Alvaro de Laiglesia: "Una minor¨ªa es una mayor¨ªa fracasada"
Norma Duval presenta la nueva novela del humorista
La actriz Norma Duval ha presentado en la madrile?a discoteca Marquee una nueva novela del humorista Alvaro de Laiglesia, Morir con las medias puestas, destinada a un p¨²blico mayoritario, dado que el autor sigue pensando que una minor¨ªa no es m¨¢s que una mayor¨ªa fracasada.
La hero¨ªna de esta nueva obra narrativa de Alvaro de Laiglesia vuelve a ser Mapi -?una horterilla manchega que exagera mucho las cosas y que mueve su fantas¨ªa tanto como su cuerpo?-, la misma que cacareaba sus edificantes andanzas en Yo soy Fulana de Tal, Fulanita y sus menganos, Cuatro patas para un sue?o y R¨¦quiem por una furcia.La actriz Norma Duval, en plan Caperucita sin capucha, acude a presentar el libro. Sosegadamente sofocada, nos adelanta sus impresiones cr¨ªticas antes de dar el salto al escenario: ?Es una novela divina, divina. Tal como est¨¢ el pa¨ªs, la verdad, es la mejor medicina para olvidarse de todos los problemas. Adem¨¢s, se lee de un tir¨®n. Yo he tardado una hora en le¨¦rmela de cabo a rabo?.
Ya en escena, es presentada como la madrina del nuevo hijo literario de Alvaro de Laiglesia. Ella dice que es un honor, que est¨¢ ?como muy feliz y como muy nerviosa?, que no ha podido ?preparar nada con anterioridad?, que ?te lo lees y te olvidas de todo?, que muchos ¨¦xitos le desea a Alvaro, a quien compara con ?una escalera que no termina nunca?. Mapi, puesta en plan lisonjero, no hubiera utilizado la palabra escalera. Pero el aludido pasa por debajo como si tal cosa y habla de Norma y habla de Mapi con similar desenvoltura: ?En esta presentaci¨®n he cambiado la norma habitual por la Norma Duval?. Aclara luego Alvaro de Laiglesia que su hero¨ªna decidi¨® ser una furcia all¨¢ por los a?os cincuenta, ?cuando era dif¨ªcil serlo?. Y a?ade: ?Este personaje ha perdurado porque ha sabido ser fiel a su profesi¨®n. Yo creo que todo el mundo tiene que ser fiel a su profesi¨®n. Y la que naci¨® prostituta, como Mapi, tiene que serlo durante toda su pu?etera vida?. La propuesta de debate no prosper¨® entre los asistentes al acto. Angel Palomino, acaso en plan autocr¨ªtico, comentaba en una esquina: ? ?Qu¨¦ p¨²blico m¨¢s soso! ?.
El autor de Morir con las medias puestas derrocha, en cambio, simpat¨ªa. Y se defiende as¨ª en la conversaci¨®n privada: ?Las alusiones pol¨ªticas o sociales a que haces referencia no me representan a m¨ª en tanto que ciudadano. Todo lo que acontece en la novela est¨¢ narrado por Mapi, una putilla que exagera mucho cuanto le ocurre, que es bastante megal¨®mana, que contempla la nueva situaci¨®n espa?ola desde su mentalidad hortera de toda la vida. Ser¨ªa un error que el lector creyese que yo me identifico con sus puntos de vista. Yo, ante su desmesura narrativa, me limito a escuchar. Hay que dejarla que se largue por lo que ella llama los cerros de do?a Ubeda, no hay que prestarle mayor credibilidad que a las confesiones que puede hacer una chica de alterne junto a una barra americana o en la penumbra de un cabar¨¦?.
Un momento de "desmadre"
Al hablarle de cierto humor en auge y con tufillo fascista, Alvaro de Laiglesia subraya con rapidez su propio espacio: ?Yo soy un liberal y no un hombre de extremismos pol¨ªticos. Desde que publiqu¨¦ Un n¨¢ufrago en la sopa, all¨¢ por los a?os cuarenta, me he re¨ªdo de todo. Y estas son las horas en que no me arrepiento de nada de cuanto he escrito. Mientras existi¨® la dictadura franquista yo me las arregl¨¦ para crear literariamente la rep¨²blica de Burlonia, que era un calco de la Espa?a de entonces. Y Voraz se llamaba precisamente el militar que presid¨ªa ese pa¨ªs no tan imaginario?. El cambio democr¨¢tico le parece de perlas: ?S¨®lo un necio puede negar que el momento presente es mejor. Las cotas de libertad son mucho m¨¢s beneficiosas para todos los escritores?.Si Alvaro de Laiglesia enarbola reparos, ¨¦stos se ci?en al g¨¦nero que cultiva: ?Me siento muy solo en el campo del humor. Uno se cansa de avanzar en solitario, de ser eternamente un lobo solitario. Yo nunca he olvidado que soy un escritor f¨¢cil, superficial, directo. ?Dios me libre de caer en la tentaci¨®n de convertirme en un intelectual puro! No obstante, me entristece que la nueva libertad la emplee a veces el escritor para airear su mal gusto personal. Hay, esto es evidente, una galopada desenfrenada que tiende a lo grosero como fin, que es incapaz del matiz y de la limpieza. El fen¨®meno es comprensible, tras tantos a?os de prohibiciones, pero yo espero que esto amaine. Porque lo que hacen revistas como Sal y Pimienta no es humor: es groser¨ªa impura y simple. Mi manera de luchar contra el desmadre es seguir siendo fiel al estilo que siempre fue el m¨ªo?.
Babelia
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