Los empresarios espa?oles descubren la productividad como salida de la crisis
?La rnejora de la productividad contribuye a la lucha contra el desempleo. Ganar el reto de la productividad exige una concienciaci¨®n de la sociedad y un di¨¢logo entre las organizaciones empresariales y las de los trabajadores?. Estas palabras, pronunciadas por el presidente de la CEOE, Carlos Ferrer Salat, resumen el inter¨¦s empresarial por elevar los actuales niveles de productividad en la econom¨ªa espa?ola, como medio para salir de la crisis.Durante dos d¨ªas, empresarios y Administraci¨®n han debatido el tema de la productividad, como preocupaci¨®n capital del mundo industrial para elevar su nivel de competencia en los mercados exteriores y, antes incluso, como medio para salir de la crisis econ¨®mica y generar empleo.
Los niveles de productividad en Espa?a se sit¨²an en t¨¦rminos pr¨®ximos a la mitad de los que registran los pa¨ªses de la OCDE. No obstante, el crecimiento anual de la productividad en nuestro pa¨ªs viene siendo superior a la que se registra en los pa¨ªses occidentales.
El problema, pues, seg¨²n se puso de manifiesto en las jornadas organizadas por la CEOE, se centra en la concienciaci¨®n de la sociedad acerca de la productividad, ?como objetivo nacional que pasa por la concertaci¨®n social?, se dijo en las referidas jornadas.
?La mejora de la productividad de toda nuestra econom¨ªa es el instrumento privilegiado para lograr una contenci¨®n duradera de las tensiones inflacionistas, para hacer frente a los problemas derivados del desequilibrio de nuestra balanza comercial y para afrontar un crecimiento del PIB superior al de los ¨²ltimos a?os, que permita hacer frente a los problemas del empleo, sin agravar con ello los otros dos grandes desequilibrios?.
?En el sexto a?o de la crisis econ¨®mica, nos enfrentamos a la vez a la aton¨ªa de la demanda, la inflaci¨®n de costes, el crecimiento cero, el crecimiento del gasto p¨²blico improductivo, la p¨¦rdida de competitividad de nuestras empresas en el exterior, la dependencia energ¨¦tica, la falta de una tecnolog¨ªa propia y la necesidad de recuperar el excedente empresarial?.
?Ganar el reto de la productividad, pues, permitir¨¢ a la sociedad conservar su nivel de vida; a los trabajadores, mejorar sus condiciones de trabajo y asegurar sus puestos, y a las empresas, consolidar sus posiciones en los mercados y mejorar su situaci¨®n econ¨®mica.
Afrontar el tema de la productividad plantea como primer problema la definici¨®n misma del concepto en s¨ª. Tanto en las jornadas clausuradas ayer, sobre productividad, como en las que, sobre el mismo tema, organiz¨® el pasado a?o la Direcci¨®n General de Pol¨ªtica Econ¨®mica, del Ministerio de Econom¨ªa, las disquisiciones filos¨®ficas alumbraron escasa luz sobre el t¨¦rmino.
?Qu¨¦ es productividad?
En lenguaje corriente, productividad puede ser sin¨®nimo de trabajar m¨¢s. Pero no exclusivamente en terminolog¨ªa estajanovista, sino como idea de eficacia, de hacer bien las cosas, de saber c¨®mo hacerlas.
De hecho, la corriente de identificaci¨®n de productividad y m¨¢s trabajo ha constituido un muro insalvable para que las fuerzas sociales encontraran una f¨®rmula de di¨¢logo tendente a su incremento.
En la actualidad, parece que tanto empresarios como sindicatos comienzan a sensibilizarse sobre la conveniencia de hablar de productividad.
Salvada la definici¨®n del t¨¦rmino, las estad¨ªsticas se?alan c¨®mo el incremento de la productividad en Espa?a durante los ¨²ltimos a?os es considerable. El promedio anual de crecimiento en el per¨ªodo 1964-1970 fue del 5,4%; del 5,8%, en 1970-1973; del 3,9%, en 1973-1977, y en los dos ¨²ltimos a?os, un 4,8 % y un 3,5%, respectivamente.
No obstante, estas tasas de variaci¨®n, que suponen que durante los ¨²ltimos quince a?os el crecimiento de la productividad ha sido superior a la registrada en los pa¨ªses de la CEE, deben ser relacionadas con los niveles de productividad. Esta comparaci¨®n de muestra que la producci¨®n en nuestro pa¨ªs en 1977 era el 47% de la alcanzada en la CEE, y el 42% de la correspondiente a los pa¨ªses de la OCDE.
El problema es su reparto
Seg¨²n aseguraron los empresarios, los sindicatos son conscientes de la necesidad de plantearse el tema de la productividad en serio. De hecho, como demuestra la firma del Acuerdo Marco interconfederal, este tema ocupa un importante cap¨ªtulo en dicho pacto entre CEOE y UGT.
