Carter, favorito en la convenci¨®n dem¨®crata m¨¢s pol¨¦mica de los ¨²ltimos tiempos
La convenci¨®n nacional del Partido Dem¨®crata, que ma?ana lunes comenzar¨¢ en Nueva York, promete ser una de las m¨¢s pol¨¦micas de la reciente historia pol¨ªtica de Estados Unidos. Todo girar¨¢ alrededor de la casi segura, confirmaci¨®n del actual presidente, Jimmy Carter, como candidato presidencial para el 4 de noviembre, o de su sustituci¨®n por el senador Edward Kennedy.
La convenci¨®n, en el palacio de deportes del Madison Square Garden, tendr¨¢ tres momentos particularmente importantes. En su primera sesi¨®n, en la noche del lunes, cuando deber¨¢ definir si ser¨¢ o no una ?convenci¨®n abierta?, como piden Kennedy y numerosos congresistas. La sesi¨®n del martes, cuando Kennedy trazar¨¢ su programa pol¨ªtico, como ¨²ltimo intento de volcar la renominaci¨®n de Carter, y, por ¨²ltimo, la votaci¨®n de la convenci¨®n, el mi¨¦rcoles por la noche, donde se despejar¨¢ la inc¨®gnita Carter-Kennedy.?Soy el ¨²nico dem¨®crata que puede ganar a Reagan?, declar¨® Kennedy en su cuartel general, instalado en el c¨¦lebre hotel Waldorf Astoria, en Nueva York. Kennedy pretendi¨® recordar a los delegados de la convenci¨®n que, con Carter como candidato, los dem¨®cratas perder¨¢n la Casa Blanca y la mayor¨ªa en el Senado y la C¨¢mara de Representantes, cuando el pr¨®ximo 4 de noviembre los electores norteamericanos voten al t¨¢ndem republicano Ronald Reagan-George Bush. ?Que cada delegado vote seg¨²n su propia conciencia?, a?adi¨® el senador por Massachusetts, Edward Kennedy, invocando frases hist¨®ricas pronunciadas por su hermano asesinado, el presidente John Kennedy. ?No podemos decepcionar a los electores en noviembre?, zanj¨® Kennedy.
La convenci¨®n respetar¨¢, en realidad la tradici¨®n liberal y progresista de los dem¨®cratas, gracias al esfuerzo de Kennedy de llevar sus aspiraciones pol¨ªticas hasta el extremo. Hasta el interior mismo de la convenci¨®n, para criticar a la Administraci¨®n Carter, a s¨®lo veinticuatro horas del voto de los delegados. Es un hecho sin precedentes en lo que va de siglo que un candidato a la presidencia hable en la convenci¨®n antes del voto. Edward Kennedy rompe la tradici¨®n, en un ¨²ltimo intento, casi desesperado, de derrotar al presidente Jimmy Carter en el interior mismo de su propio partido.
Todo gira alrededor de 450 o quinientos delegados, margen de diferencia que separa a los dos bandos del Partido Dem¨®crata. Jimmy Carter cuenta, en principio, con unos 1.900 delegados (de los 1.666, necesarios para el nombramiento) acumulados a lo largo de cinco meses de elecciones primarias, realizadas en todo el territorio de Estados Unidos. Edward Kennedy tiene unos 1.450 e intenta por todos los medios ?romper? la norma de disciplina de voto, llevando a la convenci¨®n a una modalidad ?abierta?, para liberar a los delegados de todo compromiso y para que, ?seg¨²n su conciencia?, voten a favor de Kennedy.
?Carter ganar¨¢ con una victoria sustancial? dijo Robert Strauss, jefe de la campa?a del equipo del presidente Jimmy Carter y de su vicepresidente, Walter Mondale. Sin embargo, a pesar de las tendencias favorables para Carter, su equipo no piensa ?liberar? a los delegados, como gesto de conciliaci¨®n hacia las tesis de Kennedy.
El presidente Carter tampoco estar¨¢ presente en el momento de ?ataque? de Kennedy, durante la sesi¨®n del martes por la noche, en el Madison Square Garden. Carter prolongar¨¢ tranquilamente su fin de semana en su residencia de Camp David, en los alrededores de Washington, y no llegar¨¢ a Nueva York hasta la jornada del mi¨¦rcoles, fecha del voto decisivo de la convenci¨®n. No habr¨¢ debate p¨²blico Carter-Kennedy.
