La pareja
Aqu¨ª lo que hay es un mogoll¨®n entre el matrimonio y la pareja La Iglesia quiere salvar el matrimonio y el personal quiere salvar la pareja. Nadie quiere incendiar las estructuras, montar la comuna ni vivir en un falansterio a calz¨®n ca¨ªdo. Hasta dentro de las tribus pasotas se reproducen las estructuras estructurales de la pareja, la familia y su proliferaci¨®n madrep¨®rica. Lo ¨²nico que le falta por inventar a la sociedad ?alternativa? (que dir¨ªa Su¨¢rez) y ¨¢crata es la figura de la cu?ada.Cu?adas se ven pocas en los para¨ªsos artificiales. En cuanto una pasotilla enrollada traiga a su hermana, ya estaremos todos y se habr¨¢ reconstituido por abajo lo que parece que la ola de ate¨ªsmo que nos invade quiere cargarse por arriba. Todo, hasta la teolog¨ªa, es una cosa subjetiva. La teolog¨ªa es el subjetivismo de Dios. Y nuestros santos obispos, los muy c¨¦libes, como han renunciado a la realidad gozosa y ruidosa de la pareja, defienden la instituci¨®n, el papel de barba, la mera acumulaci¨®n de derechos, deberes de unos para con otros, dentro de casa, la mera adunaci¨®n de ni?os, perros, conductas, criadas y cosas. Nuestros santos obispos patrocinan sin saberlo el consumo masivo y m¨²ltiple de Nesquik moral en familia. Francisco Fern¨¢ndez Ord¨®?ez, ministro de Justicia y Divorcio, me escribe ofreci¨¦ndoseme en el cargo (supongo que no ofreci¨¦ndome el cargo), me agradece la moral que te doy desde el grader¨ªo y termina que a mandar. Querido y admirado ministro, creo que toda la empanada mental est¨¢ ah¨ª: los obispos est¨¢n por el matrimonio y el personal est¨¢ por la pareja. El matrimonio es el container y la pareja es el contenido. A la gente, ahora, parece que le da igual el container o que no se paran mucho a elegir. En cambio, nadie renuncia, en el fondo de su coraz¨®n de tervilor, a formar una pareja, a encontrar su pareja, bien sea para molar una noche en Pach¨¢ o para amolarse toda la vida en la cocina de casa. Pero aqu¨ª se parte de que el matrimonio es todo lo contrario de la pareja.
Anal¨ªa Gad¨¦ me hizo una vez el m¨¢s sencillo y hermoso canto a la pareja. Cree tanto en la pareja que ha formado varias a lo largo de su vida. Firmo libros en la oto?al Feria del Libro de Oto?o (parece el Gulag espa?ol ideado por el INLE para nuestros escritores) y viene a verme a la caseta Felipe Mellizo, viejo tronco, gran escritor y periodista que presenta se?ora y toda una escalera de ni?os en una sillita muy ingeniosa. Felipe, si mi cr¨®nica interior de su vida no me falla, ha hecho y deshecho varias parejas a lo largo de una vida todav¨ªa joven. Los se?ores obispos quiz¨¢ dir¨ªan que es un relapso, pero, evidentemente, es un fan¨¢tico de la pareja, mucho m¨¢s que cualquier marido de quinquenio y nicotina emparejado durante cincuenta a?os a su pareja, hasta que el infarto los separe, y que no habla con su pareja desde el segundo quinquenio (va por el sexto). Lunes, mi¨¦rcoles y viernes me hacen entrevistas para publicaciones intelectuales o latinoch¨¦s. Martes, jueves y s¨¢bados, para la Prensa del coraz¨®n. El otro martes tocaba defender la familia en una revista de hipermercados, y me temo que yo me la cargu¨¦, pero defendiendo la pareja, que uno est¨¢ ya muy reinona para integrarse en esos mogollones multisex- que se montan a la salida de El Sol, y que puede llevarle a uno a amanecer en brazos de un argelino, apresado cual pescador de bajura.
Me llama Cristina Alberdi para contarme su batalla y verificar, en general. Aunque se me encampanen las feministas, dir¨¦ que no he conocido una sola mujer en el mundo (incluidas noruegas y meretrices, al parecer las especies m¨¢s ariscas) que no sue?e con emparejarse, desde la ni?a binguera de Silver Hand (carretera Coru?a) hasta la Filomena Maturano que hace genialmente Mar¨ªa Asquerino, quien me dice: ?Lo que yo hubiera querido, Paco, es tener siete ni?os?.
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