La encrucijada de la educaci¨®n y el empleo en Espa?a
La educaci¨®n y el empleo, en su interrelaci¨®n, padecen actualmente en Espa?a una serie de factores adversos. La causa primera del creciente desajuste entre educaci¨®n y empleo es la crisis econ¨®mica que sufren muchos pa¨ªses, y Espa?a en concreto. Esta crisis econ¨®mica se debe en buena parte al resultado del costo de la energ¨ªa, en continuo aumento, y a los consiguientes efectos inflacionarios y de recesi¨®n de la inversi¨®n productiva. Esta situaci¨®n sufrir¨¢ no pocas fluctuaciones, pero por ahora tiende a empeorar a lo largo de buena parte de esta d¨¦cada. Este deterioro de la econom¨ªa nacional, y aun mundial, coincide con una progresiva ca¨ªda de la productividad, mientras las reivindicaciones sociales siguen un curso ascendente, en una sociedad reacia a cualquier sacrificio. La competitividad externa decae, en consecuencia, y las exportaciones pierden las oportunidades y las proporciones alcanzadas en el pasado, sobre todo ante un sur crecientemente endeudado y empobrecido. La falta de creaci¨®n de nuevos puestos de trabajo, unida al desempleo, que ya representa m¨¢s del 10% de la poblaci¨®n activa, hace impensable absorber de forma ininterrumpida incluso al crecimiento vegetativo de la poblaci¨®n activa espa?ola, a pesar de que se va reduciendo considerablemente la tasa hist¨®rica del crecimiento demogr¨¢fico. A todo ello se suman los trabajadores emigrantes espa?oles en Europa que regresan por falta de oportunidades de trabajo, engrosando el n¨²mero de parados.A mediados de 1980 eran ya m¨¢s de 1.200.000 los sin empleo, entre los parados y quienes buscan un primer empleo. A esta cifra se van a a?adir progresivamente las mujeres, quienes constituyen ahora un cuarto (1/4) de la poblaci¨®n laboral y tienen cada vez mayores expectativas de ocupar un puesto de trabajo que les ofrezca independencia econ¨®mica o una ayuda para el sostenimiento de sus respectivas familias. Los datos de 1978 muestran que hab¨ªa 606.000 j¨®venes, de catorce a veinticuatro a?os, sin empleo. De los j¨®venes en busca de un primer empleo, entre los que, afortunadamente, existen poco a poco tambi¨¦n los minusv¨¢lidos f¨ªsicos y mentales que pueden integrarse a la sociedad, el drama mayor no se limita a los graduados universitarios, aunque numerosos (28.600 en 1978), a los que suele ser dirigida la atenci¨®n de la opini¨®n p¨²blica. A pesar de las dolorosas dificultades de los graduados universitarios (hoy en d¨ªa, con dos a tres a?os de espera hasta conseguir un primer empleo), el problema verdaderamente mayoritario y dram¨¢tico lo constituye ese n¨²mero, muy superior (578.000 en 1978), de j¨®venes sin formaci¨®n universitaria, en las ciudades y en el campo, de los que, sin embargo, se habla poco.
Aspectos educativos
Por lo que se refiere a la educaci¨®n, Espa?a ha llevado a cabo una considerable acci¨®n a lo largo de los ¨²ltimos a?os en favor de la extensi¨®n y de la mejora de la ense?anza en todos los niveles educativos.
La reforma educativa, que tom¨® cuerpo legal en la ley General de Educaci¨®n de 1970, signific¨® una importante contribuci¨®n en favor de la coherencia interna del sistema educativo, as¨ª como para una relaci¨®n m¨¢s flexible con el empleo, puesto que est¨¢ basada en los principios de la educaci¨®n permanente. Sin embargo, la interpretaci¨®n de las l¨ªneas inspiradoras de la reforma educativa, as¨ª como la aplicaci¨®n de la legislaci¨®n vigente, han sufrido no pocas distorsiones a trav¨¦s del tiempo por los criterios y las iniciativas de los distintos equipos ejecutivos nombrados entre tanto.
