Yolanda Fern¨¢ndez, "miss" Madrid, no quiere hacer el COU
Poco antes de las doce, las concursantes, casi todas de diecisiete a?os, hab¨ªan llegado a la boite-disco sonrientes, como en una excursi¨®n de muchachas de COU. En seguida comenzaron a administrarse, en los camerinos, las cremas hidratantes, los maquillajes y las sombras de ojos. Una hora despu¨¦s, cuando Jos¨¦ Luis Uribarri y Marisa Medina presentaban el certamen, la convenci¨®n de p¨®mulos y caderas estaba a punto entre bastidores.Luego, las chicas hicieron el primer pase de pista. Llegaban frescas y sonrientes, con sus calculados rizos y sus gasas de boutique, y se ofrec¨ªan al tribunal con una etiqueta numerada. Cada aparici¨®n coincid¨ªa ineludiblemente con un aplauso. Yolanda ven¨ªa con el n¨²mero siete y, de pronto, levant¨® la vista para citar de frente a los indiscretos objetivos. A Jos¨¦ Luis Fradejas le brillaron los ojos, y alg¨²n sobresalto imperceptible afirm¨® su habitual expresi¨®n leonina, Bib¨ª Andersen, tan discreta, hizo un gesto de asentimiento, una especie de leve se?a de mus. Entre varias celebridades del espect¨¢culo, Yolanda acert¨® a ver a un fot¨®grafo que pidi¨® un kleenex, varios travoltas y alg¨²n AImanzo Wilder reci¨¦n llegado de la oscura pradera de Madrid. Unos a?os antes, su t¨ªa Virginia hab¨ªa ganado el concurso de Maja de Madrid.
Ella hab¨ªa llegado hasta all¨ª por una suerte de vocaci¨®n familiar. A pap¨¢, Jos¨¦ Luis Moreno, industrial de autocares, la idea no le hab¨ªa parecido mal, y mam¨¢, Mari Carmen, ya hab¨ªa comenzado a parecerle que a la ni?a nadie la sacar¨ªa de sus inclinaciones de modelo ni del bachillerato. ?La verdad es que decid¨ª venir a la preselecci¨®n el s¨¢bado, y los acontecimientos se han sucedido muy deprisa. Hasta ahora he sido una chica que reparte su tiempo entre los libros y dos aficiones deportivas: el salto de altura y la nataci¨®n?.
No obstante el ¨¦xito inicial, a¨²n ser¨ªa necesario superar el pase de ba?ador; habr¨ªa que calificar a Salom¨¦ sin seis de los velos. Los maridos en of-side siguieron atentos las manipulaciones de Monty, un nuevo mago de Cebrero, y esperaron la cruda realidad. A eso de las dos y cuarto, las chicas empezaron a salir por orden, apenas cubiertas por un ba?ador brillante, como la funda de un caramelo. Casi todos se lanzaron ¨¢vidamente hacia las guindas de sus c¨®cteles o, si ya era demasiado tarde para guindas, hacia los cubitos de hielo. Poco despu¨¦s, el asunto estaba claro. A la s¨¦ptima iba la vencedora.
Gana la geometr¨ªa
Porque Yolanda es un portento de la geometr¨ªa. No se pueden combinar mejor las curvas y los movimientos. Tiene un punto de exotismo en la cara.
Por eso, cuando el jurado se retir¨® a deliberar, todos los espectadores sab¨ªan el resultado. S¨®lo Jos¨¦ Luis Moreno y Mari Carmen, nerviosos todav¨ªa, repasaban la n¨®mina familiar. ?Cuatro hijos: una de dieciocho, otra de diecisiete y dos chicos de quince y once. Esta es la segunda, y no hay razones para sentirse descontentos, ocurra lo que ocurra?. Alguien susurra: ?Uno-dos, uno-dos, probando ?, y va a darse a conocer el resultado. Segunda dama de honor: Valery Poisky, de Zaragoza; primera dama: Amparo Sim¨®n, de Madrid, diecisiete a?os ambas. Como en los viejos guateques.
Sali¨® luego Yolanda, la ganadora, y le impusieron la banda pectoral. Con la emoci¨®n, Jos¨¦ Luis Moreno y Mari Carmen Fern¨¢ndez dicen que la ni?a tiene novio ?desde hace ya cuatro o cinco a?os; se conocen desde muy peque?os?. Pero Yolanda a?ade que un novio es simplemente un amigo, hasta que no se demuestre lo contrario, y que ella s¨®lo est¨¢ dispuesta a hablar del tema en presencia del cura.
Dec¨ªan los presentadores que la vencedora estar¨¢ el d¨ªa 30 en el concurso nacional, que ha sido convocado en Benalm¨¢dena; los maridos ten¨ªan sue?os de seductor o comenzaban a tener simplemente sue?o. El novio, an¨®nimo todav¨ªa, repasaba su ya antigua relaci¨®n con miss Madrid, se dec¨ªa que, al menos, ambos hab¨ªan compartido el teorema de Pit¨¢goras y las coordenadas cartesianas y, ?oh, paradoja!, acertaba a celebrar la elecci¨®n diciendo: ?Existe, luego pienso?.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.