El sector el¨¦ctrico, entre la racionalizaci¨®n y la nacionalizaci¨®n
Como es sabido, el sector el¨¦ctrico espa?ol, al contrario de lo que su cede en la mayor parte de los pa¨ªses, es, hoy por hoy, fundamentalmente privado, y oficialmente nadie desea su nacionalizaci¨®n. Sin embargo, las empresas el¨¦ctricas privadas parecen convencidas de que, en un plazo no muy lejano, el sector se encontrar¨¢ en la esfera p¨²blica, y desarollan una pol¨ªtica de descapitalizaci¨®n de con secuencias duras muy graves para el pa¨ªs. Los poderes p¨²blicos, por su parte, tanto el Gobierno como la oposici¨®n, centran los, objetivos del sector en que la participaci¨®n p¨²blica alcance un determinado porcentaje.La cuant¨ªa de dicha participaci¨®n p¨²blica parece, sin embargo, irrelevante, en un momento en que la situaci¨®n financiera de las empresas privadas est¨¢ en un proceso tan avanzado de deterioro que parece imposible puedan continuar mucho tiempo en las condiciones actuales, por lo que, sin que nadie lo nacionalice por motivos pol¨ªticos, el sector el¨¦ctrico parece abocado a ir entrando progresivamente en la ¨®rbita p¨²blica.
El cuadro adjunto trata de ofrecer una imagen de la situaci¨®n actual del sector y se ha obtenido a partir de los datos que aparecen en las memorias de las nueve primeras empresas el¨¦ctricas privadas. Con ¨¦l puede conocerse c¨®mo evolucionan los fondos netos generados por las propias empresas (autofinanciaci¨®n) y los captados en los distintos mercados financieros, as¨ª como el destino de los mismos.
El diagn¨®stico parece claro: el sector se encuentra desbordado por unas inversiones, entre las que predominan las nucleares, que son de una cuant¨ªa tal que la obra hoy en curso supone casi un 40% de toda la acumulada hasta el momento. Los resultados brutos del sector son, a su vez, insuficientes para amortizar correctamente las instalaciones y poder reflejar en cada ejercicio todos los gastos imputables. De hecho, el sector, para poder lucir unas cifras de beneficios, tiene que pasar a la inversi¨®n de si obra en curso gran parte de los gastos financieros de cada ejercicio, por lo que las cargas financieras contabilizadas por algunas empresas representan ¨²nicamente un 2% de su pasivo ajeno.
Autofinanciaci¨®n real inexistente
Gracias a los resultados de la auditor¨ªa que, por primera vez, figura este a?o en la memoria de la principal empresa el¨¦ctrica, puede se?alarse que frente a los 11.000 millones de pesetas a que ha ascendido su autofinanciaci¨®n en 1979 se han capitalizado 10.000 millones de pesetas de gastos financieros. Esto supone que la autofinanciaci¨®n real ha sido pr¨¢cticamente inexistente (de hecho negativa, si se tiene en cuenta que tambi¨¦n se capitalizan gastos de personal), lo que implica que el sector s¨®lo genera recursos para pagar los intereses del exigible ajeno, pero no para su reembolso. Ello obliga, en una cl¨¢sica ? huida hacia adelante?, a un proceso de refinanciaci¨®n continua, que deteriora adicionalmente los resultados y obliga a intensificar el proceso de traspasar a la obra en curso -o sea, al futuro- los costes que no puede absorber el ndgocio presente. Dicha refinanciaci¨®n tiene que efectuarse adem¨¢s a un ritmo cada vez m¨¢s r¨¢pido, ya que, dada la evoluci¨®n del sector financiero, los plazos de amortizaci¨®n de los nuevos empr¨¦stitos y cr¨¦ditos, que es necesario contraer para poder pagar los anteriores, son cada vez m¨¢s reducidos.
