Ment¨ªs de la Corona brit¨¢nica a los rumores sobre la boda del pr¨ªncipe Carlos con Mar¨ªa Astrid de Luxemburgo
Presionados por la curiosidad p¨²blica ante una de las ?serpientes de verano? informativas favoritas del pueblo brit¨¢nico -la boda del principe Carlos-, la Corona y el Gobierno han salido al paso de las especulaciones con un rotundo ?no? a los rumores en torno al tema.
Y sin embargo, a pesar de las negativas oficiales sobre un posible compromiso matrimonial entre el pr¨ªncipe de Gales y la princesa Mar¨ªa Astrid, de Luxemburgo, la duda permanece en la mente de todos los ingleses, con certeza por el deseo general de ver pronto casado al soltero m¨¢s codiciado del mundo.Todo empez¨® a principios de semana, cuando el gran maestre de la Orden de Orange de Escocia, Thomas Orr, manifest¨® que el secretario de Estado para Irlanda del Norte, Humphrey Atkins, le hab¨ªa dado seguridades de que la Act of Settlement, que regula la ley de sucesi¨®n a la corona brit¨¢nica, no ser¨ªa cambiada.
Este Act of Settlement (o Acta de Acuerdo) fue promulgada enjunio de 1701, cuando el rey de Inglaterra y pr¨ªncipe de Orange, Guillermo III, se encontraba enfermo ysin sucesi¨®n, y el ¨²nico descendiente de su cu?ada Ana (que luego se convirti¨® en reina de ese nombre) liab¨ªa muerto recientemente. Ante la posibilidad de una restauraci¨®n cat¨®lica por parte de los partidarios de Jaime II, la ley estableci¨® que si Guillermo y Ana mor¨ªan sin descendencia -como ocurri¨®-, los derechos de la Corona pasar¨ªan a Sof¨ªa, electora y duquesa viuda de Hannover y ?a su descendientes protestantes?. De hecho, se procedi¨® a la instauraci¨®n posterior de la casa de Hannover en Inglaterra y a la prohibici¨®n de que un pr¨ªncipe heredero contrajese matrimonio con una persona de la fe cat¨®lico-romana.
Como consecuencia de la declaraci¨®n hecha por el gran maestre de la Orden de Orange, negada por la secretar¨ªa de Estado de Irlanda del Norte, la Prensa y el Parlamento intervinieron inmediatamente en la pol¨¦mica.
Interrogada en el turno de interpelaciones de la C¨¢mara por un diputado laborista, la primera ministra, Margaret Thatcher, neg¨® firmemente, el martes, que el Gobierno tuviera intenci¨®n. de introducir ning¨²n cambio en la vigente ley de Sucesi¨®n. ?El Act of Settlement permanece invariable?, dijo la se?ora Thatcher.
Una ley ?discriminatoria?
Pero el asunto no ha terminado ah¨ª. Cuatro diputados, curiosamente escoceses, un cat¨®lico, un presbiteriano, un jud¨ªo y un agn¨®stico, han patrocinado una moci¨®n privada, que se debatir¨¢ el 29 de julio, en la que piden la supresi¨®n de la parte de la ley que hace referencia a las bodas de los herederos de la Corona con cat¨®licos, por considerarla ?discriminatoria, ofensiva e insultante? para la comunidad cat¨®lica del Reino Unido. Y es curioso que los patrocinadores de esta moci¨®n, que no tiene posibilidad alguna de salir adelaiite, sean escoceses, porque fue precisamente el Act of Settlement de 1701 el que produjo dos levantamientos populares en Escocia contra la monarqu¨ªa hannoveriana, en 1715 y 1745.
En la discusi¨®n de la moci¨®n y votaci¨®n subsiguiente, los diputados tendr¨¢n libertad de conciencia para votar y, de esta manera, tanto el Gobierno como la corona podr¨¢n comprobar por d¨®nde van los sentimientos de la C¨¢mara en torno a la cuesti¨®n.
Pero la pol¨¦mica es tan intensa, que el palacio de Buckingham se ha visto obligado a Intervenir. El secretario de prensa de la Reina, Michael Shea, declar¨® ayer que ?no existe ning¨²n plan para un compromiso matrimonial entre el pr¨ªncipe de Gales y la princesa Mar¨ªa Astrid?, y que cualquler sugerencia en ese sentido ?carece en absoluto de fundamento?. Shea a?adi¨® que Carlos no ve desde hace a?os a la heredera de los grandes duques de Luxemburgo y que el principe de Gales no tiene por el momento intenci¨®n de casarse.
Pero la imaginaci¨®n popular no se resigna, y recuerda que hace a?os el heredero de la Corona declar¨® que se casar¨ªa en torno a los treinta a?os, y que este a?o cumplir¨¢ los treinta y dos. Por tanto, a pesar de negativas oficiales, el suspense contin¨²a.
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