La bicicleta se afianza como alternativa de transporte
El pasado 31 de mayo, s¨¢bado, 36 ciudades de Dinamarca se vieron invadidas por manifestaciones masivas de ciclistas, en petici¨®n de mejores condiciones para la circulaci¨®n urbana sobre sus veh¨ªculos de dos ruedas. Seg¨²n la polic¨ªa, el n¨²mero de manifestantes lleg¨® a alcanzar los 18.000 en la capital, Copenhague, y los 7.000 en Aarhus, la segunda en habitantes del pa¨ªs. En 1979, una manifestaci¨®n similar hab¨ªa reunido alrededor de 50.000 personas.D¨ªas antes, el domingo 11, Francia vivi¨® el D¨ªa de la Bicicleta, manifestaci¨®n organizada por la Uni¨®n Nacional de las Dos Ruedas y los distintos comit¨¦s cicloturistas del pa¨ªs, bajo el patrocinio del Ministerio de la Juventud, Deportes y Recreaci¨®n. M¨¢s de 200.000 ciclistas participaron en la jornada. En Espa?a esto s¨®lo se lleva a cabo en algunas ciudades. Madrid, con la iniciativa de Radio Popular, ya ha celebrado dos ediciones con enorme ¨¦xito.
Cuando en Europa las manifestaciones en pro de la bicicleta no cesan es el s¨ªntoma claro de lo mucho que queda por conseguir en ese campo, una vez demostrado palpablemente que es necesaria. Madrid, gracias al inter¨¦s tomado por el ayuntamiento en su nueva etapa, est¨¢ siendo pionera en facilitar Poco a poco el acceso de los ciclistas a sus calles, como transporte o como simple ejercicio. A nivel de tr¨¢fico en carretera, para el cicioturismo, la direcci¨®n general parece no querer enterarse, por el momento, de ciertas exigencias m¨ªnimas, como unos arcenes -ya ni siquiera carriles- debidamente asfaltados o limpios. Es de esperar, en todo caso, un futuro mejor y menos peligroso para los aficionados al excursionismo en carretera.
El ejemplo multitudinar¨ªo de las fiestas de la bicicleta, no real y, desde luego, molesto para el automovilista, s¨ª ha servido (y podr¨¢ seguir haci¨¦ndolo) como concienciaci¨®n ciudadana sobre la utilidad de la ?bici?. M¨¢s de 50.000 juntas, un solo d¨ªa al a?o, resulta un absurdo irreal, pero al menos ?ha movido? el tema. Las pocas protestas de los vecinos de la calle del General Mola, entre Alcal¨¢ y Mar¨ªa de Molina, acotada de las nueve de la ma?ana a las tres de la tarde los domingos y festivos para todo tipo de veh¨ªculos sin motor -pero no a transportes p¨²blicos o urgencias- han quedado acalladas por el ejemplarizante espect¨¢culo que ello ofrece. Las futuras inauguraciones de los circuitos del Retiro y la Ciudad Universitaria -despu¨¦s del verano-, as¨ª como el siguiente de la Casa d¨¦ Campo -para 1981- no tendr¨¢n por qu¨¦ suscitar ya molestia alguna, al estar al margen de la calzada.
Sin embargo, todos los pasos deben darse para llegar a ese ideal, f¨¢ctible en gran n¨²mero de zonas, de la bicicleta como alternativa v¨¢lida en el transporte urbano. Humos y contaminaci¨®n aparte, naturalmente, pues en coche o andando todos respiramos el mismo aire. Bien est¨¢ cerrar un d¨ªa la circulaci¨®n en gran parte de Madrid; cada semana, una calle, o incluso auslar circuitos. Pero lo real tambi¨¦n es que el automovilista se conciencie de respetar al ciclista -como ocurre en Europa, donde nadie pita ni ?parece tener siempre prisa?-, y que ¨¦ste, en ciertos d¨ªas, como los festivos, por poner nuevamente un ejemplo actual, se convenza de que puede circular por Madrid sin ese peligro que a veces se exagera por ir sobre dos ruedas. Evidentemente, como en cualquier actividad, el ciclista debe estar preparado y, en el caso de la circulaci¨®n, cumplir las normas l¨®gicas para soslayar su te¨®rica indefensi¨®n. Un usuario que circule en zig-zag por no saber montar bien ser¨¢ mejor que se entrene antes de ser atropellado, aunque s¨®lo sea por invadir el reducido espacio vital del tr¨¢fico. Por ello es norma que en el vel¨®dromo de General Mola, sean mayor¨ªa los ni?os.
