La singular autonom¨ªa del Pa¨ªs Valenciano
Posiblemente casi nadie se ha parado a pensar, ni tampoco importa en demas¨ªa, que en los redactores y negociadores del Estatuto valenciano se encuentran, hasta hoy, entre otras personalidades, un vicepresidente del Gobierno, dos ministros, el secretario de Estado para las Autonom¨ªas, el presidente de la Comisi¨®n Constitucional, el de Suplicatorios, el de Emigraci¨®n y un largo etc¨¦tera.En las filas de la oposici¨®n existen sectores, tanto en el PSOE como en el PCE, de tradici¨®n autonomista impecable, e incluso personas que han defendido, y defienden, el nacionalismo valenciano.
A pesar de este cuadro, es la autonom¨ªa que aparece como una de las m¨¢s retrasadas y en la que, al menos aparentemente, m¨¢s dificultades existen. ?Por qu¨¦? Nada mejor para intentar ser imparcial, dentro de un orden, que narrar los hechos.
Valencia ha tenido una larga tradici¨®n auton¨®mica. Siempre que ha habido en la historia de Espa?a h¨¢lito de libertad se ha despertado el deseo de los valencianos de recobrar antiguos fueros y los ¨®rganos de autogobierno, desde que los perdi¨® en 1707.
Durante la campa?a electoral del 15 de junio de 1977, no hubo m¨ªtines ni manifestaciones en los que no se usara la palabra autonom¨ªa. Y no existi¨® en Espa?a, incluyendo Catalu?a, una concentraci¨®n tan cuantiosa como la que se celebr¨® en Valencia el 9 de octubre de 1977, d¨ªa de la fiesta nacional.
El Consell se cre¨® en abril de 19713, en el Puig de Santa Mar¨ªa, como consecuencia de las elecciones de 1977, fue un minigobierno de concentraci¨®n. M¨¢s tarde fue disuelto, como resultado de las elecciones de 1979 (ya entonces nos pregunt¨¢bamos para qu¨¦ serv¨ªan estos nuevos comicios). En el nuevo plenario de los parlamentarios del 1 de marzo de 1979, se hab¨ªa igualado el n¨²mero de socialistas con los de UCD (?Qui¨¦n lo iba a decir! El partido comunista actuaba de bisagra). El plenario s¨®lo se reuni¨® una vez, y ni siquiera lleg¨® a elegir una mesa definitiva.
Nos encontrabamos entonces en una situaci¨®n muy singular, porque, de acuerdo con el Real-Decreto 1011978, el presidente del Consell, al ser elegido entre los parlamentarios, gobernaba en minor¨ªa, puesto que la mayor¨ªa la ten¨ªa UCD con los consellers provenientes de las diputaciones. Es decir, que del total de dieciocho consellers, diez pertenecen a UCD, siete al PSOE y uno al PCE.
De acuerdo con la Constituci¨®n, el 25 de abril de 1979 se empez¨® la iniciativa auton¨®mica, a la que se adhirieron las diputaciones y las tres cuartas partes de los municipios de cada una de las tres provincias, representando, al menos, la mayor¨ªa del censo electoral de cada una de ellas.
El presidente del Consell entreg¨® documento notarial, en el que se recog¨ªa este hecho, al presidente de las Cortes y al Gobierno, a trav¨¦s del ministro de Ordenaci¨®n Territorial. La, respuesta fue el silencio por parte de las Cortes y del Gobierno.
Las dificultades del presidente Albi?ana, al querer gobernar en minor¨ªa, fueron cada vez mayores, y no tuvo m¨¢s remedio que dimitir el 22 de diciembre de 1979. A finales de oto?o del mismo a?o empiezan unas negociaciones entre el PSOE, el PCE y UCD, que llegan a pudrirse antes de que la fruta hubiera madurado.
La guerra de los art¨ªculos
No podemos, por otra parte, silenciar lo que ocurri¨® en un d¨ªa cualquiera de enero de 1980, en el que el consejo pol¨ªtico de UCD decidi¨® declarar que la ¨²nica v¨ªa que propon¨ªa para el inicio de todos los procesos auton¨®micos era la que se se?ala en el art¨ªculo 143. Soy de la opini¨®n que esta declaraci¨®n urbi et orbe era extempor¨¢nea y fuera de todo lugar. La guerra de los art¨ªculos hab¨ªa empezado.