Algunos de los principales problemas que se pueden detectar respecto de la deseable relaci¨®n entre educaci¨®n y trabajo son los siguientes: en primer lugar, la calidad de las ense?anzas a todos los niveles, tanto en t¨¦rminos de la limitada eficacia pedag¨®gica con la que se imparten, como por lo poco relevante de muchos de sus contenidos y su escaso valor formativo en respuesta a los nuevos desaf¨ªos que debe afrontar nuestra sociedad. En la educaci¨®n general b¨¢sica (EGB), las ense?anzas de pretecnolog¨ªa no cumplen a¨²n la funci¨®n de iniciaci¨®n en las posibilidades de la moderna tecnolog¨ªa en relaci¨®n con el futuro laboral, para la que fueron concebidas. En consecuencia, no tienen el valor orientador ni motivador que se las pretendi¨® asignar. En el bachillerato unificado y polivalente (BUP), las ense?anzas y actividades t¨¦cnico-profesionales (EATP) no est¨¢n todav¨ªa implantadas, ni los contenidos programados son relevantes para asegurar una experiencia pr¨¢ctica de los concimientos te¨®ricos, sin pretender una especializaci¨®n prematura.
Durante los tres a?os del BUP, y muy particularmente en el curso de orientaci¨®n universitaria (COU), son a¨²n muy escasos y precarios los servicios de orientaci¨®n educativa y profesional, tanto m¨¢s que falta una adecuada informaci¨®n sobre las oportunidades de empleo actuales, as¨ª como sobre los efectos previsibles de los profundos cambios tecnol¨®gicos en curso, por ejemplo, con la revoluci¨®n de los microprocesadores o de la microbiolog¨ªa industrial.
La formaci¨®n profesional, gratuita y obligatoria en el primer grado, que garantiza por ley una duraci¨®n m¨ªnima de los estudios hasta los diecis¨¦is a?os, reduciendo, consiguientemente, la presi¨®n de la demanda de empleo hasta esa edad, requiere su pronta generalizaci¨®n con unas ense?anzas profesionales m¨¢s alertas de las necesidades reales de los sectores productivos. Tambi¨¦n es urgente agilizar las conexiones previstas en la ley General de Educaci¨®n entre la formaci¨®n profesional de primer grado y el bachillerato (BUP). La formaci¨®n profesional de segundo grado, por su parte, a¨²n no ofrece el amplio abanico de especialidades necesario, con miras a la modernizaci¨®n de los sectores productivos, tanto industriales como agr¨ªcolas, y, sobre todo, para las de servicios.
En el nivel superior sigue, lamentablemente, pendiente la implantaci¨®n de la formaci¨®n profesional de tercer grado, prevista en la ley General de Educaci¨®n para ser impartida despu¨¦s del primer ciclo universitario, lo que facilitar¨ªa una mejor adaptaci¨®n de los universitarios a las posibilidades reales que existen de empleo. A este respecto, una correcta definici¨®n sobre los contenidos y el alcance de un primer ciclo universitario har¨ªa al fin posible una aut¨¦ntica educaci¨®n permanente en el nivel de la educaci¨®n superior en Espa?a, valorando, al mismo tiempo, debidamente las actuales escuelas universitarias.
Otra de las graves carencias actuales en la oferta educativa en Espa?a sigue siendo la escasez de cursos de reciclaje profesional, que deber¨ªan generalizarse en todos los ¨¢mbitos profesionales, dentro y fuera de la universidad. En este sentido, tambi¨¦n interesa promoverel n¨²mero y las especialidades de las escuelas para posgraduados.
El n¨²mero creciente de graduados, con los consiguientes efectos negativos para su empleo, por raz¨®n del n¨²mero, adem¨¢s de las circunstancias laborales coyunturales, guarda tambi¨¦n relaci¨®n con las tradicionales exageradas expectativas de empleo. Las elevadas aspiraciones iniciales sobre niveles de ingresos econ¨®micos, as¨ª como de responsabilidad, son consecuencia de la tradicional valoraci¨®n desmedida de los t¨ªtulos acad¨¦micos por parte de la sociedad espa?ola. Por todo ello, a nivel de la educaci¨®n superior deber¨ªan existir numerosos cursos formativos y de capacitaci¨®n, sin m¨¢s consecuencias que un certificado de asistencia, para que el conoc¨ªmiento y la destreza se mejoren en el mundo laboral.
