Veinte a?os despu¨¦s
A comienzos de los a?os sesenta, Jean Dausset, en Par¨ªs; Van Rood, en Leiden (Holanda), y Rosa Payne, en Los Angeles, sentaban las bases de lo que luego ser¨ªa el complejo sistema de losant¨ªgen s de trasplante (o BLA) en el hombre. Hoy, veinte a?os despu¨¦s, el primero de estos cient¨ªficos, junto con otros dos investigadores de ciudadan¨ªa norteamericana, van a recibir la m¨¢xima distinci¨®n a la investigaci¨®n m¨¦dica mundial.En realidad, los ant¨ªgenos de trasplante, cuyo verdadero nombre es el de HLA (Human Leukocyte Antigens, ant¨ªgenos leucocitarios humanos), son unas sustancias parecidas a los grupos sangu¨ªneos.
La identificaci¨®n de estas sustancias tiene mucho que ver con el secreto defensivo de cada entidad viviente. Ning¨²n ser humano tiene el mismo sistema de defensa que otro, lo que explica que, en una era como la actual, de enorme avance quir¨²rgico, las operaciones de trasplante de cualquier tipo de ¨®rgano se vean condenadas las m¨¢s de las veces al fracaso, por el rechazo de los injertos en las personas trasplantadas, salvo en el trasplante de ri?¨®n, donde, gracias a la investigaci¨®n de los cient¨ªficos premiados y otros, el ¨¦xito de los trasplantes alcanza el 80%.
Es tal la diferencia gen¨¦tica e inmunol¨®gica entre dos seres humanos que hay quien ha llegado a decir que esta diferencia en ocasiones supera la distancia entre un ser humano y otro ser vivo.
Numerosos cient¨ªficos se preguntan hoy por qu¨¦ unas c¨¦lulas rechazan a las c¨¦lulas cancerosas y otras no, dando origen a met¨¢stasis. Tambi¨¦n se interrogan sobre el hecho de que unos individuos sean sensibles a sus c¨¦lulas cancerosas, posiblemente presentes en todos los organismos humanos, mientras otras personas no resultan afectadas por esas c¨¦lulas. Todo ello tiene mucho que ver con el secreto de la defensa de cada c¨¦lula a ser viviente.
En t¨¦rminos del Instituto Karolinska, que concede los premios Nobel, ?los ladrillos de la construcci¨®n del cuerpo, las c¨¦lulas, tienen una superficie cuya caracteristica es ¨²nica para cada individuo?. Este car¨¢cter ¨²nico al que se refieren los cient¨ªficos suecos que conceden el Nobel es toda una barrera de prote¨ªnas, distinta para cada existencia viviente, barrera que impide la agresi¨®n o el injerto de productos ajenos, sean perjudiciales -causantes de enfermedades- o beneficiosos -inserci¨®n de ¨®rganos trasplantados.
El car¨¢cter de esta barrera, de ese muro de ant¨ªgenos, est¨¢ determinado por los genes -todo remite a la gen¨¦tica-, que activan la formaci¨®n de esos complejos prote¨ªnicos y de hidratos de carbono, que son los ant¨ªgenos histocompatibles, que, desde la membrana de la c¨¦lula, definen la facultad de coexistir de un tejido humano con otro ajeno o la impiden.
Ah¨ª est¨¢ la clave de por qu¨¦ unas veces se acepta el trasplante y otras no, por qu¨¦ unas veces el organismo enferma y otras no. El dominio en el conocimiento de los ant¨ªgenos que act¨²an en el trasplante de ri?¨®n ya ha permitido que esta modalidad de trasplante sea la ¨²nica en la que el ¨¦xito est¨¢ casi asegurado.
En cierta ocasi¨®n, Jean Dausset afirm¨® que, a pesar de todo, las diferencias entre los individuos de la especie no eran insalvables. ?En la pr¨¢ctica?, dijo, ?la unicidad de la especie est¨¢ preservada, porque la infinita variedad de los individuos no est¨¢ permitida m¨¢s que en torno a un tema dado, el de la especie. Es un poco como en un tema de Bach, en el que las variaciones est¨¢n sometidas a reglas estrictas y estrechas limitaciones. El polimorfismo no debe alterar la funci¨®n esencial de la mol¨¦cula ... ?. En ese caso, las fronteras de histocompatibilidad entre los seres humanos podr¨¢n ser vencidas en todas las ¨¢reas y cualquier trasplante de cualquier ¨®rgano ser¨ªa posible.
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