Romy Schneider,
cuyo nombre se confunde autom¨¢ticamente con el recuerdo de Sissi, va a encarnar durante algunos meses un cierto esp¨ªritu de la contradicci¨®n: mientras adelgazar se convierte en la obsesi¨®n casi religiosa de este ¨²ltimo tramo del siglo, ella se propone engordar cinco kilos para poder interpretar un nuevo papel art¨ªstico.En efecto, ha sido el marido de Romy, Daniel Biasini, el que le ha indicado que debe engordar. El objetivo es cinematogr¨¢fico: Biasini la dirigir¨¢ en su pr¨®xima pel¨ªcula, y su papel es el de una mujer m¨¢s gruesa que ella. La actriz se ha sometido con placer al tratamiento para propiciar la obesidad, porque Daniel, que, con 33 a?os, es nueve a?os m¨¢s joven que su esposa, ha sido el hombre que le ha devuelto la tranquilidad a su vida. ?Desde que conozco a Daniel?, ha dicho, ?ya no tomo somn¨ªferos?.
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