Al mismo tiempo, se acababa de debatir la ley para las distintas modalidades de refer¨¦ndum, en la que se pon¨ªan m¨¢s trabas al logro auton¨®mico. Este proyecto de ley fue pactado entre el PSOE y UCD con muy pocos retoques al proyecto inicial, pero con la condici¨®n de que el refer¨¦ndum andaluz se celebrara el 28 de febrero. Los resultados son de todos conocidos.
Pero volvamos, una vez m¨¢s, al Pa¨ªs Valenciano. En los ¨²ltimos cinco a?os se han redactado m¨¢s de seis estatutos. No hay nada que se, parezca m¨¢s a un estatuto de autonom¨ªa que otro estatuto, por tanto, los motivos de discrepancia entre UCD, PSOE y PCE son f¨¢cilmente detectables.
Los m¨¢s importantes son: los s¨ªmbolos, el sistema electoral, la relaci¨®n entre una nueva remodelaci¨®n del Consell y la Asamblea parlamentaria, ¨®rganos de autogobierno provisionales hasta 1983.
Despu¨¦s de la guerra de los art¨ªculos y de las inacabadas negociaciones, comenz¨® el silencio. De ah¨ª que exista una cierta expectativa ante la reuni¨®n de la ejecutiva de UCD, que celebra su pr¨®xima reuni¨®n hoy en Alicante, donde se deber¨ªa tomar una posici¨®n definitiva sobre la materia.
Dada la composici¨®n del Consell y de las diputaciones, UCD podr¨ªa redactar el Estatuto, no sin dificultades, con arreglo al apartado segundo del art¨ªculo 143, el 144 y el 146.
Otra de las posibilidades es no llegar a ning¨²n compromiso, dejar las cosas como est¨¢n hasta 1983. El presidente del Tribunal Constitucional, don Emilio Attard, conjuntamente con el Partido Nacionalista Valenciano, han declarado que existen serias dificultades constitucionales para que el Consell permanezca.
Claro est¨¢ que esto ¨²ltimo a lo mejor se puede subsanar con una tercera o cuarta lectura de la Constituci¨®n, como dir¨ªan los estructuralistas marxistas.
Cabr¨ªa una tercera soluci¨®n, que es la del pacto. Es decir, llegar a un acuerdo que, personalmente, no lo considero dificil, entre los s¨ªmbolos y el sistema electoral. En ambas materias se hab¨ªa llegado casi a un compromiso a finales del a?o 1979, pero por decisiones, que m¨¢s vale no precisar, no lleg¨® nunca a plasmarse. Hoy las posturas est¨¢n m¨¢s radicalizadas.
Dif¨ªcil equilibrio, por otra parte, ser¨ªa encontrar un Consell y una Asamblea que satisficiera a todos los partidos de forma provisional hasta 1983, pero existen f¨®rmulas que dan una soluci¨®n al problema. Depende de la voluntad negociadora de las partes. He ah¨ª donde hay que buscar el nudo gordiano de la cuesti¨®n, y no en otro sitio, porque un estatuto que no est¨¢ pactado, de poco o nada va a servir.
?C¨®mo acabar¨¢ este embrollo valenciano, al que no le falta color ni p¨®lvora? Ese es otro cap¨ªtulo que puede empezar el lunes pr¨®ximo o no empezar. Ni se sabe tampoco cu¨¢ndo va a terminar esta situaci¨®n comatosa.
Una ¨²ltima consideraci¨®n. Si todo el problema de Espa?a fuera la construcci¨®n de un Estado auton¨®mico, estar¨ªamos viviendo en el m¨¢s feliz de los mundos posibles. Las autonom¨ªas tienen que construirse, a ser posible, todas al mismo tiempo porque, contrariamente, sumar¨ªamos gastos en lugar de restar y llegar¨ªamos a una burocracia todav¨ªa m¨¢s gravosa e ineficaz que la que tenemos actualmente. As¨ª, por ejemplo, una vez acabadas todas las autonom¨ªas, el Ministerio de Obras P¨²blicas y Urbanismo, a lo mejor quedarla reducido a dos tercios. Parece que, adem¨¢s de todos los problemas que tenemos planteados, estamos creando otro suplementario, cuya soluci¨®n es relativamente f¨¢cil.
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