La borrachera de Gato Barbieri y los ni?os de Art Blakey
Efectivamente, y tal como se preve¨ªa, el festival de jazz de San Sebasti¨¢n tampoco defraud¨® en su dos ¨²ltimas sesiones. El conjunto ha resultado brillant¨ªsimo y, seg¨²n algunos asiduos, ¨¦sta es una de las mejores ediciones que se recuerdan.El s¨¢bado estaba anunciado Gato Barbieri. El vel¨®dromo de Anoeta registr¨® un nuevo r¨¦cord de entrada, con m¨¢s de 12.000 espectadores apeloton¨¢ndose en la entrada y m¨¢s tarde dentro del recinto. Ocurre que el Gato neur¨®tico no apareci¨® a su hora, porque hab¨ªa perdido un avi¨®n, de manera que empezaron en plan parche bienvenido los ganadores del concurso internacional de aficionados: los ingleses Stinky Winkles, que se han pasado estos cuatro d¨ªa tocando all¨ª donde les dejaban. Se agradeci¨®, aunque era evidente que el personal esperaba otra cosa.
Y esa otra cosa (que a¨²n tard¨® una media hora, amenizada con globos de colores que solt¨® un espont¨¢neo) apareci¨® en forma y figura de sombrero negro de ala ancha, maravillosos pantalones blancos y una no menos rutilante camisa de seda alba: eran el Gato Barbieri y su cogorza. Entra saludando en ingl¨¦s, cosa que no se entiende mucho teniendo en cuenta que es oriundo, y durante el desarrollo del concierto explic¨® que estaba muy contento de venir a ?Barcelona o donde estemos?. Su patinaje de neuronas no pareci¨® not¨¢rsele demasiado en su m¨²sica, excepto cuando semicantaba con su voz aflautada aquello de ? las penas son de nosotros, las vaquitas son ajenas?, en plan salmodia ber¨¦ber. Lo que ocurre es que su grupo funcionaba bien y que el hombre le da marcha a -su mejunje latino-jazz¨ªstico, en el cual lo mismo ca¨ªan las vacas como el Ultimo tango en Par¨ªs o sus ¨¦xitos Caliente y Europa. Porque el chico es comercial y eso es importante. Lo de Gato, saxo t¨®rrido, su animaci¨®n y sus despistes quedaron bien, pero era muy dif¨ªcil olvidar la noche de las trompetas, aun sin querer establecer comparaciones desagradables. De todas maneras, la gente se lo pas¨® francamente bien; que el p¨²blico donostiarra (y asimilados) es tremendamente agradecido.
Total, que en esas est¨¢bamos, contentos y felices por lo bien que estaba saliendo todo y porque el domingo se levant¨® un sol espl¨¦ndido y esper¨¢bamos que el cierre del festival, a cargo de la gran orquesta de Art Blakey, fuera la guinda del pastel. Y s¨ª, una guinda enorme, colorada y rozagante, nos present¨® este negro vejete, con. su sonrisa profid¨¦n y su, sombrero tejano. Trajo una banda donde toda el mundo era joven y donde todo el mundo tocaba con una afici¨®n y una entrega emocionantes. Art Blakey pasar¨¢ a la historia como el gran mensajero de la buena nueva jazz¨ªstica y como uno de los mayores descubridores de talentos que se hayan dado en esta m¨²sica. Entre los instrumentistas que han pasado por su banda pueden destacarse a Horace Silver, Clifford Brown, Curtis y Fuller, Fredy. Houbbart o Keith Jarret, entre otros much¨ªsimos. Los nuevos, es decir, Bill Pierce, Charles Fambourgh, los hermanos Eubanks o los Marsalis, James Williamsy el resto de los que tocaron el domingo, llevan el mismo camino. Solos enormes se velan despu¨¦s de intervenciones de todo el grupo perfectamente empastadas, sonando, dentro de lo que da de s¨ª el vel¨®dromo, a gloria bendita. Y adem¨¢s, el mismo Art Blakey, presentando de verdad a sug m¨²sicos como un padre cachondo que se lo pasa como un cr¨ªo con sus hijos y que toca la bater¨ªa con la alegr¨ªa de un colegial. En el jazz, adem¨¢s de la m¨²sica, se valora la vivencia, y la de la noche del domingo, viendo y escuchando a esos futuros valores (?por qu¨¦ futuros?), resultaba una experiencia discretamente hist¨®rica.
Muy bello todo, muy buena m¨²sica y una pena que mucha gente de fuera tuviera quelegresar a sus lugares de origen para llegar al curro el lunes por la ma?ana. Pero no pasa nada; en este fest¨ªval un solo d¨ªa de m¨²sica pod¨ªa dejarle a uno contento para una larga temporada. El a?o que viene, m¨¢s.
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