Aurelio Men¨¦ndez: "Mi continuaci¨®n no ser¨ªa buena para m¨ª ni para el Tribunal"
Aurelio Men¨¦ndez ha presentado su dimisi¨®n irrevocable al cargo de magistrado del Tribunal Constitucional, para el que fue elegido por el Congreso de los Diputados en enero de 1980, y en el que cesar¨¢ a partir del pr¨®ximo d¨ªa 16 de octubre. Este gijon¨¦s, de 53 a?os, casado, siete hijos, catedr¨¢tico de Derecho Mercantil, que aterriz¨® en la pol¨ªtica el d¨ªa de san Ferm¨ªn de 1976 y la abandon¨® un a?o despu¨¦s (?fue un a?o dif¨ªcil, muy dif¨ªcil, el a?o de la reforma?), fue embarcado por Adolfo Su¨¢rez para la presidencia del alto tribunal. Hubo que convencerle con insistencia y consensuar su candidatura con los socialistas, en quienes pes¨® que durante su corta etapa como ministro de Educaci¨®n y Ciencia regresaran a la universidad los catedr¨¢ticos expulsados de ella: Aranguren, Tierno, Montero D¨ªaz, Garc¨ªa Calvo... Contra todas las previsiones pol¨ªticas, en julio ¨²ltimo, el presidente elegido por los diez primeros magistrados del Tribunal Constitucional fue Manuel Garc¨ªa Pelayo.
Aurelio Men¨¦ndez, a quien el Rey recibi¨® en aquellos d¨ªas, jur¨® su cargo y guard¨® silencio. Ahora, cuando ya ha pasado un tiempo prudencial, Aurelio Men¨¦ndez, un hombre sensible que ha sufrido durante estos meses, desea salir de puntillas de la situaci¨®n que le crearon y regresar a su c¨¢tedra. Es inevitable pedirle una explicaci¨®n.Pregunta. ?Es verdad que deja usted el Tribunal Constitucional por no haber alcanzado su presidencia?
Respuesta. Es verdad si se entiende bien, porque nada m¨¢s lejos de mi decisi¨®n que una motivaci¨®n de amargura o despecho por no haber accedido a la presidencia. Se me llam¨® para asumir esa alta responsabilidad p¨²blica, y despu¨¦s de no pocas resistencias por mi parte, termin¨¦ dando mi conformidad y aceptando la designaci¨®n como magistrado. Posteriormente, el colegio de magistrados estim¨® que el profesor Garc¨ªa Pelayo era persona m¨¢s indicada para asumir en este momento la presidencia. Apoy¨¦ sinceramente esa propuesta, y el profesor Garc¨ªa Pelayo sali¨® designado por unanimidad.
P. Pero, ?cu¨¢les fueron las razones para que su candidatura fuera descartada? R. A mi juicio, no tiene inter¨¦s entrar en el an¨¢lisis de las actitudes personales y las razones que se han invocado en este sentido. Son siempre temas extremadamente delicados. En estas cuestiones siempre he entendido que por encima de todo est¨¢ el buen funcionamiento del Estado y de sus instituciones, y ante ese inter¨¦s supremo debe ceder cualquier cuesti¨®n personal. La designaci¨®n del profesor Garc¨ªa Pelayo para la presidencia es, a mi juicio, acertada, y tengo una gran confianza en que, bajo su direcci¨®n, el Tribunal cumplir¨¢ adecuadamente la alta misi¨®n que la Constituci¨®n le ha confiado. Esto es lo que importa.
P. Entonces, ?por qu¨¦ no contin¨²a como magistrado?
R. Es una decisi¨®n que me ha preocupado mucho. El alcance del compromiso que asum¨ª me libera ciertamente de seguir en el Tribunal. Pero no se trata de eso. Lo que me ocurre es que, despu¨¦s de lo sucedido, he llegado a la convicci¨®n de que mi continuaci¨®n ni ser¨ªa oportuna ni me satisfar¨ªa interiormente; entiendo que, en definitiva, ni ser¨ªa bueno para m¨ª, ni para el Tribunal. Si al lado de ello se considera que no faltan personas m¨¢s cualificadas que yo para el ejercicio de la funci¨®n de magistrado, creo que no tendr¨ªa mucho sentido mi permanencia en el Tribunal.
P. Se ha publicado que el Rey te indic¨® que continuara usted como magistrado. ?Qu¨¦ hay de verdad en esto?
R. No, no es verdad. Su Majestad el Rey nunca me ha indicado eso. Siempre ha sido muy respetuoso con la libertad de decisi¨®n personal.
P. ?Por qu¨¦ ha elegido usted este momento para presentar su renuncia al cargo de magistrado?
R. Eleg¨ª este momento, y no otro anterior o posterior, porque me pareci¨® que, por muy diversas razones, era el que menos pod¨ªa afectar a la imagen y al buen funcionamiento del tribunal. En este momento la designaci¨®n de los dos magistrados que corresponde proponer al Consejo General del Poder Judicial es ya inmediata, y de otro lado, como era de esperar, el volumen de trabajo del tribunal en est¨¢ primera etapa de su puesta en marcha todav¨ªa no produce agobio. Adem¨¢s, siendo mi prop¨®sito incorporarme de nuevo al departamento de Derecho Mercantil de la Universidad Aut¨®noma de Madrid, parece oportuno hacerlo en el momento en que se inicia el curso acad¨¦mico.
