La tarde de la diarrea
Paquirri se va de vareta. Ayer no compareci¨® en Bilbao, donde estaba anunciado. Desde Ciudad Real avis¨® que ten¨ªa diarrea. A los toreros tambi¨¦n pueden pasarles estas cosas tan prosaicas. Lo que ocurre es que unos las dicen, como Paquirri, y otros no, como Manzanares, quien entr¨® en el mismo estado patol¨®gico que su compa?ero en cuanto se vio delante de un brav¨ªsimo toro de Atanasio Fern¨¢ndez. La tarde, como puede comprobarse, era de diarrea.La afici¨®n bilbaina, tantico amostazada con los desplantes y los platones de las figuras, manifestaba sus dudas acerca de la enfermedad de Paquirri. Nosotros no tenemos absolutamente ninguna. A un torero que se cree figura y que no lleva gente a la plaza, lo m¨¢s l¨®gico es que le entre diarrea. Si adem¨¢s si all¨¢ donde sospecha no ir¨¢n a verle, le esperan unos hermosos y bien armados toros, la diarrea puede desembocar en colitis galopante.
Plaza de Bilbao
Quinta corrida de feria. Toros de Atanasio Fern¨¢ndez, muy bien presentados y armados; muy bravo el segundo, nobil¨ªsimo el quinto, inv¨¢lidos primero, cuarto y sexto, con dificultades el tercero. Curro V¨¢zquez: pinchazo hondo y rueda de peones (silencio). Dos pinchazos sin soltar y estocada atravesada (silencio). Jos¨¦ Mari Manzanares: pinchazo sin soltar y otro hondo (gran bronca). Dos pinchazos sin soltar y estocada desprendida (ovaci¨®n y salida al tercio). Tom¨¢s Campuzano: estocada (oreja, petici¨®n de otra y dos vueltas al ruedo). Pinchazo, otro hondo ca¨ªdo y tres descabellos (ovaci¨®n). Tom¨¢s Campuzano sustituy¨® a Paquirri, que estaba anunciado, el cual hab¨ªa avisado desde Ciudad Real, donde tore¨® el d¨ªa anterior, que estaba indispuesto con diarrea. Hubo, por primera vez en la feria, una magn¨ªfica entrada. Los tres diestros brindaron al lendakari Garaikoetxea sus primeros toros.
Hizo bien Paquirri en no acudir a la cita bilbaina, si est¨¢ diarreico. Un ciudadano cualquiera, cuando le da el apret¨®n, sale corriendo, echa los pantalones abajo, y a descansar. Un torero, en cambio, lo tiene m¨¢s dif¨ªcil, porque le puede dar el apret¨®n en medio de un derechazo y, para colmo, la taleguilla no se pone y se quita como si tal cosa. Pero, por a?adidura, acert¨® Paquirri qued¨¢ndose a la vera del escusado, porque le hizo un gran favor a la empresa. Quitando del cartel al diestro barbate?o y poniendo en su lugar a Tom¨¢s Campuzano, la gente acudi¨® en masa a la plaza y por primera vez en la feria hubo una magn¨ªfica entrada.
El desarrollo de la lidia demostrar¨ªa finalmente que salimos ganando con el cambio. Tom¨¢s Campuzano tuvo una actuaci¨®n responsable, valiente y torer¨ªsima. Los cinco naturales en dos tandas que cuaj¨® a su primer toro, reserv¨®n y, por tanto, nada claro, fueron de antolog¨ªa. Con la derecha abus¨® del pico, y a la faena le sobraron muletazos por esa eterna man¨ªa de pegar pases vengan o no a cuento; pero esos naturales, en los que domin¨® al toro -lo meti¨® en la muleta, carg¨® la suerte, vaci¨® con limpieza, lig¨® con mando- revivieron los m¨¢s dif¨ªciles y rutilantes c¨¢nones de la tauromaquia. En el sexto, inv¨¢lido, asimismo reserv¨®n e incierto, volvi¨® a estar valent¨ªsimo.
Campuzano les dio ayer un ba?o en toda regla a las figuras tirraicas y, de paso, les ense?¨® c¨®mo debe hacerse el torero. Que no es exactamente lo de Manzanares en el quinto, el mejor de la corrida, una res pastue?as, con una embestida que ni so?ada; no es -como hizo- embarcar con el pico, medio tumbarse en el cite y ya casi tumbarse el todo en el remate de la suerte, ni siquiera es jugar al pasa-torito, con las zapatillas juntas, cuando el toreo fundamental no ha sido hecho. Y el caso es que esa faena superficial, muy aplaudida, fue lo ¨²nico ¨²til de Manzanares, pues en el otro toro, que era muy bravo, y en esa bravura estaba su ¨²nico problema, se asust¨®, tir¨® l¨ªneas, corri¨® cuanto hay que correr, mientras el p¨²blico le dedicaba una bronca monumental. La imagen del desastre compuso Manzanares en ese toro.
De los tres inv¨¢lidos que salieron por los chiqueros, dos le correspondieron a Curro V¨¢zquez, a quien, naturalmente, le fue imposible ligar nada, porque en cada muletazo los animalitos perd¨ªan las manos o se pegaban la costalada. Eso s¨ª, el fino diestro linarense estuvo tan tranquilo (y yo) y, adem¨¢s, sin que le entrara la diarrea ni esas cosas. No como a otros.
Asisti¨® Garaikoetxea
Como dec¨ªamos al principio, el lendakari Garaikoetxea asisti¨® a la corrida, acompa?ado del alcalde de Bilbao, Jon Casta?ares. La presencia de ambos dirigentes del Partido Nacionalista Vasco da una idea de la importancia que ha querido d¨¢rsele en la capital vasca a esta feria de agosto, a la que la afici¨®n acude, como siempre, esperando la sorpresa buena o el desplante desagradable. La magn¨ªfica entrada de ayer es una prueba de lo que podr¨ªa ser esta feria si por todas partes hubiera el entusiasmo que el p¨²blico sigue mostrando por la fiesta. La reacci¨®n de los espectadores, por otra parte, es una muestra del esp¨ªritu cr¨ªtico con que la afici¨®n bilba¨ªna se enfrenta a los espect¨¢culos taurinos. La feria de Bilbao es, en fin, una prueba que hay que tomar en consideraci¨®n para tener un pulso cierto de lo que es hoy el mundo del toro.
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