?Pero d¨®nde est¨¢n los imaginativos?
Algo habr¨¢ que inventar para que los espa?oles no tengamos que morir de aburrimiento en los meses, en los a?os, en los lustros que dicen que se avecinan. Estos espa?oles que hab¨ªan sido educados para la vida de alta calidad mientras que el sue?o de las libertades era todav¨ªa patrimonio de unos pocos. Estos espa?oles a los que despu¨¦s se transmiti¨® ese peligroso sue?o del que muchos ya se han despertado entre el bostezo y el juramento.Imaginad una Espa?a cada vez m¨¢s empobrecida en lo material y menos generosa en el reparto de las libertades. La cosa parece simple y caricaturesca, pero indicios vemos todos de que esa puede ser la direcci¨®n. Es demasiado. Esa doble decepci¨®n no se sabe hasta d¨®nde nos podr¨ªa conducir.
Pero ya dijo aquel vicepresidente que hay que instalarse en la crisis, tal vez sin reparar en que la ?instalaci¨®n? no es igual para todos. No, no, lo que hay que hacer no es instalarse, sino rebelarse contra la crisis de la econom¨ªa y contra la crisis de la libertad. Esa filosof¨ªa de la instalaci¨®n nos destruir¨ªa poco a poco, nos matar¨ªa, nos dejar¨ªa sumidos en el aburrimiento, que es la peor forma de barbarie, y en la inanici¨®n vital y colectiva.
Necesitamos que alguien pegue un clarinazo cada d¨ªa para despertar a los somnolientos y a los despistados. Hacen falta revulsivos de toda especie. Incluso poner en marcha la filosof¨ªa del partido rad¨ªcal como singular elemento golpeaconciencias y exterminador de las acomodaticias rutinas en que van cayendo los partidos convencionales, al cabo de s¨®lo tres a?os y pico de funcionamiento legal.
Necesitamos que la televisi¨®n deje de ser el gran aliado de la modorra nacional, pues ¨¦sa es la gran corrupci¨®n televisiva, mucho m¨¢s que la que pudiera resultar de las investigaciones parlamentarias o judiciales. Unos millones m¨¢s o menos no son nada comparados con la gran adormidera de millones de espa?oles indefensos. Yo sigo con mi vieja idea de proponer el cierre de la televisi¨®n durante seis meses, y a ver qu¨¦ pasa.
Contra el aburrimiento y el peligro de la intoxicaci¨®n, algo habr¨¢ que hacer para sacar a la Prensa de la triste situaci¨®n en que se encuentra, descapitalizada, maltrecha, vacilante y con la libertad de expresi¨®n en progresivo declive. Si es que quieren matarla o domesticarla, que lo digan, que lo digan claramente y as¨ª dejar¨ªamos de enga?arnos unos a otros. Pero matarla ser¨ªa como un suicidio nacional, como la destrucci¨®n de una de las posibilidades de supervivencia con un poco de dignidad y con un poco de libertad.
El paro es uno de los factores petrificadores de las ilusiones nacionales. Nunca se sabe en qu¨¦ sector es m¨¢s da?ino, pero uno piensa que lo m¨¢s desolador es la perspectiva que abre para esos cientos de miles de j¨®venes que ya est¨¢n en paro o que van a estarlo en cuanto que pretendan acceder al mercado de trabajo. Que me vengan luego con monsergas sobre drogas, vicios y delincuencias juveniles. Hay una cosa que se llama relaci¨®n de causa a efecto. Es un crimen aniquilar las ilusiones de esos espa?oles j¨®venes, con todo el inmenso potencial de creatividad que llevan dentro.
Por alg¨²n lado hay que romper. Es idiota acomodarse y es inhumano manejar a los hombres como datos estad¨ªsticos. Se nos
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?Pero d¨®nde est¨¢n los imaginativos?
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puede marchar Espa?a por los entresijos de las computadoras. Pero ?d¨®nde est¨¢n los imaginativos, los listos, los emprendedores los agresivos empresarios, los arriesgados talentos?
Que se dejen de palabras de una vez, que para hablar o escribir ya estamos los periodistas, que no sabemos hacer otra cosa Tambi¨¦n vale para el Gobierno que no debe, gastar todas sus energ¨ªas en defenderse de los barones o en parar en seco a los fontaneros, que son cosas que no le interesan a nadie, nada m¨¢s que a trescientos enterados.
Este pa¨ªs nuestro, esta Espa?a desinflada y en trance de agotamiento, espera de sus clases dirigentes una se?al, un est¨ªmulo una orientaci¨®n, una gu¨ªa para ponerse a trabajar contra el destino, contra el pesimismo hist¨®rico, contra la crisis de la crisis, contra esto y contra aquello, contra la mala suerte que nos quiere desangrar, contra los b¨¢rbaros que predican libertad con bombas y metralletas o que exclaman: ?Espa?a, Espa?a!, al tiempo que quisieran poner la bota sobre el cuello de muchos espa?oles.
Nuestra gente no conf¨ªa en los partidos pol¨ªticos, que se han quedado peque?itos, sobrecogidos y temblorosos. No es que los desprecien, pero se dan cuenta de que no dan la medida de las necesidades hist¨®ricas de esta hora Los partidos se van organizando muy bien, van creando sus cuadros y estructuras, van perfilando sus programas... pero no ?enganchan ? con la gente, con los espa?oles, porque no han sabido sostener en la cotidianidad ni una brizna de aquel elevado inter¨¦s que despertaron cuando los grandes debates de finales de mayo.
Mis compatriotas tienen la sensaci¨®n de que los pol¨ªticos no les dicen la verdad. Y cuando alguno lo hace resulta que en seguida antepone los intereses de partido o las ambiciones personales, y el fino instinto de nuestro pueblo lo capta en seguida y se desentiende.
Lo que quiero decirles con tanto desorden es que esta Espa?a, no puede seguir as¨ª por mucho tiempo m¨¢s. Pensar¨¢n algunos que eso mismo lo han o¨ªdo ya hace varios a?os. Es posible. Pero ahora es cierto del todo. Esto no resiste m¨¢s jirones, m¨¢s sangre, m¨¢s aburrimiento, m¨¢s empobrecimiento colectivo, m¨¢s basura, m¨¢s envilecimiento, m¨¢s enga?os, m¨¢s estupidez, m¨¢s personalismos, m¨¢s bofetadas internacionales, m¨¢s retrocesos en todos los campos.
Se acab¨®, se?ores. Si seguimos por la pendiente, nos estrellamos. Esto lo saben quienes tienen que saberlo, por muy acorchadas o acorazadas que hayan puesto sus conciencias. Pero la evoluci¨®n posterior ser¨ªa imprevisible, una vez abierta la caja de los truenos.
Quiere uno creer que estar¨¢n reflexionando, ya que eso se ha puesto de moda desde mucho antes de la moci¨®n de censura contra el Gobierno. M¨¢s vale una reflexi¨®n profunda que un batacazo irreversible. Pues que Dios nos ilumine a todos.
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