PEG: ni programa ni econ¨®mico, ni del Gobierno
Al cumplirse un a?o desde la aparici¨®n del PEG no parece aventurado afirmar que existe una opini¨®n generalizada, en cuanto- a calificar como poco brillante -por emplear un piadoso eufemismo- la gesti¨®n econ¨®mica derivada de dicho documento.Para quienes criticaron el PEG desde el primer momento -la izquierda, en general, y, de manera singular, el PCE-, se trata de una confirmaci¨®n de las cr¨ªticas producidas en aquella ocasi¨®n. Desde los sectores conservadores la argumentacion es m¨¢s complicada: el PEG era correcto, pero el Gobierno no lo ha puesto en pr¨¢ctica. Son ilustrativas, a este respecto, las recientes declaraciones del presidente del Consejo de C¨¢maras, se?or Figueras: ?El PEG sali¨®, sin duda, por presi¨®n del Consejo de C¨¢maras... Ahora no se necesita un nuevo PEG; lo que hay que hacer es cumplir el antiguo, que se ha realizado en muy escasos ternas? (5 D¨ªas, 30-julio-1980).
Desde nuestro punto de vista, a la hora de hacer un balance del PEG, conviene comenzar por una somera caracterizaci¨®n de ese documento. Como hemos repetido en el Parlamento -y fuera de ¨¦l-, el PEG ni es un programa, ni es econ¨®mico, ni es del Gobierno.
Generalidades
En cuanto a esta ¨²ltima afirmaci¨®n sobre la paternidad aut¨¦ntica del PEG, invito a releer la anterior cita de una personalidad tan representativa del mundo empresarial, como, es el presidente del Consejo de C¨¢maras. El PEG no es un programa econ¨®mico: no propone un conjunto articulado de medidas concretas, al servicio de unos objetivos previamente delineados, sino que se limita a definir gen¨¦ricamente un marco de actuaci¨®n econ¨®mica en el que sobresalen dos l¨ªneas esenciales: en primer lugar, una caracterizaci¨®n de la crisis casi exclusivamente en t¨¦rminos de crisis energ¨¦tica, y, en segundo lugar, la consagraci¨®n de la filosofia neoliberalista como norte para el proceso de ajuste de la econom¨ªa espa?ola.
Las opciones impl¨ªcitas en el PEG pueden sintetizarse en una doble direcci¨®n: por un lado, en cuanto al proceso de ajuste en su conjunto, se advert¨ªa una renuncia a mantener bajo control social las inevitables transformaciones que dicho proceso comporta, adopt¨¢ndose una actitud fundamentalmente pasiva. Por otro lado, en cuanto a la pol¨ªtica econ¨®mica a corto plazo impl¨ªcita en el PEG, seg¨²n se indic¨® en su momento, la lucha contra la inflaci¨®n ocupaba el lugar principal, en detrimento del combatecontra el aumento del paro, que desde la izquierda se identificaba como el problema n¨²mero uno.
Sin reformas estructurales
La evoluci¨®n de la econom¨ªa durante el ¨²ltimo a?o ha confirmado estas apreciaciones. Desde el punto de vista de las reformas estructurales de nuestra econom¨ªa (reforma del sistema financiero, de la Administraci¨®n p¨²blica, de la Seguridad Social y de su financiaci¨®n, de la empresa p¨²blica, reestructuraci¨®n de sectores en crisis ... ), no es aventurado afirmar que la pr¨¢ctica totalidad de esas reformas permanece en la nebulosa despu¨¦s de un a?o. Los ¨²nicos ?logros? que el Gobierno puede apuntarse en este campo se refieren a la actuaci¨®n en el mercado laboral: el Estatuto de los Trabajadores y la ley b¨¢sica de Empleo. El juicio del PCE sobre estas dos leyes, sobre su car¨¢cter agresivo para los trabajadores y sobre su influencia en el desarrollo previsible de la crisis, es suficientemente conocido.
Desde el punto de vista de la pol¨ªtica econ¨®mica a corto plazo, los resultados est¨¢n en la mente de todos. Entre las escasas previsiones que aventuraba el PEG estaba la siguiente: ?En este momento, la econom¨ªa espa?ola s¨®lo puede aspirar a una tasa de crecimiento real del 2,5 %, a situar su tasa anual, de inflaci¨®n en un 16%, y el desempleo se mantendr¨¢ en torno al nivel actual, es decir, el 8%?. Es cierto que el crecimiento de los precios se ha mantenido dentro de las previsiones y que se ha reducido considerablemente el diferencial de nuestra tasa de inflaci¨®n con respecto a la media de la OCDE. Pero, a pesar de ello, ha vuelto a aparecer otro de los ?demonios? cl¨¢sicos de nuestra econom¨ªa: el desequilibrio del sector exterior. Y, sobre todo, ha continuado increment¨¢ndose la tasa de paro, hasta alcanzar la cifra de un mill¨®n y medio, lo que representa un porcentaje que dobla la media europea. Que esto era previsible ya el a?o pasado, teniendo en cuenta los t¨¦rminos en que el PEG abordaba (?) el problema del paro, ya lo anunci¨® en el debate parlamentario Santiago Carrillo. Lo inaudito es que hoy el Gobierno mantenga la misma actitud de pasividad, preocupado s¨®lo por ocultar la realidad de un lamentable cubileteo de cifras y en recortar los fondos para el desempleo. Igualmente inaudito es que el, Ministerio de Econom¨ªa, en la misma publicaci¨®n en que se anuncian las ¨²ltimas cifras del paro, a¨²n parezca dudar de que este es el problema m¨¢s serio de nuestra econom¨ªa.
Hay que destacar que la responsabilidad de estos resultados es imputable en considerable medida a una pol¨ªtica econ¨®mica basada casi exclusivamente en el control de la inflaci¨®n mediante el manejo de las magnitudes monetarias y en una pol¨ªtica fiscal (ingresos y gastos p¨²blicos) cuyo ¨²nico norte real es contener el d¨¦ficit, aunque sea a costa de un descenso de la inversi¨®n p¨²blica, que, en lugar de jugar un papel activo, de ?tirar? de la inversi¨®n privada, ha reforzado la ca¨ªda del conjunto de la inversi¨®n.
Falta de objetivos
En todo caso, considero que lo m¨¢s preocupante de la situaci¨®n ,actual radica en la perceptible ausencia de objetivos de la pol¨ªtica econ¨®mica del Gobierno, en la sensaci¨®n generalizada de carencia de direcci¨®n coherente de esa pol¨ªtica, cuyos movimientos se producen a impulsos de presiones concretas de los sectores del capitalcon capacidad para imponer sus pretensiones (basta pensar en la historia del Fondo de Garant¨ªa de Dep¨®sitos o en las medidas del MOPU sobre urbanismo y vivienda). Nos encontramos as¨ª ante una pol¨ªtica de ?trajes a medida?, como en alguna ocasi¨®n la ha calificado R. Tamames, que est¨¢ lejos de enmarcarse en un dise?o coherente de objetivos y prioridades capaz de dar al pa¨ªs la sensaci¨®n de que se va a alguna parte.
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