La estrategia de la provocaci¨®n
TRAS UN verano relativamente tranquilo, en el que parec¨ªa que la aprobaci¨®n del Estatuto de Guernica, las elecciones al Parlamento de Euskadi y la puesta en marcha de las instituciones de autogobierno comenzaban a abrir una perspectiva de esperanza de pacificaci¨®n y reconciliaci¨®n del Pa¨ªs Vasco, otra vez se ha puesto en marcha la espiral de la violencia. El atentado de ETA contra Jos¨¦ Javier Uranga ha proseguido con otros cr¨ªmenes, el ¨²ltimo de los cuales ha tenido ayer como escenario Durango y como v¨ªctima a un teniente coronel.Al tiempo, ha entrado en escena, o la ha pisado con mayor fuerza, el Batall¨¢n Vasco Espa?ol. El cobarde asesinato de dos simpatizantes de Herri Batasuna en Hernani y el no menos atroz crimen de Ond¨¢rroa ponen de relieve que la marca de Ca¨ªn est¨¢ grabada en la frente de los ultranacionalistas de cualquier signo.
En una ocasi¨®n el prudente Samuel Johnson dijo que el patriotismo es el ¨²ltimo refugio de los bribones. Si hubiera sobrevivido al siglo XVIII el sabio erudito brit¨¢nico, tal vez hubiera a?adido que tambi¨¦n es la coartada de los asesinos. La pretensi¨®n de que las categor¨ªas abstractas y los complejos emocionales del ultrapatriotismo conceden el privilegio de matar a los semejantes es, a la vez, un residuo tribal y una de las m¨¢s compulsivas y eficaces motivaciones a lo largo de la historia para justificar el fratricidio. Las banderas cambian de colores, los himnos tienen distintas m¨²sicas y letras, las advocaciones trascendentales se remiten a figuras s¨®lo proteicamente diferentes y el destino privilegiado, ¨²nico y manifiesto se predica para territorios, etnias y pasados diversos. Pero la capacidad de abatir a hombres y mujeres de la misma especie y la voluntad de diseminar el dolor y el sufrimiento empareja a estos ret¨®ricos de las grandes palabras y de los grandes cr¨ªmenes en el mismo banquillo de la historia.
Abertzales violentos y espa?olistas violentos tienen en com¨²n un repertorio de cad¨¢veres, urnas rotas, bocas amordazadas, ensue?os de expansi¨®n territorial, unidades de destino en lo universal, dial¨¦cticas de los pu?os y las pistolas y mitificaci¨®n del pasado hist¨®rico (bien sea la batalla de Clavijo y el caballo de Santiago, bien sea la batalla de Roncesvalles y el caballo de Zumalac¨¢rregui). Tal vez si unos 31 otros llegaran a la conclusi¨®n de que las patrias no son sino una forma cualificada de denominar a los hombres y mujeres que habitan los territorios donde el energumenismo doctrinario se ha instalado los seres de carne y hueso tendr¨ªamos la oportunidad de expresar nuestras opiniones y nuestros deseos sin arriesgar el pellejo.
Los artefactos criminales colocados en los locales del Partido Comunista de Euskadi y de la UGT en Pamplona, que han herido a siete personas y que pudieron producir la muerte de muchos afiliados y simpatizantes de la izquierda navarra, ilustran con una escalofriante perfecci¨®n la angustiosa situaci¨®n del antiguo reino, asfixiado por la garra de tenaza de la provocaci¨®n de los dos contrapuestos patriotismos. En el momento de escribir este comentario nadie sabe a ciencia cierta si el criminal atentado ha sido realizado por alguna de las ramas de ETA o por alg¨²n grupo -ya conocido o por bautizar- de la extrema derecha. S¨®lo ese dato podr¨ªa hacer reflexionar a los autores de esa criminal felon¨ªa sobre la atroz ambig¨¹edad pol¨ªtica de los comportamientos terroristas.
Aunque las informaciones y los indicios no permiten todav¨ªa pronunciarse al respecto, la mayor¨ªa de los observadores se inclinan por descartar la autor¨ªa de ETA. Sin embargo, la escalada de provocaci¨®n de los terroristas vascos, su fr¨ªa y calculada decisi¨®n de transformar a Navarra en el campo de batalla de su nueva ofensiva, impiden excluir esa posibilidad. Incluso se podr¨ªa a?adir que, aunque no hayan sido los autores de este concreto atentado, los etarras disponen del cuadro ideol¨®gico y pol¨ªtico necesario para llevar a cabo este tipo de crimen.
?Y en el caso de que el Batall¨®n Vasco Espa?ol, o cualquier otro grupo de ideolog¨ªa navarrista o espa?olista, haya perpetrado el atentado? El precedente de la actuaci¨®n de los eufem¨ªsticamente llamados incontrolados en el Pa¨ªs Vasco durante el franquismo y la primera etapa de la transici¨®n constituyen una pesada hipoteca que gravita sobre la credibilidad del Gobierno a la hora de condenar el terrorismo de la extrema derecha. Sin embargo, parece evidente que las provocaciones desestabilizadoras en la comunidad aut¨®noma de Euskadi y en Navarra urdidas desde el fundamentalismo derechista no s¨®lo no est¨¢n controladas m¨¢s o menos vagamente por el poder, sino que apuntan indirectamente contra la estrategia de soluci¨®n pol¨ªtica y negociada del contencioso vasco propugnada por Adolfo Su¨¢rez y su equipo ministerial.
Navarra se est¨¢ convirtiendo en el r¨ªo revuelto en el que todos los pescadores de fortuna quieren cobrarse la pieza. Y no s¨®lo en lo que se refiere a Navarra y a la comunidad aut¨®noma de Euskadi, sino tambi¨¦n en lo que concierne a la forma de gobierno y a la forma de Estado de todo el pa¨ªs.
La situaci¨®n de Navarra desaf¨ªa a cualquier an¨¢lisis simplista. La contraposici¨®n entre la monta?a vasca y la ribera espa?olista est¨¢ mediada por los conflictos sociales y generacionales que mueven los votos de Pamplona y de pueblos cercanos a la Rioja hacia Herri Batasuna. El navarrismo combina inextricablemente un defendible sentimiento de identidad hist¨®rico y foral con el juego de intereses inconfesables. El PSOE de Navarra apuntala la conjetura de ese policentrismo caciquil que ha denunciado alg¨²n l¨ªder del sector cr¨ªtico. Mientras para el PNV la integraci¨®n de Navarra en Euskadi significar¨ªa la p¨¦rdida de la mayor¨ªa absoluta en el Parlamento, dada su d¨¦bil implantaci¨®n electoral en el antiguo reino y la fuerza de UCD y el PSOE en ese territorio, Herri Batasuna apenas puede conciliar las propuestas de integraci¨®n de Navarra en la comunidad aut¨®noma vasca hoy existente con su rechazo del marco del estatuto. Si la irracionalidad ha presidido ya el desarrollo de la pol¨ªtica en Vizcaya, Guip¨²zcoa y Alava, el premio al desvar¨ªo lo puede obtener, sin duda, el futuro inmediato de Navarra. Un futuro que, en cualquier caso, s¨®lo los navarros pueden decidir en las urnas, cosa que, al parecer, la mayor¨ªa de los partidos pol¨ªticos, por razones y con argumentos diferentes, no desean.
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