En todo caso, una m¨¢s eficaz relaci¨®n entre la educaci¨®n y el empleo en Espa?a necesita disponer de inventarios mucho m¨¢s completos de lo que ahora disponemos sobre la estructura del empleo en el pa¨ªs, su evoluci¨®n y perspectivas en relaci¨®n con las diversas variables que en ella intervienen. Muy especialmente se necesitan perfiles profesionales o requisitos reales sobre los puestos de trabajo disponibles actualmente y previsibles para el futuro, evitando limitarse a los requisitos educativos para ampliarlos a las caracter¨ªsticas que la persona debe reunir, as¨ª como las condiciones de trabajo e incentivos que tales puestos ofrecen. Por su parte, las instituciones educativas tienen que replantear muy seria y concretamente su oferta educativa respecto de la realidad y de las perspectivas del empleo.
Perspectivas para el futuro
El mundo entero, y muy concretamente Europa, a la que Espa?a pertenece y est¨¢ enganchada a medias, ha empezado ya su camino por un nuevo decenio, largo y penoso, preludio del que puede y debe ser espl¨¦ndido ma?ana. Entramos ahora en la etapa de culminaci¨®n en profundidad de una grave crisis generalizada que se pod¨ªa haber previsto en buena parte, pero que muy pocos estaban dispuestos a reconocer, por lo que coge desprevenida y perpleja a la gran mayor¨ªa de los pa¨ªses y de sus gentes. Por lo mismo, y cuando empiezan a cumplirse ya algunos de los malos augurios, es urgente hablar tambi¨¦n del gran y esperanzador desaf¨ªo que ofrece esta situaci¨®n a todos, sobre todo a los j¨®venes, protagonistas del nacimiento del tercer milenio. La posibilidad se avecina de alcanzar cotas mucho m¨¢s altas de libertad, dejusticia, de bienestar social y material, que son, al fin y al cabo, bienes del esp¨ªritu y de la cultura que la educaci¨®n potencia.
Este dilema crisis-esperanza tiene algo de c¨ªclico, porque ciertamente no es nuevo. Despu¨¦s del dolor y de la destrucci¨®n que azot¨® tantos pueblos durante la ¨²ltima guerra mundial, el pronto resurgimiento fue espectacular. No s¨®lo se ha logrado un incremento generalizado del bienestar material de los pa¨ªses (aunque en grado y ritmo dispares, que han terminado por crear el profundo agravio comparativo dentro del simb¨®lico Norte-Sur), sino que, sobre todo, hemos dado en el mundo un salto moral ingente, del que a menudo parecemos olvidadizos, al generalizar muchos derechos humanos esenciales que antes eran negados a los m¨¢s. Este proceso, extraordinariamente positivo, dentro de una paz tantas veces conculcada, pero conservada dentro de ciertos m¨ªnimos, ha creado expectativas ilimitadas en todos los ¨®rdenes para cada persona y que ahora se ven frenadas al borde del crecimiento cero (cuyo simple enunciado a tantos indign¨® apenas hace diez a?os) en los l¨ªmites mismos de las realidades actuales del mundo, dej¨¢ndonos, consiguientemente, como desasidos, frustrados y desorientados.
Las creencias y valores en los que se asienta al menos Occidente se han agrietado as¨ª incluso formalmente, pero, sobre todo, han dejado de guiar y de motivar las acciones, que ahora se inspiran mucho m¨¢s en los nuevos ¨ªdolos econ¨®micos y en los ego¨ªsmos y ambiciones de cada cual. Esa es la explicaci¨®n m¨¢s verdadera y profunda de las muchas mal llamadas crisis: crisis energ¨¦tica, financiera, alimentaria, de defensa o laboral. Las crisis m¨¢s reales son institucionales, de autoridad, de liderazgo. Todas ellas son adem¨¢s crisis de objetivos de principios y de coherencia entr¨¦ lo que proclamamos y lo que hacemos o deseamos, porque, en suma, lo que sufrimos es una crisis de autenticidad.
El crecimiento econ¨®mico posiblemente se reduzca al m¨ªnimo, al menos durante una larga temporada. Eso no es necesariamente grave; tambi¨¦n el organismo humano deja de crecer cuando se pasa a ser adulto. Lo importante entonces es lograr la madurez. Nuestra oportunidad generacional, por tanto, es dar un salto de calidad en el desarrollo econ¨®mico y social de nuestro pa¨ªs.
