Teatro y chapuza
Televisi¨®n Espa?ola ha cometido un grave error t¨¢ctico. Ha comprado programas teatrales para su Estudio 1 en el extranjero: los alterna cada semana con los de producci¨®n propia, con lo cual permite lo que nunca debi¨® permitir: la comparaci¨®n. Se hab¨ªa ido llegadon a una c¨®moda situaci¨®n mental por la cual se supon¨ªa que el teatro es imposible en televisi¨®n: est¨¢bamos en la f¨¢bula de los medios -tan peligrosa y tan poco solvente como la de los g¨¦neros en literatura- y se hab¨ªa decidido que el medio teatral es imposible de transferir a la televisi¨®n: porque est¨¢ apoyado en la palabra y no en la imagen, porque est¨¢ sometido a la corporeidad de los actores, incluso porque le falta el p¨²blico.Para ello hab¨ªa que olvidar algunas excelentes producciones de la propia televisi¨®n en la ¨¦poca d blanco y negro, a veces repuesta -y con inter¨¦s- por Encuentros con las letras (que ya ha abandonado ese programa mensual). Se olvida siempre todo lo que no conviene a una teor¨ªa exculpatoria.
Pero ahora aparecen Laurence Olivier Joanne Woodward en Vuelve, peque?a Sheba -por ejemplo-, y se advierte que el teatro no s¨®lo es posible en televisi¨®n, sino que puede ser excelente: que la vieja frase de que una imagen vale por mil palabras puede volverse por pasiva en ciertas circunstancias, y hay palabras que valen por mil im¨¢genes; que los actores pueden tener corporeidad cuando se les dirige, y cuando se les da profundidad con las c¨¢maras, y cuando los decorados sirven de soporte y no de protagonistas.
Y cuando se les da tiempo para ensayar, para aprenderse la obra. Pasa una semana y nos encontramos con un Lope de Vega imposible, a pesar de los decorados naturales, a pesar de la solvencia teatral del director, Cayetano Luca de Tena, y a pesar de la profesionalidad del reparto. Es una comedia de enredo, y lo que queda es el enredo superior de los versos mal dichos mal aprendidos. Y as¨ª esperamos ver el Feydeau comprado a los franceses para el domingo pr¨®ximo.
Siempre que se analiza un problema de Televisi¨®n Espa?ola se llega pr¨¢cticamente al mismo fondo de que nadie -de los que trabajan- aparece como directamente culpable, y que termina por serlo un imponderable misterioso al que llamamos con facilidad falta de organizaci¨®n o falta de presupuesto. O cuestiones del medio. La realidad es que en la versi¨®n de temas teatrales no se ha llegado al fondo. Falla la selecci¨®n de obras, porque alguien que las selecciona debe responder a otras premisas distintas de las del arte teatral: fallan las adaptaciones, quiz¨¢ porque haya de cobrarlas alguien que no est¨¢ dotado por el arte para hacerlas; fallan los presupuestos, que son m¨¢s cortos para los ?dram¨¢ticos? -por alguna especie de desprecio que para otros programas. Y no hay tiempos ni estudios para ensayos, y est¨¢ sin resolver el problema de las horas extraordinarias de los t¨¦cnicos.
Pasa, en fin, lo de siempre: la chapuza. Que se disfraza con la fiIosof¨ªa de la dificultad de trasvase de medios.
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