Asignaturas pendientes

LA PROMULGACION del Reglamento para aplicar la ley de. Cuota de Pantalla, aprobada hace unos meses por las Cortes Generales, ha disparado una vigorosa contraofensiva de los distribuidores de cine extranjero, a consecuencia de la cual, y por el intermedio de un complicado conflicto acerca de los precios de cesi¨®n de los Filmes a los cines m¨¢s modestos y la tasa de doblaje, ha surgido el peligro de que lleguen a cerrar tres mil salas de barrio o rurales.La pol¨ªtica del Ministerio de Cultura en este terreno ha sido hasta el momento merecedora de elogio, y su oferta para solucionar el litigio de la tasa de doblaje, en tanto el Congreso no apruebe la ley de salas, mediante una disposici¨®n de vigencia transitoria, parece razonable. Porque una cosa ser¨ªa la estupidez paleta de cerrar las fronteras a la producci¨®n de Estados Unidos y de los pa¨ªses europeos que se hallan a la cabeza del cine mundial por su calidad art¨ªstica y t¨¦cnica, y otra, muy distinta, permitir que la industria nacional sea anegada por basura internacional enlatada, exportada en condiciones de dumping, y resulte asfixiada por la ausencia de esa protecci¨®n que la mayor¨ªa de las naciones occidentales prestan a su propio cine. Una pel¨ªcula es, ciertamente, un producto industrial y una mercanc¨ªa, pero tambi¨¦n puede ser, si alcanza el nivel de calidad m¨ªnimo de una manifestaci¨®n art¨ªstica, un bien cultural que expresa y transmite, dentro y fuera de las fronteras de cada pa¨ªs, los valores y la idiosincrasia de la comunidad que la ha creado.

Por lo dem¨¢s, la cuota de pantalla, sin la cual el cine espa?ol estar¨ªa condenado a muerte, s¨®lo es una de las precondiciones para que nuestra industria logre recuperarse de sus graves dolencias. La famosa ayuda de 1.300 millones de pesetas de Televisi¨®n para la realizaci¨®n de diecisiete proyectos, asignada formalmente el pasado mes de diciembre, no termina de ponerse en marcha. El cine de calidad, que ha obtenido abundantes premios en festivales internacionales y que ha abierto los mercados exteriores para nuestra cinematograf¨ªa, ha decrecido alarmantemente en los dos ¨²ltimos a?os, pese a que merece esa especial atenci¨®n que todas las manifestaciones culturales tienen derecho a exigir. El pago de deudas estatales atrasadas, el perfeccionamiento del control de taquillas, la ordenaci¨®n del mercado interior y la actualizaci¨®n de la normativa del cr¨¦dito oficial constituyen, finalmente, otras tantas asignaturas pendientes, que la Administraci¨®n p¨²blica debe aprobar para que nadie la acuse de sepulturera del cine espa?ol.