Concretados al tema laboral, lamentablemente hay que reconocer que las ofertas de empleo seguramente no s¨®lo van a seguir escaseando, sino que probablemente empeorar¨¢ a¨²n bastante la situaci¨®n laboral durante los a?os pr¨®ximos, debido a la cr¨ªtica situaci¨®n actual de la econom¨ªa. Medidas sociopol¨ªticas pueden, sin embargo, paliar eventualmente el desempleo, sobre todo a nivel del sufrido peonaje, en la industria de la construcci¨®n. Mientras tanto, la din¨¢mica de la demanda social y la natural valoraci¨®n de los bienes de la cultura que se obtienen a trav¨¦s de los sistemas educativos ir¨¢ generalizando niveles educativos m¨¢s elevados a¨²n que los alcanzados hasta ahora por la poblaci¨®n espa?ola. A ello se unir¨¢n los numerosos y profundos cambios tecnol¨®gicos ya previsibles, tanto con las ventajas materiales y los potenciales nuevos puestos de trabajo como con la consiguiente reducci¨®n en una primera fase de puestos de trabajo tradicionales, especialmente debido a la revoluci¨®n industrial que preconizan los mieroprocesadores. La rentabilidad econ¨®mica podr¨¢ mejorar gracias a la tecnolog¨ªa en algunos sectores, si bien la productividad laboral seguir¨¢ descendiendo probablemente. Por ello, adem¨¢s de innovaciones tecnol¨®gicas, se impondr¨¢n tambi¨¦n innovaciones sociales y nuevos estilos de vida. Por ejemplo, todo parece indicar que el empleo productivo ser¨¢ un bien muy valorado sobre el que se intentar¨¢ ejercer una especie de ?justicia distributiva? de car¨¢cter social, bien sea reduciendo horas obligatoriamente, seg¨²n aboga la pol¨ªtica comunitaria europea, y fomentando al mismo tiempo ocupaciones no remuneradas de servicio a la comunidad.
En ese proceso, todo hace pensar que surgir¨¢n nuevos empleos o actividades productivas en los sectores de servicios (informaci¨®n y cultura), y en tomo al tiempo forzosamente libre se desarrollar¨¢n actividades u ocupaciones de car¨¢cter cultural, deportivo, de mejora del h¨¢bitat, etc¨¦tera, que, a su vez, generar¨¢n numerosas empresas subsidiarias y, consecuentemente, tambi¨¦n un gran n¨²mero de nuevos empleos. Sin embargo, el salto de calidad que podemos y debemos dar consiste en fomentar o motivar un nuevo esp¨ªritu emprendedor para la creaci¨®n de riqueza y para el desarrollo de la inventiva creadora. Tambi¨¦n es preciso replantear la cr¨ªtica y el freno indiscriminado de la emigraci¨®n, que merece ser encauzada y promovida cuando tiene lugar con un adecuado nivel profesional y hacia pa¨ªses con suficientes recursos naturales y con amplio margen de desarrollo material.
Por todo lo que antecede, las relaciones entre educaci¨®n y empleo en Espa?a, aunque no han de ser f¨¢ciles en los a?os pr¨®ximos, s¨ª pueden ofrecer una perspectiva esperanzadora. Su evoluci¨®n se ver¨¢ afectada, desde luego, en gran medida por los plazos y las condiciones subsiguientes de la integraci¨®n de Espa?a en la Comunidad Europea, as¨ª como por el desarrollo de las relaciones con otras regiones geopol¨ªticas y econ¨®micas con las que est¨¢ estrechamente vinculada Espa?a. Sin embargo, la respuesta m¨¢s eficaz debe nacer del esfuerzo interior para reestructurar y modernizar las l¨ªneas de producci¨®n, para mejorar la productividad, incrementar el ahorro y estimular la investigaci¨®n e inventiva, con un esp¨ªritu de innovaci¨®n competitiva y de cooperaci¨®n solidaria. El verdadero peligro ante la magnitud del desaf¨ªo es la par¨¢lisis de la imaginaci¨®n y de la voluntad. Este es un per¨ªodo de profunda transici¨®n creadora de la humanidad en la que tenemos que concentrarnos en desarrollar los hombres, cada ser humano, y dar as¨ª todos un gran salto adelante de calidad. El futuro de Espa?a, al igual que el de los dem¨¢s pa¨ªses, depende, quiz¨¢ como nunca, de la respuesta que d¨¦ la educaci¨®n, teniendo muy en cuenta la realidad y las perspectivas de empleo.
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