Si es por ver el futuro con optimismo, no ser¨ªa descabellado pensar, por ejemplo, en un facil¨ªsimo pasillo en la Castellana. Bastar¨ªa con quitar metro y medio del carril m¨¢s lento de los autom¨®viles -el m¨¢s cercano al carril-bus-, poniendo una simple separaci¨®n indicativa de carril-bici. Precisamente, la Castellana, como en un futuro tambi¨¦n podr¨ªan ser General Mola o Bravo Murillo, son calles suficientemente amplias (y por ello, de m¨¢s r¨¢pida y peligrosa circulaci¨®n) como para hacer conveniente esa m¨ªnima separaci¨®n. En otras, m¨¢s estrechas, bastar¨ªa con que entrara el civismo para permitir la convivencia bicicletas-autos, que en un plazo inverso a los problemas energ¨¦ticos deber¨¢ favorecer a las primeras, a los peque?os ciclomotores y a los transportes p¨²blicos.
Limitaciones relativas
En cualquier caso, soslayado el tema ?peligro?, las limitaciones al uso de la bicicleta no son mayores que las del propio individuo -su comodidad, sus fuerzas, la calidad del ?instrumento? utilizado y las dificultades del terreno-. Todo va unido, pues depende de lo que ?quiera? hacer cada uno en ella. Si se trata de dar un simple paseo, sin salir de una urbanizaci¨®n, por ejemplo, o si el usuario es un ni?o, una bicicleta plegable, de ruedas peque?as, sirve perfectamente. La producci¨®n espa?ola, estimada en casi un mill¨®n de bicicletas por a?o, se ha lanzado en gran parte, desde el principio de la demanda, en esa direcci¨®n. Sin embargo, si lo que quiere la persona es rodar m¨¢s distancia, hacer cicloturismo, en suma, incluso subir ciertas cuestas, las bicicletas ya deben ser de mayor tama?o, con la amplia gama de precios que el comprador desee. Por menos de 20.000 pesetas, aunque en el mercado se puedan encontrar de 100.000 y m¨¢s, superligeras, gracias al titanio, es posible adquirir una m¨¢quina que no suponga una carga exagerada. De lo que s¨ª tiene que darse cuenta el usuario es que las limitaciones -como a la hora de comprar un coche o un traje- deben estar en ¨¦l mismo, sin que intervengan los ?accesorios? en un primer plano. Esto supondr¨ªa haber hecho la mala inversi¨®n de aburrirse y dejar la ?carga?.Uno de los m¨¢ximos inconvenientes que se plantean para el suo de la bicicleta en Madrid -no ser¨ªa el caso en muchas ciudades espa?olas, completamente llanas- estar¨ªa en las ?cuestas?. Sin embargo, al margen ya de unos cambios apropiados y una calidad media en la m¨¢quina, en una persona normal f¨ªsicamente, es el ritmo continuado y el ?saber montar? el que resuelve casi todo. Incluso se puede solucionar una subida muy pronunciada echando pie a tierra sin mayor problema ni verg¨¹enza. Desde luego, as¨ª es una manera bien f¨¢cil de cambiar de direcci¨®n o para cruzar discos, convirti¨¦ndose en peat¨®n por conveniencia. El hecho claro es que a la bicicleta se le pueden sacar muchos m¨¢s rendimientos que los inconvenientes ancestrales de un pa¨ªs antideportivo, pero que quiere dejar de serlo por su cambio de mentalidad o porque las circunstancias econ¨®micas le van a obligar a ello en gran medida. Si la bicicleta es una soluci¨®n, hora es ya de olvidar peligros o comodidades y de empezar a cambiarla por el coche. Las veces que eso se haga, al menos, habr¨¢ un coche menos circulando.
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