Declaraciones de un general
Un general ha hecho unas declaraciones a un peri¨®dico de Asturias que -merecidamente- han sido reproducidas por todos los medios de comunicaci¨®n. He le¨ªdo los res¨²menes que confeccionaron las agencias y, en alto porcentaje (luego dir¨¦ en qu¨¦ no), sintonizo con su contenido.Cualquier funcionario p¨²blico suele ser prudente en sus palabras, pero cuando este funcionario es parte de un cuerpo muy concreto del Estado, como son las Fuerzas Armadas, toda prudencia es poca: le van a leer las l¨ªneas y el interlineado, el anverso y el rev¨¦s, el sentido y la consecuencia. De ah¨ª que suela ser corriente que las declaraciones de los funcionarios militares suelan tener cierto aire de arenga gen¨¦rica o una fuerte dosis de obviedad sublimada. Prudencia y aparente o real desconcierto ante que decir sobre lo civil desde lo militar, suele agarrotar el verbo de estos funcionarios muchas veces. En otras ocasiones, esa prudencia se rompe y la palabra y el gesto se crispan y aparentemente (a veces) y realmente (otras veces) resultan agresivas para muchos.
Pues bien, un general ha hablado de uno de los temas m¨¢s candentes en Espa?a, sin dejar de pensar ni en Espa?a ni en que ¨¦l es simplemente (y nada menos) un significativo funcionario al servicio de ese Estado que se llama precisamente Espa?a. Yo, s¨®lo al hecho de la forma, le dar¨ªa enorme importancia. No me resisto a la imprudente comparaci¨®n. Cuando tenemos a un vicepresidente primero que procura salir siempre del paso h¨¢bilmente y sin compromiso, cuando tenemos a un ministro de Defensa que arenga casi ya como acto reflejo, resulta refrescante que un general sepa contestar seriamente, prudentemente, pero tambi¨¦n claramente y sin rodeos.
Estamos ante una persona que tiene delante de s¨ª la lucha viva que la democracia espa?ola est¨¢ sosteniendo contra las bandas que se han propuesto que el separatismo bien valga una dictadura. Pues bien, esa persona, fr¨ªamente (entre el dolor); con serenidad (en medio de los nervios), opina sobre c¨®mo marcha la confrontaci¨®n y c¨®mo pueden mejorarse las posibilidades de ¨¦xito. No hay b¨²squedas al centro de la Tierra, sino en parcelas m¨¢s cercanas; no hay optimismo visceral, sino t¨¦cnica y fe; no hay -?Se?or, qu¨¦ maravilla!- deseos de que muera nadie: ni terroristas ni servidores del orden; la muerte nunca es un ¨¦xito buscado.
Las recetas que hace p¨²blicas este general son sencillas. Pol¨ªticas. Poderes al Gobierno vasco, con decisi¨®n y confianza, para lograr separar definitivamente a los autonomistas de los independentistas. En t¨¦rminos globales, adem¨¢s, ha de resolverse todo el tema auton¨®mico con urgencia. Operativas. Informaci¨®n, informaci¨®n, informaci¨®n. Una labor que lleva tiempo, y, si no caemos en simplicismos y analizamos realmente c¨®mo se producen apoyos o se generan infraestructuras, mucho se habr¨¢ adelantado. Internacional. Francia no es culpable. Mosc¨² no es la mano oculta. Bueno, digamos que Francia tiene fuerte responsabilidad y que siempre hay un presunto heredero en las novelas policiacas, que puede ser el asesino.
Dos comentarios adicionales. A pesar de las cr¨ªticas que algunos han hecho a sus palabras sobre Navarra, yo no las encuentro incorrectas: son apreciaciones no despreciables. Lo que s¨ª estimo un error es hablar de las implicaciones entre grupos legales y bandas ilegales. Esto, o se prueba y se act¨²a en consecuencia, o se calla uno, aunque la sospecha sea en tres dimensiones. En un Estado de derecho, nadie es culpable si no se demuestra que lo es. Es el ¨²nico -y serio- error que comete este general, rompiendo con la prudencia que engarza sus razonamientos. Bien est¨¢ investigar todo lo que legalmente y t¨¦cnicamente sea posible, pero nunca se debe acusar antes de poder demostrar lo que se imputa. L¨¢stima, se?or general.
Desconozco qui¨¦n ser¨¢ por fin el triunfador sobre y contra las bandas del disparate independentista, pero de lo que estoy seguro es de que ser¨¢ una persona en la l¨ªnea de este general que hoy dirige y coordina (?del todo?) la lucha.
No s¨¦ cu¨¢ntos militares ni cu¨¢ntos civiles van a leer o han le¨ªdo las declaraciones de este general, pero no estar¨ªa de m¨¢s que quien las leyera las meditase, tanto en su forma como en su contenido; cuando luego oiga otras palabras, podr¨¢ comparar.
Enhorabuena, se?or delegado; enhorabuena, se?or general.
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