El problema, como se?al¨® el director general de Pol¨ªtica Econ¨®mica del Ministerio de Econom¨ªa, Crisanto Plaza, surge a la hora de establecer el reparto de la productividad.
?En este tema, el papel de la Administraci¨®n debe ser de Catalizador de la atenci¨®n social hacia la productividad. La pol¨ªtica de concertaci¨®n social que hemos logrado imponer, tras muchos esfuerzos de acercamiento entre las partes, permite la libre negociaci¨®n entre los interlocutores sociales, a los que corresponde establecer las metas de productividad y la forma de revertir el logro de estos objetivos en beneficio de todos los componentes de la empresa?.
En opini¨®n de Crisanto Plaza, opini¨®n por cierto un tanto revolucionaria por venir de la Administraci¨®n, ?no todos los incrementos salariales deben ser inflacionistas. Si hay una productividad importante, ¨¦sta se debe repartir y puede permitir incrementar los salarios por encima del ¨ªndice del crecimiento de los precios, con lo que tendremos m¨¢s consumo y, consecuentemente, mayor crecimiento de la econom¨ªa?.
Esta teor¨ªa dif¨ªcilmente podr¨¢ tener, sin embargo, respuesta oficial en la pol¨ªtica econ¨®mica del Gobierno. La Direcci¨®n General de Pol¨ªtica Econ¨®mica que ostentaba Crisanto Plaza desapareci¨® precisamente ayer, por decisi¨®n del Consejo de Ministros, que, al parecer, animado por el intento de reducir el gasto p¨²blico, acord¨® eliminar algunas direcciones generales del Ministerio de Econom¨ªa -fundido con el de Comercio- y ha suprimido tambi¨¦n la de Planificaci¨®n, refundiendo en Previsi¨®n y Coyuntura la labor que ven¨ªa desarrollando la de Pol¨ªtica Econ¨®mica.
En este sentido, Crisanto Plaza no oculta su temor de que la ?pol¨ªtica de concertaci¨®n social que desde la anterior vicepresidencia econ¨®mica se logr¨® implantar en este pa¨ªs se vea, cuando menos, disminuida. Y este es uno de los capitales m¨¢s importantes que hoy tiene Espa?a. Ha sido una labor lenta, de continuo di¨¢logo con las partes sociales, impuls¨¢ndolas a la negociaci¨®n, y finalmente, dej¨¢ndolas en libertad para que sean ellas las que concierten la pol¨ªtica industrial del pa¨ªs?.
En esta l¨ªnea, la Direcci¨®n General de Pol¨ªtica Econ¨®mica ten¨ªa el proyecto de crear el denominado Centro Espa?ol de Productividad, concebido como una fundaci¨®n privada que, en su primera etapa, contar¨ªa con la provisi¨®n de fondos exclusivamente p¨²blicos -en el proyecto de Presupuesto elaborado por Econom¨ªa se inclu¨ªa la oportuna partida para la creaci¨®n del referido centro-, y que podr¨ªa reunir a la Administraci¨®n, la patronal y las centrales para fomentar el estudio de la productividad, entendida ¨¦sta como un objetivo nacional.
Escasos logros
En el plano de la relaci¨®n laboral individual, la atenci¨®n a la productividad ha de estar presente -seg¨²n afirma la patronal- a la hora de contemplar la contrataci¨®n, el desarrollo y contenido, la modificaci¨®n y la extinci¨®n del contrato de trabajo.
En este sentido, la patronal considera urgente el desarrollo teglamentario del Estatuto de los Trabajadores, en el que se contempla una amplia gama de contratos temporales que dan respuesta a problemas de organizaci¨®n y de empleo sin menoscabo de la productividad.
Respecto al an¨¢lisis de la normativa sobre negociaci¨®n colectiva, las sucesivas ¨®rdenes, decretos y otras legislaciones apenas si han servido para implantar una ligera concienciaci¨®n social acerca de la conveniencia de establecer pactos concretos sobre incrementos de la productividad.
En la pr¨¢ctica, incluso, los pactos establecidos sobre estos presupuestos se han revelado como pretexto para justificar un incremento salarial que no se ha visto correspondido con la mejora de la productividad, a la que se compromet¨ªan las partes signatarias de dichos pactos.
El decreto que marc¨® la pauta de la negociaci¨®n colectiva en 1979 inclu¨ªa la sugerencia de incrementar los salarios de acuerdo con una banda que iba del 11% al 14%, considerando, entre otros aspectos, el hecho de que se incluyeran ?compromisos de incrementos o productividad, entendidos fundamentalmente como reducci¨®n del absentismo y permanencia en los puestos de trabajo?.
