Juego limpio
La negociaci¨®n pol¨ªtica que en su momento permiti¨® las propuestas institucionales de los diez primeros magistrados del Tribunal Constitucional dej¨® paso ayer a la actuaci¨®n jur¨ªdica que a partir del pr¨®ximo d¨ªa 15 har¨¢ de este alto ¨®rgano el supremo guardi¨¢n de la Constituci¨®n de 1978. Frente a las visiones pesimistas de quienes temen que la funci¨®n del Tribunal constituya un peligro para el desarrollo democr¨¢tico del pa¨ªs, su propio presidente sali¨® al paso de este riesgo y ofreci¨® garant¨ªas de juego limpio.Entre las cr¨ªticas que se han esbozado frente a los tribunales constitucionales en general, y frente al espa?ol en particular, destaca la opini¨®n del abogado Jos¨¦ Mar¨ªa Mohedano, quien advirti¨® en la revista La Calle, del pasado 5-2-1980, sobre el peligro de un Gobierno de los jueces, sobre todo en situaciones de crisis sociales o pol¨ªticas en que la parte m¨¢s regresiva de la sociedad ve posibilidad de hacer un uso conservador de un instrumento presentado ideol¨®gicamente como ?neutral,?.
Garc¨ªa Pelayo cogi¨® por los cuernos, desde el momento mismo del arranque del ¨®rgano que preside, este riesgo. Y sin ocultarlo, sino reconociendo que el llamado Gobierno de los jueces ?es una patente y posible deformaci¨®n del r¨¦gimen democr¨¢tico?, explic¨® que los efectos pol¨ªticos del Tribunal Constitucional nunca invadir¨¢n la esfera de libertad de otros ¨®rganos, limit¨¢ndose a determinar si su acci¨®n ?est¨¢ dentro de los par¨¢metros constitucionales ?.
El presidente no dej¨®, en todo caso, de advertir por su parte a las formaciones pol¨ªticas de que no intenten pedirle al Tribunal Constitucional que respalde sus particulares enfoque,s partidistas. Frente a la oferta de juego limpio que el Tribunal ofreci¨® ayer ante el Rey y las m¨¢ximas autoridades del Estado, la contraprestaci¨®n leg¨ªtimamente exigible es que la pol¨ªtica, en su sentido peyorativo, no invada al ¨®rgano encargado de interpretar la norma suprema.
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