Sin piso y sin boda

Hace dos a?os vino por primera vez a Gand¨ªa un grupo de polic¨ªas nacionales. Yo soy la novia de uno de ellos. Esto quiz¨¢ tenga poca o nula importancia, pero lo que s¨ª es importante para m¨ª es que me enamor¨¦ de uno de ellos y juntos proyect¨¢bamos una vida en com¨²n, as¨ª como la fundaci¨®n de un hogar al que, como los dem¨¢s ciudadanos, tambi¨¦n tienen derecho.El muchacho, confiado en su nuevo destino -lamentable confianza-, dio a duras penas una entrada para un piso con los muy escasos ahorros que pose¨ªa. Este a?o ya hab¨ªamos proyectado casarnos, pero ahora hay una decisi¨®n inexplicable para ¨¦l: se lo llevan fuera de esta ciudad, sin m¨¢s.

?Ante qui¨¦n puede este hombre -igual que muchos de sus compa?eros- replicar por los da?os y perjuicios que le ha provocado tal decisi¨®n? Estas cosas hay que planificarlas antes, para as¨ª demostrar una seriedad que hasta ahora no existe; si no, haberle dicho que su destino era provisional, con lo que no hubiera ?movido un dedo?.

Si compr¨® un piso -tambi¨¦n tiene derecho- fue porque, fi¨¢ndose de un escrito oficial, pens¨® que su destino definitivo ser¨ªa ¨¦ste. Pero debe de ser que el susodicho escrito oficial no sirve para nada, y ahora el muchacho se ve imbuido en este problema. Si tuviera tanto dinero como quisiera, no pasar¨ªa nada, pues donde fuera tendr¨ªa otro piso, sin m¨¢s; pero ¨¦stos no los regalan, y las cosas no est¨¢n tan f¨¢ciles como para vender el suyo (que a¨²n, hasta que no lo pague del todo, no lo es), y comprarse otro por las buenas./