Jean Piaget, la obsesi¨®n por la creatividad
?El ideal que personalmente trato de alcanzar es seguir siendo ni?o hasta el fin?, le hab¨ªa dicho Piaget a Jean-Claude Bringuier, y lo justificaba se?alando que la infancia es la fase creadora por excelencia. Puede decirse que lo ha conseguido, pues hasta hace poco tiempo y a pesar de su edad (hab¨ªa nacido el 9 de agosto de 1896), ha continuado iniciando nuevos estudios y produciendo nuevos escritos. Desde su primera publicaci¨®n, cuando ten¨ªa once a?os, ha dado a luz m¨¢s de cincuenta libros y varios centenares de art¨ªculos. A lo largo de esa monta?a de publicaciones, que le convierte en el segundo psic¨®logo m¨¢s productivo de la historia, despu¨¦s de Wundt, ha perseguido un objetivo principal: descubrir c¨®mo se adquiere el conocimiento, c¨®mo funciona la inteligencia y c¨®mo se produce el conocimiento cient¨ªfico. El origen de sus preocupaciones era filos¨®fico, pero su formaci¨®n era de bi¨®logo y trataba de aplicar m¨¦todos cient¨ªficos a problemas epistemol¨®gicos, Como no es posible estudiar directamente la formaci¨®n de los conocimientos en la especie humana decidi¨® estudiarla en el ni?o a lo largo de la infancia, e inici¨®, hacia 1920, una serie de estudios sobre el pensamiento infantil, que ha continuado hasta su muerte, volviendo regularmente a los problemas epistemol¨®gicos que inspiran todo su trabajo y ocup¨¢ndose igualmente de problemas biol¨®gicos, l¨®gicos o educativos.La idea que inspira todos sus escritos es que la vida es una creaci¨®n continua de formas, que procede mediante un equilibrio entre la asimilaci¨®n y la acomodaci¨®n, y que las estructuras de la inteligencia son un producto de la organizaci¨®n vital, como pueda serlo el sistema digestivo de un conejo o los ¨®rganos visuales de una mosca. El funcionamiento en todos los niveles biol¨®gicos es el mismo, pero las estructuras cambian y ¨¦stas son producto de la actividad de los sujetos. El conocimiento es una actividad constructiva, en la que los individuos nunca est¨¢n sometidos pasivamente a las influencias del ambiente, sino que act¨²an sobre ellas y modifican el medio.
Este estructuralismo gen¨¦tico o constructivismo -para referirnos a dos aspectos complementarios de sus ideas- combinado con su m¨¦todo de investigaci¨®n emp¨ªrica, el ?m¨¦todo cl¨ªnico?, ha resultado ser enormemente fecundo. La idea del ?m¨¦todo cl¨ªnico? es extremadamente simple: interrogar al ni?o, tratando de seguir el curso de su pensamiento sin someterlo a cuestionarios o pruebas construidas de antemano. Esta mirada ?ingenua? sobre el pensamiento y la conducta de los ni?os le ha permitido descubrir a un ni?o muy distinto del que conceb¨ªa la psicolog¨ªa de sus contempor¨¢neos, un ni?o mucho m¨¢s creador, constructivo y original, que posee teor¨ªas sobre la realidad, parecidas en algunos casos a teor¨ªas que los adultos han sostenido en otras ¨¦pocas.
La originalidad de sus ideas es producto de su formaci¨®n m¨²ltiple y de la amplitud de sus intereses. Donde otros no ve¨ªan m¨¢s que curiosidades de la conducta de los ni?os, Piaget era capaz de descubrir rasgos esenciales de la evoluci¨®n de la inteligencia. Y su ¨¦xito se debe tambi¨¦n a la tenacidad con que ha desarrollado sus ideas. Toda su vida ha girado en torno a su trabajo. ?Soy un ansioso al que s¨®lo el trabajo alivia?, dec¨ªa para explicar la velocidad con que escrib¨ªa.
Llevaba una vida muy met¨®dica, se levantaba muy temprano, antes de que amaneciera. Daba sus clases por la ma?ana, empezando a las ocho; pero antes de esa hora sol¨ªa ir al caf¨¦ situado frente a la universidad y all¨ª ordenaba sus notas o trabajaba en alguna otra cosa. Hasta casi jubilarse iba a dar clase en bicicleta desde la casita en que viv¨ªa, a las afueras de Ginebra. Trabajaba todos los d¨ªas de la semana y m¨¢s durante el per¨ªodo de vacaciones. Puede decirse que su ¨²nico inter¨¦s era el desarrollo de sus ideas. Le gustaban las novelas y la m¨²sica, pero confesaba que s¨®lo hab¨ªa ido cuatro veces en su vida al cine y que no le hab¨ªa interesado. Antes de ponerse a escribir las cuatro o cinco p¨¢ginas de cada d¨ªa paseaba o se ocupaba de sus plantas o de sus colecciones de insectos. En su jard¨ªn y en su propio despacho ten¨ªa gran cantidad de plantas; en los ¨²ltimos a?os sedum recogidos en todo el mundo sobre los que escribi¨® varios art¨ªculos, y sus actividades como naturalista eran su distracci¨®n principal.
Su capacidad de concentraci¨®n en el trabajo era sorprendente. Durante largos a?os fue director de la Oficina Internacional de la Educaci¨®n, representante de Suiza en la Unesco y director del Instituto de Ciencias de la Educaci¨®n de la Universidad de Ginebra; pero durante las largas reuniones o la presidencia de congresos, cuando no le interesaba mucho lo que dec¨ªa el orador, escrib¨ªa sus trabajos.
Era un hombre alto, corpulento, con una tez un poco sonrosada y con el pelo blanco despeinado; siempre iba muy abrigado, con un traje, los bolsillos de cuya chaqueta conten¨ªan infinidad de objetos empleados para limpiar su inseparable pipa o para recoger plantas o animales. Mostraba un gran inter¨¦s por todas las nuevas ideas y observaba a su alrededor todo lo que le pudiera sugerir algo para su trabajo, sin mostrar, en cambio, gran inter¨¦s por el resto. Cuando vino a Barcelona en 1970 para recibir un doctorado honoris causa s¨®lo se interes¨® por que se le llevara a los alrededores de la ciudad a recoger plantas, diciendo que ya hab¨ªa estado en Barcelona al comienzo de los a?os treinta. Pero mientras com¨ªa uno de aquellos d¨ªas en un restaurante mostr¨® un gran inter¨¦s por el sistema de cierre de la puerta que daba a una cocina.
Su trabajo fue muy criticado, sobre todo por los psic¨®logos americanos, antes de ser aceptado y reconocido; pero ¨¦l continu¨® trabajando con aparente indiferencia, y el tiempo le vino a dar la raz¨®n frente a sus cr¨ªticos en casi todos los puntos. La ¨²nica persona por la que frecuentemente manifestaba admiraci¨®n era por Einstein, al que hab¨ªa conocido en Princeton y con el que hab¨ªa discutido algunos de sus trabajos.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.