P. Cuando se conoci¨® su candidatura a la presidencia del Tribunal Constitucional alg¨²n sector de la opini¨®n p¨²blica y de la Prensa dijo que su condici¨®n de ministro del primer Gobierno Su¨¢rez mostraba una relaci¨®n de dependencia con el jefe del Ejecutivo que hac¨ªa poco deseable su designaci¨®n, para el alto cargo constitucional. ?Qu¨¦ piensa usted de esto?
R. Pienso que quien ha hecho esta imputaci¨®n desconoce entera mente mi relaci¨®n con el presidente Su¨¢rez. Es verdad que no tengo hacia el presidente del Gobierno m¨¢s que motivos de afecto personal. Pero es verdad tambi¨¦n que tuve siempre un gran respeto hacia el compromiso pol¨ªtico que asum¨ª con ¨¦l al entrar a formar parte de su primer Gobierno, y que en su relaci¨®n conmigo siempre estuvo claro que el afecto personal no est¨¢ re?ido con el deber y la lealtad hacia las propias ideas y las propias responsabilidades. Que, en definitiva, la amistad no puede impedir ?ser m¨¢s amigo de la verdad?.
P. Pero ?no pertenece o ha pertenecido usted a Uni¨®n de Centro Democr¨¢tico?
R. No. Tanto en mi actividad profesional y universitaria como en mi ocasional actividad pol¨ªtica he sido siempre muy celoso de mi independencia. Tengo amigos ¨ªntimos en todos los partidos parlamentarios y admiro su trabajo. Pero tanto por las circunstancias en que se ha desarrollado mi vida como por mi propio talante personal siempre he estado m¨¢s inclinado a gozar de la mayor libertad posible para la libre reflexi¨®n cr¨ªtica ante la realidad pol¨ªtica.
P. Fruto de esa libre reflexi¨®n, ?cu¨¢l es su posici¨®n pol¨ªtica?
R. Creo que mi posici¨®n p¨²blica tiene sus principales vertientes en el campo universitario y profesional, no en el pol¨ªtico. He sido sustancialmente un profesor universitario y un estudioso interesado en la investigaci¨®n y aplicaci¨®n del Derecho. He estado, en efecto, durante m¨¢s de veinte a?os exclusivamente dedicado a la universidad. Desde los a?os despu¨¦s de mi incorporaci¨®n, en 1970, a la Aut¨®noma de Madrid he venido ejerciendo tambi¨¦n la libre profesi¨®n de abogado.
P. Pero su imagen p¨²blica conlleva tambi¨¦n una trayectoria como pol¨ªtico.
R. No creo que se pueda hablar de una trayectoria como pol¨ªtico, porque mi actuaci¨®n como pol¨ªtico ha sido corta y ocasional. Se reduce pr¨¢cticamente al a?o de ministro de Educaci¨®n y Ciencia. Quiero significarle con ello que, a pesar de mi constante inter¨¦s por la marcha pol¨ªtica de nuestro pa¨ªs, nunca me he sentido inclinado a ser un profesional de la pol¨ªtica. No me he sentido llamado por la noble ambici¨®n pol¨ªtica y menos a¨²n, claro est¨¢, por lo que pod¨ªamos denominar la codicia del cargo. Es cierto que, sin saber bien con qu¨¦ fundamento, me he encontrado a lo largo de los a?os con reiteradas proposiciones para asumir diversas responsabilidades p¨²blicas y es cierto tambi¨¦n que no he rehuido la aceptaci¨®n cuando he llegado a entender que ese era mi deber. Por la misma raz¨®n, tan pronto como he considerado cumplida la misi¨®n que se me hab¨ªa confiado, o que esa misi¨®n era o deb¨ªa ser confiada a otra persona, he vuelto a la vida universitaria y profesional.
P. En el momento de dejar el Tribunal Constitucional, ?qu¨¦ opina usted sobre el papel que corresponde a esta alta instituci¨®n en la vida espa?ola? R. Tengo una gran confianza en la labor que ha de realizar como ?int¨¦rprete supremo de la Constituci¨®n?. Como dec¨ªa el profesor Garc¨ªa Pelayo en el discurso pronunciado en el acto de constituci¨®n p¨²blica del tribunal, es fundamental que todos los actores de nuestra vida pol¨ªtica renuncien a la tentaci¨®n de hacer del tribunal un ¨®rgano pol¨ªtico. No parece dudoso que, una vez creada esta instituci¨®n fundamental de? Estado, si se produce su quiebra como ¨®rgano jurisdiccional quebrar¨¢ el Estado como Estado de derecho. Todos, pues, debemos estar especialmente interesados en que se le rodee del m¨¢ximo respeto.'
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