Un ni?o en el hospital
El pasado d¨ªa 14, al vemos obligados a ingresar a uno de mis hijos, de diez meses, en el servicio de urgencias del hospital infantil del Ni?o Jes¨²s, se nos hizo firmar un papel en el que autoriz¨¢bamos a la clase m¨¦dica que le iba a atender a que pudieran hacer aquello que ?considerasen oportuno? para las necesidades del enfermo. Parec¨ªa querer d¨¢rsenos a entender que era una especie de salvoconducto de responsabilidad. Al d¨ªa siguiente se nos hizo firmar otro igual en la oficina de admisi¨®n de enfermos. En otras ocasiones y en otros centros, jam¨¢s tuvimos que firmar papel semejante.Ingresado el ni?o, fue diagnosticada una gastroenteritis sin deshidrataci¨®n, pero con fiebre muy alta. Sometido a suero durante cuatro d¨ªas, persisti¨® la diarrea. El cuarto d¨ªa observamos con extra?eza y perplejidad que no le estaban tratando con nada para cortar el proceso diarreico que ten¨ªa. El quinto d¨ªa le quitaron el suero, y al preguntar qu¨¦ tratamiento segu¨ªan para cortar las diarreas, se nos dijo que no ten¨ªan costumbre en pediatr¨ªa de medicinarles en aquellas circunstancias. Ante nuestro asombro, y no viendo en la estancia del ni?o m¨¢s que una forma de prolongar su calvario ps¨ªquico y f¨ªsico, decidimos llev¨¢rnoslo.
Cuando lo llevamos a otros especialistas, tras sacarlo a la fuerza y bajo nuestra responsabilidad del hospital, comprobamos, sin darle cr¨¦dito, que el ni?o ten¨ªa, aparte de los razonables pinchazos en pies, manos y cabeza, tres pinchazos en ambos costados y uno en el estern¨®n. Ante todo esto, nos preguntamos con la impotencia del grito en el desierto: ?por qu¨¦ no se nos dijo nada de esto? ?Qu¨¦ explicaci¨®n tiene, en una diarrea, torturar a un ni?o con pinchazos como el del estern¨®n? Qu¨¦ se pretende, tener conejitos de Indias, que no pueden defenderse por su edad, o curar las enfermedades./
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