvi¨®n de refugiados ha exacerbado la competencia en la b¨²squeda de empleos, ha agravado la penuria de alimentos -con el consiguiente aumento de precios-, transportes y servicios p¨²blicos, especialmente en el campo de la sanidad. En los hospitales de Gedaref y Kassala, la mayor parte de las camas de los hospitales est¨¢n ocupadas por expatriados, y en las escuelas, el n¨²mero de ¨¦stos supera al de sudaneses.
Esto ha creado en las ciudades una situaci¨®n de tensi¨®n, que incluso ha degenerado en motines contra los refugiados. Durante la visita al campo de Towawa, a unos seis kil¨®metros de la ciudad de Gedaref, un joven maestro et¨ªope, originario de Tigrai y miembro del Frente de Liberaci¨®n de esta regi¨®n, nos cont¨® que los 30.000 refugiados que habitaban en la ciudad fueron trasladados a los campos a ra¨ªz de los incidentes del pasado mes de octubre. ?Fueron quemadas nuestras chozas por los sudaneses, y yo fui apaleado por la polic¨ªa?.
Ante la avalancha de refugiados sobre las ciudades, las autoridades de Jartum llevan a cabo la pol¨ªtica de alejar al m¨¢ximo n¨²mero posible de ellos de las mismas, con el fin de ?preservar el car¨¢cter sudan¨¦s de las ciudades?.
Esta situaci¨®n no est¨¢ exenta de ciertas tensiones entre autoridades y refugiados. Algo de esto ocurri¨® durante nuestra visita a Towawa, donde el comit¨¦ local desminti¨® en nuestra presencia al funcionario sudan¨¦s cuando suministr¨® algunas cifras sobre raciones alimenticias o desempleo entre los refugiados. Esta actitud vali¨® una advertencia a uno de los miembros del comit¨¦: ?Usted s¨®lo lleva aqu¨ª un mes?, dijo, amenazador.
En otro campo cercano, el de Umgulia, el comit¨¦ local no quer¨ªa hablar de otra cosa que del fracaso de una operaci¨®n m¨¦dica a que hab¨ªa sido sometido uno de los refugiados. Cuando part¨ªamos, un grupo de asilados rode¨® el Land Rover, pidi¨¦ndonos comida. Por sus gestos nos indicaron que ten¨ªan el est¨®mago vac¨ªo.
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