?Cu¨¢l ser¨¢ la reacci¨®n de Kennedy si, como todo deja prever, pierde la convenci¨®n? ?Los dem¨®cratas estar¨¢n divididos frente a una campa?a presidencial ante los republicanos, que pueden acabar con la Administraci¨®n Carter? ?Qu¨¦ argumentos podr¨¢ presentar todav¨ªa el indeciso e imprevisible presidente Jimmy Carter a una opini¨®n p¨²blica que le otorga el ¨ªndice m¨¢s bajo de popularidad (22%) de las ¨²ltimas presidencias en EE UU? Ser¨ªa aventurado avanzar previsiones. Sobre todo, teniendo en cuenta la actitud extremadamente vol¨¢til de la opini¨®n p¨²blica estadounidense, a juzgar por los m¨²ltiples sondeos.
Jimmy Carter lleg¨® al poder en enero de 1977, tras una victoria muy justa en la presidencial del 7 de noviembre de 1976 frente al republicano Gerald Ford, personalidad que sustituy¨® al presidente Richard Nixon en el verano de 1974, en pleno esc¨¢ndalo Watergate. La crisis econ¨®mica, la indecisi¨®n en pol¨ªtica exterior, los intentos de clarificaci¨®n en los superbeneficios de ciertas multinacionales (del petr¨®leo, en especial), el escaso ¨¦xito de la noble campa?a en pro del respeto de los derechos humanos llevaron la popularidad de Cartera cotas del orden del 30% en oto?o de 1979. La mayor¨ªa de los pol¨ªticos dem¨®cratas consideraba improbable una reconducci¨®n por otros cuatro a?os de la Administraci¨®n Carter-Mondale, lo que, sin duda, anim¨® a Edward Kennedy en su ambici¨®n de llegar a la Presidencia de EE UU siguiendo el camino marcado por sus hermanos asesinados, John y Robert.
Ir¨¢n y Afganist¨¢n
El 4 de noviembre de 1979, los estudiantes isl¨¢micos revolucionarios ocuparon la embajada de Estados Unidos en Ir¨¢n, secuestrando al personal diplom¨¢tico y reteniendo a¨²n hoy a 52 rehenes norteamericanos. A partir de este momento, la crisis de Afganist¨¢n, a finales de 1979, y el boicoteo comercial y a los Juegos Ol¨ªmpicos de Mosc¨² por parte de EE UU reforzaron la posici¨®n del presidente Carter, ?subi¨¦ndole? otra vez a niveles de popularidad de casi el 70%, fen¨®meno que explica, probablemente, las victorias del equipo Carter en las sucesivas elecciones primarias celebradas desde finales de enero hasta primeros de junio en los cincuenta Estados de la Uni¨®n. El fracaso de una operaci¨®n de rescate militar, a finales de abril, destinada a liberar a los rehenes de Ir¨¢n, tampoco merm¨® la popularidad del presidente. Como tampoco parece haberla mermado el esc¨¢ndalo protagonizado por su hermano Billy Carter.
Paralelamente a los acontecimientos de pol¨ªtica internacional, Estados Unidos entr¨® en una fase de recesi¨®n econ¨®mica, con una inflaci¨®n anual superior al 12%; unos ocho millones de parados (para una poblaci¨®n activa de unos cien millones de personas), constante aumento del precio de la gasolina y restricciones para un cr¨¦dito bancario, cada vez m¨¢s caro.
Estos son los principales argumentos que, con cifras, rebaten los republicanos, sum¨¢ndolos al ?desprestigio? y la ?carencia de liderazgo? del ?inepto? presidente Jimmy Carter, seg¨²n frases de Ronald Reagan lanzadas en su discurso final de clausura en la convenci¨®n nacional republicana, celebrada entre el 14 y el 17 del pasado mes de julio, en la ciudad de Detroit.
Tal es el contexto pol¨ªtico de la convenci¨®n nacional dem¨®crata de Nueva York, que se mover¨¢ entre el poco entusiasmo para continuar con Carter y el escaso inter¨¦s por una alternativa Kennedy, en un momento critico en que los dem¨®cratas peligran de perder el poder, tanto con Carter como con Kennedy. A no ser que, una vez m¨¢s, la vol¨¢til opini¨®n p¨²blica norteamericana decida, finalmente, votar otra vez dem¨®crata ?como mal menor?, dado el programa conservador y la incongruencia econ¨®mica del plan republicano con la candidatura de Ronald Reagan.
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