Teor¨ªa de pactos
LA PROXIMA semana, con el regreso del presidente Su¨¢rez a su despacho de la Moncloa, quedar¨¢ cerrada esta tregua pol¨ªtica agoste?a, significada por la difusi¨®n interesada de rumores, falsedades e hip¨®tesis sobre la vida pol¨ªtica espa?ola que rozan con la degradaci¨®n de la vida p¨²blica. Lo primero que cabe apuntar es que la dispersi¨®n de agosto ha sido utilizada para ese trabajo de intoxicaci¨®n informativa, en un intento, no siempre afortunado, de sorprender a los medios de difusi¨®n con la guardia baja.Y cabe hablar de degradaci¨®n de la vida p¨²blica, por cuanto no es serio que se especule acerca de una nueva crisis pol¨ªtica en base a un supuesto distanciamiento personal p¨²blicamente ininteresante entre dos se?oras (las esposas del presidente y del vicepresidente segundo) o un enfrentamiento, tambi¨¦n personal, entre el presidente y el l¨ªder de la oposici¨®n. Todo ello unido a una teor¨ªa de barones del partido en el Gobierno que quieren tocar poder aprovechando las horas bajas de su cabeza de fila. Si con tan triviales coordenadas se esquematiza la vida p¨²blica espa?ola es l¨®gico que un enfrentamiento de criterios entre el profesor Fuentes Quintana y la patronal se interprete como un veto de la CEOE al asesor econ¨®mico del presidente (que ya ha dicho, y es sabido, que no aspira a regresar al Gobierno) o como un nuevo apoyo de la gran patronal a la permanencia de Abril Martorell como gran mu?idor de la econom¨ªa espa?ola. O que todo el esquema de pactos de Gobierno o de legislatura que se bosquejan se interpreten no como un movimiento de agujas para entrar en alguna nueva v¨ªa, sino como un nuevo efectismo de la Moncloa.
Lo que en verdad depara este mes de agosto es la evidencia de que la crisis gubernamental de mayo no se resolvi¨® y sigue latente. El estado gaseoso de la pol¨ªtica del Gobierno lo explica no tanto la historiograf¨ªa de las relaciones personales que se nos quiere ofrecer, como el hecho indiscutible de que el primer partido de la oposici¨®n viene perdiendo votos desde las primeras elecciones democr¨¢ticas; que otro tanto le sucede al partido del Gobierno; que crece imparable la fuerza electoral de los partidos auton¨®micos; que ¨¦stos son -l¨®gicamente- m¨¢s manipulables desde el poder que desde la oposici¨®n; que Espa?a no puede quedar partida en dos clases de autonom¨ªas tras lo expresado por los andaluces el 28 de febrero, y, como tel¨®n sombr¨ªo de fondo, que se ha sobrepasado la cota del mill¨®n y medio de parados, los empresarios se sienten inseguros; la clase media, agredida fiscalmente, y el conjunto de la sociedad advierte que su seguridad f¨ªsica y su nivel de bienestar disminuyen. El fantasma de un Pierre Poujade -?Fraga?- siluetea el horizonte.
Se perfilan entonces dos opciones para superar la crisis: pactos de gobierno, o pactos de legislatura con la Minor¨ªa Catalana y, a trav¨¦s de ellos, con el PNV y en cierta medida con los andalucistas del PSA para afrontar, con ¨¦xito un voto de confianza en el Parlamento y desatascar el tema de las autonom¨ªas.
Salvado favorablemente un voto de confianza parlamentario, Su¨¢rez disolver¨ªa los efectos p¨²blicos del de bate sobre el voto de censura socialista y, si los pactos son, como parecen, sinceros, dirigir¨ªa su pol¨ªtica hacia la construcci¨®n de un Estado de las autonom¨ªas comprensible para todos.
La estrategia socialista pasar¨ªa por lo mismo y hasta por un poco m¨¢s, Pero sin Su¨¢rez. Los socialistas pueden haber sido tentados desde el poder para negociar una nueva ley electoral que arrase a los partidos autonomistas, a cambio de una pol¨ªtica de oposici¨®n que no cuestione a Su¨¢rez. Nuevamente, los partidos auton¨®micos aparecen como el gran enemigo de una izquierda de soluciones centristas, aunque disfrazadas, y de una UCD autonomista ?contra natura?. El PSOE podr¨ªa estar de acuerdo con una inmediata aceleraci¨®n de transferencias a Euskadi y Catalu?a, soluci¨®n de las nacionalidades tenidas como de ?segundo orden?, aspectos econ¨®micos que aliviaran el paro, un paquete de leyes org¨¢nicas del que podr¨ªan ser excluidas las m¨¢s conflictivas con el Ej¨¦rcito o la Iglesia.
Personas de criterio en UCD estiman que la negociaci¨®n p¨²blica con la minor¨ªa catalana es innecesaria. Otras personas de no menos cr¨¦dito en el PSOE estiman que el PSOE debe resistir hasta el 83, procurando que UCD contin¨²e gobernando en solitario. Abril y Guerra, a este respecto, pueden estar de acuerdo y quisieran pactos de legislatura entre ambos partidos. Si la estrategia socialista implica la sustituci¨®n de Su¨¢rez, apoyando a cualquier otro bar¨®n (?es como si desde UCD propici¨¢ramos la sustituci¨®n de Felipe Gonz¨¢lez por G¨®mez Llorente?, declaraba a EL PA?S un alto responsable del partido en el Gobierno) se consolidar¨ªa la ruptura entre UCD y la oposici¨®n. Los dados est¨¢n echados, en cualquier caso, y el pacto de UCD con los catalanes tiene m¨¢s posibilidad de ¨¦xito inmediato que cualquier otra maniobra pol¨ªtica, dadas las dificultades internas de los que desde UCD patrocinan un acuerdo con el PSOE.
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