Hay un factor al que no nos hemos referido hasta ahora y que es fundamental al juzgar la situaci¨®n financiqra del sector: se trata de la pol¨ªtica de distribuci¨®n de beneficios. Seg¨²n principios elementales de econom¨ªa de la empresa, un sector, que se encontrara en la situaci¨®n aqu¨ª descrita no deber¨ªa distribuir dividendos. Pues bien, el sector el¨¦ctrico espa?ol reparte ritualmente dividendos del 10% neto, lo que no s¨®lo implica repartir un beneficio que realmente no existe, sino que impide que su autofinanciaci¨®n alcance un nivel m¨¢s razonable. Esta pol¨ªtica no se ha adoptado adem¨¢s para conseguir as¨ª aportaciones importantes del mercado de capitales, ya que, seg¨²n se ve en el cuadro anterior, el sector s¨®lo consigui¨®, en 1979, 6.000 millones de pesetas como aportaci¨®n neta de los accionistas, mientras su endeudamiento aumentaba en 113.000 millones de pesetas. Esta actuaci¨®n supone que, como se deduce de las cifras del mencionado cuadro, en los tres ¨²ltimos a?os se ha retribuido al capital con 143.000 millones de pesetas, mientras su nueva aportaci¨®n s¨®lo ha ascendido a 49.200 millones de pesetas, lo que supone una relaci¨®n media de tres pesetaas de retribuci¨®n por cada peseta nueva conseguida, cifra que llega a ser de nueve pesetas en 1979.
El gr¨¢fico adjunto trata de poner de relieve c¨®mo, a partir de 1976, la evoluci¨®n de las cotizaciones el¨¦ctricas resulta inversamente proporcional a los desembolsos efectuados por los accionistas en las ampliaciones de capital. As¨ª, en los a?os 1976 y 1978, en que se ha forzado su aportaci¨®n, la cotizaci¨®n ha bajado sensiblemente, lo que confirma las escasas posibilidades de la Bolsa para la financiaci¨®n presente y futura del sector, dados los baj¨®s niveles de cotizaci¨®n a que ha llegado.
Sobre el sector el¨¦ctrico lo que hay formado es un entramado de intereses que maneja los 300.000 millones de pesetas que se recaudan anualmente y asigna los 200.000 millones de pesetas que el sector invierte. La pol¨ªtica de dividendos el¨¦ctricos (que la banca podr¨ªa decidir reducir, puesto que ella no se perjudicar¨ªa y la situaci¨®n financiera de las empresas mejorar¨ªa sensiblemente) es, sin embargo, un tributo que hay que pagar para que el sistema siga funcionando.
Este saneamiento exigir¨ªa un aumento de la autogeneraci¨®n de fondos, bien por una reducci¨®n de los dividendos o por un aumento de tarifas condicionado a mayores dotaciones de amortizaciones y reservas. En definitiva, lo que es insostenible es la pol¨ªtica actual de pretender contentar simult¨¢neamente al consumidor y a los accionistas a costa de traspasar el problema a los que manden en el futuro. Resulta por ello extra?o que, pese a la importancia financiera del sector el¨¦ctrico, no exista un ¨®rgano encargado de supervisar u situaci¨®n econ¨®mica, al igual que sucede, por ejemplo, con la banca privada, en donde el Banco de Espa?a juzga la procedencia o no del reparto de una cifra de dividendos.
En el sector el¨¦ctrico deber¨ªa, pues, llevarse a cabo una actuaci¨®n de este tipo que adecuara al menos, la pol¨ªtica de dividendos con la de tarifas, antes de que el sector complete su descapitalizaci¨®n. En todo caso, si no se act¨²a en esta direcci¨®n, todo el mundo debe saber que se est¨¢ dejando el ajuste para cuando el sector sea p¨²blico, con el fin de que, cuando tenga lugar, no aparezca entonces el ?liberal? de turno que lo interprete como prueba de que la empresa p¨²blica gestiona peor que la privada.
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