El foro se pregunta si tiene sentido "liberar" a la mujer para incorporarla a la conducta masculina
Prosiguen las sesiones de la Conferencia Mundial sobre la Mujer, que, convocadas por el sistema organizativo de las Naciones Unidas, est¨¢ teniendo lugar en Copenhague. Desde aquella ciudad informa sobre los debates nuestra enviada especial, quien tambi¨¦n entrevist¨® a Laila Jaled, representante de la delegaci¨®n palestina. La ONU realiz¨® para la conferencia informes sobre algunos temas b¨¢sicos en la actual situaci¨®n de la mujer en el mundo: educaci¨®n, empleo, sanidad, cambios legislativos producidos ... EL PAIS ofrece hoy un extracto del informe sobre la educaci¨®n presentado en Copenhague.
El enfrentamiento sovi¨¦tico-norteamericano, la invasi¨®n de la Camboya de Pnom Penh, el reconoc¨ªmiento de la Organizaci¨®n para la Liberaci¨®n de Palestina, el apartheid de Africa del Sur, Ir¨¢n, Afganist¨¢n, son los temas que van monopolizando el desarrollo de la Conferencia Mundial sobre la Mujer, convocada por las Naciones Unidas en la capital danesa, con motivo de la primera mitad de la d¨¦cada sobre la mujer.Mientras las delegaciones oficiales, presididas la inmensa mayor¨ªa por mujeres, reproducen cuidadosamente los mismos debates que tienen lugar todos los d¨ªas en otros organismos internacionales, los documentos elaborados por la propia ONU demuestran que la situaci¨®n de la mujer en el mundo no ha cambiado desde la anterior conferencia mundial de M¨¦xico. Si acaso ha empeorado, como consecuencia de la crisis econ¨®mica, los nuevos enfrentamientos armados y el abismo, cada d¨ªa m¨¢s profundo, entre pa¨ªses industrializados y pa¨ªses del Tercer Mundo. Un abismo que se traduce no s¨®lo en realidades concretas y cotidianas, sino tambi¨¦n en un diferente enfoque de cu¨¢les son los problemas de la mujer. ?A igual trabajo, igual salario? y ?Acceso a las esferas de poder y decisi¨®n?, son los motivos centrales de los informes ?occidentales?. ?Comida, instrucci¨®n, ayuda para no morir en los miles de campos de refugiados en todo el mundo?, podr¨ªan ser los de informes tercermundistas.
Paralelamente, a escasos metros del Bella Center, donde, desde el pasado lunes, se celebra la conferencia ?gubernamental?, el foro de organizaciones no gubernamentales prosigue, con tranquilidad y calma, sus debates ?espec¨ªficos?: ?Derecho a la sexualidad?, ?Acabar con las operaciones de cl¨ªtoris?. Los debates se realizan en varias decenas de peque?os grupos de trabajo, pero flota en el ambiente un importante cambio con respecto a la conferencia de M¨¦xico. Las mujeres del foro comienzan a preguntarse si tiene sentido ?liberar? a la mujer incorpor¨¢ndola a papeles y conductas masculinas.
Revalorizaci¨®n de lo femenino
Las ?oficiales? no lo dudan: la mujer debe entrar en los parlamentos, en los gobiernos, en los organismos internacionales. Las ?no gubernamentales? se preguntan: ??Para actuar como Margaret Thatcher o lndira Ghandi??.Tal vez sea mejor permanecer al margen del poder institucional y plantear una estrategia completamente distinta. Por ejemplo, la toma en consideraci¨®n de nuevo de valores hasta ahora t¨ªpicamente femeninos, la intuici¨®n o la emotividad como formas de conocimiento, tan v¨¢lidas o incluso m¨¢s interesantes que la racionalidad masculina. Cinco a?os de experiencia en partidos pol¨ªticos, parlamentos y gobiernos parecen defraudar a las avanzadillas de los movimientos feministas. Est¨¢n cansadas y defraudadas y buscan una nueva estrategia, a¨²n no bien definida. Lo que sorprende es que esta posici¨®n se abre paso incluso entre mujeres que ya son diputadas. Una parlamentaria neozelandesa expuso p¨²blicamente la inutilidad de su trabajo desde el punto de vista de una reivindicaci¨®n femeniria global.
Si en M¨¦xico se insisti¨® una y otra vez en la igualdad, muchas mujeres han comenzado a plantear en Copenhague -en el foro, por supuesto- si no ser¨ªa m¨¢s adecuado, por el contrario, profundizar en la diferenciaci¨®n entre lo femenino y lo masculino. No se trata, evidentemente, de reivindicar la discriminaci¨®n jur¨ªdica, sobre la que todo el mundo est¨¢ un¨¢nimemente en contra, aunque luego sean pocos los pa¨ªses que lo ponen en pr¨¢ctica.
Pocos cambios
En la conferencia oficial pocas cosas parecen haber cambiado desde la sesi¨®n de M¨¦xico. Es cierto que la esposa de Sadat fue entonces el portavoz oficioso de todas las mujeres ¨¢rabes, mientras que hoy su intervenci¨®n provoca la salida airada de la sala de muchas de las delegaciones que entonces la aplaudieron. Es cierto tambi¨¦n que Vietnam ha perdido su aureola y que aqu¨ª se cruzan los m¨¢s amargos reproches por la invasi¨®n de la Camboya de Pnom Penh. Pero la actitud de las delegaciones sigue siendo la misma: ligeramente cr¨ªtica con respecto a sus propios Gobiernos por parte de algunos pa¨ªses europeos, laudatoria hasta extremos incre¨ªbles por parte de la mayor¨ªa de los pa¨ªses latinoamericanos, africanos y asi¨¢ticos. Claro que bastantes de estas delegaciones est¨¢n presididas por ?la primera dama?, la mujer del jefe de Estado o del dictador de turno. Esta caracteristica no es, sin embargo, exclusiva de pa¨ªses tercermundistas. En la delegaci¨®n norteamericana, avasallantemente numerosa, figura la nuera del presidente Carter bajo la curiosa r¨²brica de ?escritora?. Judy Carter se deja ver poco, pero siempre rodeada de sus guardaespaldas con sonotone.Nadie tiene la impresi¨®n, sin embargo, de que la conferencia oficial sea negativa. Al menos sirve para que mujeres de 152 pa¨ªses distintos se encuentren y hablen, para que se comuniquen sus propias experiencias. Aunque ¨¦stas sean tan curiosas como la sorprendida en una conversaci¨®n entre la baronesa brit¨¢nica se?ora Trumpington y la ministra de la Condici¨®n Femenina de Senegal, se?ora Maimoune Kane. La baronesa Trumpington coment¨®: ?He descubierto que tenemos los mismos problemas usted y yo. Como las dos somos grandes y altas, no encontramos ropa a nuestra medida?. La se?ora enrollada al cuerpo se limit¨® a sonre¨ªr.
Gran Breta?a suspendi¨® a toda la conferencia cuando anunci¨® que no firmar¨ªa la convenci¨®n para la eliminaci¨®n de todas las form¨¢s de discriminaci¨®n contra la mujer. Sus razones, sin embargo, fueron convincentes: ?No estamos seguros de poder cumplirla y no queremos firmar algo que no vamos a poder respetar?. Una actitud digna, pero que, si se extendiera, hubiera supuesto la anulaci¨®n del acto de firma. Seg¨²n los informes de la Organizaci¨®n Internacional del Trabajo, por ejemplo, las mujeres desempe?an un tercio del total de horas de trabajo realizadas en el mundo y, sin embargo, s¨®lo reciben un 5% de los ingresos anuales.
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