El polvor¨ªn de Soto de la Marina iba a ser clausurado en septiembre
?El polvor¨ªn de Soto de la Marina desaparecer¨¢ en septiembre?, titulaba en su primera p¨¢gina la Hoja del Lunes de Santander el pasado d¨ªa 30 de junio, al tiempo que el autor del informe, Victor Gij¨®n, pon¨ªa el acento, una vez m¨¢s, sobre los peligros y la disparatada ubicaci¨®n del aludido polvor¨ªn. Desgraciadamente, septiembre era demasiado tarde.Dadas las exigencias de seguridad planteadas con la aprobaci¨®n del nuevo reglamento de explosivos del 2 de marzo de 1978, en el que se recog¨ªa por primera vez el principio de que los explosivos han pasado de ser peligrosos por s¨ª mismos a serlo tambi¨¦n socialmente, en especial con fines terroristas, la instalaci¨®n de un polvor¨ªn en una determinada zona del territorio nacional tiene derivaciones importantes. As¨ª se explica que la Goma 2, que es un producto relativamente barato en producci¨®n, se encarece notablemente al exigir almacenamientos y servicios de seguridad costosos. A la vista de estos elementales principios, la primera pregunta sin respuesta es si el polvor¨ªn de Soto de la Marina, robado ayer, cumpl¨ªa esas caracter¨ªsticas.
La ubicaci¨®n del polvor¨ªn de Soto de la Marina estaba siendo duramente contestada por los vecinos. Cercano a una carretera comarcal de intenso tr¨¢fico, especialmente en verano, hacia las playas de Liencres, hab¨ªa sido incomprensiblemente rodeado por edificios de viviendas y, aparentemente al menos, no ofrec¨ªa la seguridad que era de suponer, dada su capacidad de almacenamiento. Tres casetas (?casamatas? dicen en el lugar, aunque desgraciadamente no tengan cualidad para tal denominaci¨®n) salen al paso del visitante antes de llegar al recinto del polvor¨ªn, donde otras tres casamatas, denominadas ahora con mejor propiedad, sirven de almacenamiento de los productos, todo ello cercado por una valla de unos dos metros de altura, que en sus ¨²ltimos cuarenta cent¨ªmetros se convierte en alambre de espinos. Dos personas son su ¨²nica protecci¨®n por la noche, hasta el relevo de las nueve de la ma?ana y el posterior ajetreo de despacho de mercanc¨ªa.
El cierre de este polvor¨ªn p¨²blico, decidido hace meses, se fue retrasando porque los ayuntamientos en los que se encontr¨® adecuada ubicaci¨®n no se decid¨ªan a dar la correspondiente autorizaci¨®n. As¨ª las cosas, la Delegaci¨®n Regional de Industria no ten¨ªa m¨¢s que dos opciones: esperar a alguno de esos permisos manteniendo provisionalmente el de Soto de la Marina o cerrar, obligando a los compradores de la regi¨®n a trasladarse diariamente hasta el p¨¢ramo de Masa, donde est¨¢ situada la f¨¢brica de Goma 2, y ello con los consiguientes peligros del transporte, especialmente en invierno, y los no menos evidentes riesgos de robo.
Declaraciones del delegado de Industria Pedro Hern¨¢ndez Cruz adelantaban el 30 de junio, en Hoja del Lunes, que ya se dispon¨ªa de un lugar adecuado para el nuevo polvor¨ªn y que el traslado se realizar¨ªa en septiembre, si el ayuntamiento afectado acced¨ªa.
En todo caso, tambi¨¦n anunciaba que septiembre era fecha tope para el cierre, advirtiendo de los inconvenientes para el usuario, ya que los desplazamientos de la mercanc¨ªa ten¨ªan el recargo de la vigilancia y trabajo extraordinario en tiempo y n¨²mero de efectivos para la Guardia Civil, que tiene la obligaci¨®n de escoltar todo cargamento de explosivos, por peque?o que sea.
El que en la regi¨®n de Cantabria se utilicen anualmente 730 toneladas de explosivos, principalmente Goma 2, y el que las empresas que la utilizan est¨¢n obligadas, si no tienen polvor¨ªn propio, a consumir o destruir, en su defecto, diariamente la cantidad recogida en el polvor¨ªn p¨²blico da una idea de las dificultades que acarrear¨ªa la desaparici¨®n del polvor¨ªn regional, cuya capacidad es suficiente para tener tan s¨®lo que ser alimentado dos veces al a?o. Adem¨¢s de este almac¨¦n p¨²blico de Soto de la Marina, en Cantabria s¨®lo dos empresas disponen de polvor¨ªn privado.
Toda la Goma 2 que se consume en Espa?a est¨¢ fabricada en una factor¨ªa situada en el p¨¢ramo de Masa, en la provincia de Burgos, en medio de una gran protecci¨®n de la Guardia Civil y de vigilantes jurados de la empresa Explosivos R¨ªo Tinto. Los peligros de fabricaci¨®n son m¨ªnimos y ¨²nicamente se han detectado problemas de toxicidad, productores de fuertes dolores de cabeza en las personas que manipulan un producto cuyo almacenamiento se hace cumpliendo el reglamento, en salas independientes, en las cuales s¨®lo pueden permanecer guardadas un m¨¢ximo de veinticinco toneladas. Los detonantes, sin los cuales es imposible la deflagraci¨®n, ni aun aplicando fuego directamente sobre el explosivo, son fabricados en lugar diferente.
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