Esta sugerencia constituy¨® un claro fracaso, por cuanto en modo alguno se generaliz¨®. Tan s¨®lo tuvo acogida en el 42% de los convenios de empresas p¨²blicas, y en cuanto a su repercusi¨®n en una mayor competitividad de estas empresas, las reservas son absolutas, se?al¨¢ndose que en la mayor¨ªa de los casos consisti¨® en simples declaraciones de intenciones o buena voluntad. Con frecuencia, de lo que se trat¨® fue de justificar formalmente un mayor incremento salarial.
El panorama de la negociaci¨®n colectiva en 1979 resulta, pues, manifiestamente insatisfactorio en cuanto al objetivo de incluir en los pactos el compromiso de incrementar la productividad. Tan s¨®lo un 19,22% de la poblaci¨®n laboral con convenios incluidos en la muestra obtenida para la realizaci¨®n de una encuesta al respecto contaba con cl¨¢usulas, gen¨¦ricas en no pocas ocasiones. sobre aumento de productividad. Los primeros s¨ªntomas serios de que la productividad es tomada en consideraci¨®n por los interlocutores sociales se producen en la negociaci¨®n del acuerdo-marco interconfederal, que suscribieron en enero pasado CEOE y UGT.
Ambas organizaciones alcanzaron coincidencias en los factores que influyen en la productividad, reconociendo expl¨ªcitamente la importancia del absentismo, sus causas, el grave quebranto que origina en el orden econ¨®mico, la necesidad de establecer mecanismos para reducirlo, as¨ª como la renegociaci¨®n de los complementos econ¨®micos en caso de incapacidad laboral transitoria, promoviendo la eliminaci¨®n de situaciones abusivas o fraudulentas.
Otro avance en el tratamiento de la productividad lo constituye su consideraci¨®n no s¨®lo en la empresa, sino tambi¨¦n en niveles superiores, siempre que existan condiciones de homogeneidad.
Este acuerdo, como recordaron ayer los empresarios, constituy¨® el pretexto final para el descuelgue de CC OO de las negociaciones del acuerdo-marco. En este sentido, los empresarios recuerdan c¨®mo CC OO no tuvo inconveniente durante 1979 en firmar convenios provinciales en los que se regulaban aspectos de la productividad (por ejemplo, tablas de rendimiento en el convenio de la construcci¨®n de Madrid), y que al final de ese mismo a?o, durante la negociaci¨®n del acuerdo-marco, no admit¨ªa m¨¢s que acuerdos sobre productividad a nivel de empresa. Acuerdos que adem¨¢s deb¨ªan negociarse tras la firma del convenio colectivo.
En opini¨®n patronal, este planteamiento de la central comunista romp¨ªa la relaci¨®n entre salarios (contenidos en el convenio) y productividad (negociada despu¨¦s), ?buscando al mismo tiempo introducir un procedimiento de conflictividad permanente y una manifiesta limitaci¨®n al papel de iniciativa y de direcci¨®n del empresario?.
Balance del acuerdo-marco
El primer balance del acuerdo-marco resulta satisfactorio en este sentido. Las estad¨ªsticas correspondientes a los a?os 1977, 1978 y 1979 denunciaban con rotundidad el deterioro de la productividad en funci¨®n de un incesante crecimiento de las horas perdidas por huelga, que en 1979 superaron los 170 millones.
Con la racionalizaci¨®n de la negociaci¨®n colectiva y su mayor homogeneidad en funci¨®n del acuerdo-marco, en el primer semestre de 1980 la disminuci¨®n de la conflictividad y, consiguientemente, de las horas perdidas por huelgas se cifra en un 60%.
De otra parte, se generalizan en los convenios colectivos suscritos dentro del acuerdo-marco las referencias a declaraciones y compromisos sobre productividad. Aunque en gran n¨²mero de convenios estas referencias se siguen limitando a formulaciones gen¨¦ricas y continuas citas del mismo acuerdo-marco, e incluso a las ordenanzas laborales y hasta al Estatuto de los Trabajadores, no obstante se aprecia una progresiva ampliaci¨®n en la aplicaci¨®n de sistemas de productividad internacionalmente reconocidos, as¨ª como de las tablas de rendimiento.
Otros mecanismos pactados consisten en complementos por d¨ªa trabajado o tarea realizada.
En cuanto al absentismo, si bien los resultados del acuerdo-marco distan mucho de ser espectaculares, s¨ª ha supuesto el inicio de su consideraci¨®n en gran parte de los convenios suscritos en 1980. En algunos casos se pactan detracciones salariales cuando se rebasa un determinado nivel de absentismo, pasando el importe de las cantidades detra¨ªdas a un fondo social.
En cualquier caso, el acuerdo-marco ha sentado un precedente importante y ha supuesto el inicio de una concienciaci¨®n por parte de los sindicatos de que se puede hablar de productividad, abandonando el car¨¢cter tab¨² que dicho t¨¦rmino ha tenido tradicionalmente en este pa¨ªs.
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