La experiencia de Corea
EL DESARROLLO econ¨®mico de Corea del Sur ha provocado secretas envidias en los partidarios europeos del capitalismo liberal: grandes tasas de crecimiento, una clase obrera amordazada y una situaci¨®n pol¨ªtica plenamente controlada. La muerte, m¨¢s bien macbethiana, del presidente Park y los sucesivos acontecimientos, que hacen pensar en una fuerte corriente de oposici¨®n al r¨¦gimen, no har¨¢n reflexionar, desgraciadamente, a los fieles de Friedman ni tampoco, quiz¨¢, a los ide¨®logos de la Trilateral.Pero la lecci¨®n, sin embargo, parece clara. A partir de un cierto despegue econ¨®mico, la clase obrera y los estratos medios se niegan a aceptar su marginaci¨®n pol¨ªtica, la inexistencia de libertades sindicales y el mantenimiento de una situaci¨®n dictatorial. Esta es la experiencia brasile?a, como demuestran las manifestaciones contra la visita de Videla, y esta va a ser, o es ya, la experiencia coreana, como han mostrado las protestas estudiantiles o la rebeli¨®n de Kuanju.
En este contexto se produce el ascenso a la Presidencia de Corea del general Ch un Doo-Huan, tras la dimisi¨®n de Choi Kyu-Hah, ascenso sobradamente previsto, pero que viene a replantear el problema de la pol¨ªtica futura del r¨¦gimen surcoreano. La obsesiva y paranoica remisi¨®n de cualquier problema a la hipot¨¦tica amenaza de Corea del Norte, a la que cabe imaginar muy poco deseosa de conflictos, no puede seguir siendo la coartada del Gobierno del general Chun. Este nuevo Gobierno debe buscar un contexto pol¨ªtico y social distinto si realmente busca mantener las asombrosas tasas de crecimiento logradas por Corea del Sur en el pasado. El despegue econ¨®mico, que puede comenzar baj¨® condiciones fuertemente represivas, exige, a partir de un cierto momento, la legalizaci¨®n de la oposici¨®n y la normalizaci¨®n de la vida p¨²blica. El s¨ªntoma decisivo en este sentido, como es evidente. ser¨¢ la conclusi¨®n del tenebroso juicio contra el dirigente de la oposici¨®n. Kim Dae-Jung, bajo una insostenible acusaci¨®n de atentado contra la seguridad del Estado.
Para los liberales europeos habr¨ªa a¨²n m¨¢s consideraciones a tomar en cuenta. El modelo coreano de desarrollo, como antes el modelo japon¨¦s, s¨®lo ha sido posible sobre la base de una deliberada e inflexible protecci¨®n de aquellos sectores industriales que se consideraban b¨¢sicos para el avance industrial de la econom¨ªa nacional. No es un modelo que Friedman recomendar¨ªa. El secreto del crecimiento y del ascenso en el sistema mundial sigue siendo un cierto nacionalismo, un cierto proteccionismo, por supuesto no tomado de los modelos aut¨¢rquicos que la izquierda recomend¨® en el pasado, pero tampoco pr¨®ximo a las actuales experiencias chilena y argentina. Si la izquierda puede examinar la situaci¨®n coreana con esperanza, la derecha deber¨ªa hacerlo para comprender mejor los mecanismos que rigen esa misma econom¨ªa de mercado, en cuyo nombre supuestamente act¨²an.
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