De Kabul a Jerusal¨¦n
Volando de Jerusal¨¦n a El Cairo, mister Kissinger pretend¨ªa conseguir una paz justa y duradera en Oriente Pr¨®ximo fabricada a ? pasos peque?os?. No era m¨¢s que la revelaci¨®n de las verdaderas intenciones de la pol¨ªtica que ¨¦l representaba. Son esas intenciones las que hay que calificar de duraderas, pero no la paz que se entretej¨ªa. De hecho, nada ha cambiado en esa intencionalidad, y el futuro presidente americano, ll¨¢mese Carter o Reagan, tampoco la cambiar¨¢n: no tocar a la alianza americano-israel¨ª e impedir, cueste lo que cueste, la emergencia de un Estado palestino democr¨¢tico, laico, independiente y progresista que pudiera contar con el apoyo, comedido, de la potencia de enfrente.Las dictaduras como soluci¨®n
La estrategia americana a escala mundial es la constante repetici¨®n de una constataci¨®n, tanto en Am¨¦rica Latina como en Asia, Africa u Oriente Pr¨®ximo: entre un movimiento de liberaci¨®n nacional y una dictadura, siempre saldr¨¢ ganando esta ¨²ltima. Lo que sucede, a veces, es que esa pol¨ªtica produce efectos contrarios y que esa ?paz? de la que tanto hablan y por la que tanto se afanan, s¨®lo son palabras que el viento se lleva y que, en la realidad concreta, abren las puertas de una nueva y peligrosa crisis en la que todos nos podemos ver involucrados.
Por ello, es bueno que los grandes europeos hayan hecho, el pasado 13 de junio, una declaraci¨®n constatando las crecientes tensiones que afectan a Oriente Pr¨®ximo y advertido del grave peligro que suponen para la paz y la estabilidad, todo lo cual hace m¨¢s urgente y necesaria una soluci¨®n justa y global a la crisis de Oriente Pr¨®ximo.
Y, por ello, tambi¨¦n es bueno que la sesi¨®n extraordinaria de las Naciones Unidas nos recuerde la ilegalidad de la ocupaci¨®n israel¨ª de Palestina y los atentados que contra la ciudad santa de Jerusal¨¦n -santa para musulmanes y cristianos tambi¨¦n- por parte de Israel. O que tambi¨¦n el Consejo de Seguridad de esta organizaci¨®n haya condenado la ilegalidad de la ocupaci¨®n.
Poco importa, ahora, que la causa palestina no gane ni pierda con estas resoluciones. Lo importante es que el m¨¢ximo organismo mundial haya adoptado esas resoluciones justo en el momento en que el Gobierno Beguin trata de hacer de Jerusal¨¦n la ?capital eterna de Israel?, aduciendo unos pretendidos derechos hist¨®ricos b¨ªblicos que llegaron a su fin hace monta?as de siglos y que con esos siglos murieron.
Apoyo a la lucha palestina
Los palestinos, al igual que los pueblos del Tercer Mundo, saben que no llegar¨¢n a su independencia nacional mediante resoluciones. Y Occidente lo sabe tambi¨¦n, pero toda resoluci¨®n est¨¢ ah¨ª para recordar la ilegalidad del racismo, y ese juicio emitido hoy por la casi totalidad de las naciones del mundo, ma?ana estar¨¢ escrito. Pero, como dec¨ªa hace poco un periodista israel¨ª, cuyo art¨ªculo fue rechazado por el prestigioso Haaretz, ?la verdad podr¨¢n detenerla y deportarla los foragidos del embuste. No podr¨¢n, sin embargo, sofocarla?.
No se puede caucionar la presencia militar israel¨ª en los territorios ¨¢rabes ocupados y exigir, al mismo tiempo, la retirada de las tropas sovi¨¦ticas de Afganist¨¢n. Como tampoco se puede recurrir al Consejo de Seguridad para resolver la crisis de los rehenes americanos en manos de los estudiantes iran¨ªes y vetar o abstenerse -o, lo que es lo mismo, decir un no diplom¨¢tico- cuando se trata de defender las causas de los dem¨¢s. Recurriendo a la ayuda del Consejo de Seguridad, Estados Unidos, sin quererlo, lo ha reforzado.
El proceso iniciado en Camp David ha concluido como se esperaba. Lleg¨® el 26 de mayo e Israel no cumpli¨®. Y que no se argumenten las razones electorales del se?or Carter. Hace dos a?os, esas preocupaciones eran todav¨ªa lejanas y se ha preferido que la situaci¨®n degenerase. Quiz¨¢ lo ¨²nico que Camp David haya logrado ha sido la real autonom¨ªa de la resistencia palestina. Ya no son ?comandos terroristas del exterior?. Hoy es todo el pueblo de Nablus, Ramallah... quien se levanta contra la represi¨®n y ocupaci¨®n y ninguna pirueta pol¨ªtico-diplom¨¢tica podr¨¢ ya camuflar esta realidad.
Hay, pues, que ?coger al toro por los cuernos?, como Europa parece haberlo comprendido, ?por fin!, es decir, partir de las bases del conflicto y verlo globalmente, aunque ello choque contra la paranoia de la pol¨ªtica de Beguin, que no puede concebir su futuro fuera de una primac¨ªa usurpada y de unas relaciones que ya siempre ser¨¢n conflictivas con esos pueblos que jam¨¢s, reconocer¨¢n a Israel, como Estado, la pretensi¨®n a unos derechos trascendentes y a una especie de superioridad natural que jam¨¢s han existido. Porque, esto hay que dejarlo bien sentado, est¨¢n corriendo por ah¨ª extra?as campa?as que quieren situar al problema de Oriente Pr¨®ximo en un contexto ¨¢rabo-¨¢rabe, cuando, en realidad, es un conflicto ¨¢rabe-israel¨ª.
Cualquier violaci¨®n de los derechos humanos es inadmisible
En Kabul, la violaci¨®n ele unos derechos nacionales comenz¨® hace unos seis meses; en Palestina, hace ya 33 a?os. Lo de Kabul es inaceptable. Lo de Palestina y Jerusal¨¦n, ?habr¨¢ de ser aceptable?
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.