El enemigo son los jud¨ªos
Vuelvo a Par¨ªs, como cada a?o, a comienzos de octubre, en busca de los nuevos libros, de los viejos vinos, de una charla con Cioran, de los mejores h¨¦roes equinos enfrent¨¢ndose en Longchamp. Y ya en el Metro de Austerlitz, la antigua y obscena denuncia emborrona la pared: L?ennemi sont les juifs. Hoy, en Par¨ªs. Y luego los disparos contra guarder¨ªas, el inv¨¢lido jud¨ªo apaleado en el Marais y los cuatro muertos (pudieron ser cien o doscientos) en el atentado de la calle de Cop¨¦rnico. Que el fascismo resurge gradual, pero inexorablemente, en Europa, a partir del p¨¢nico producido por la sublevaci¨®n de mayo de 1968, por la creciente oposici¨®n obrera en los pa¨ªses del ¨¢rea estalinista, y por el final de las dictaduras en Portugal y Espa?a, es algo que puede ver cualquiera que se moleste en mirar en lugar de conformarse con recibir doctrina. Ahora bien, nos ¨ªbamos acostumbrando a un fascismo diferente, aggiornato: el fascismo de los Estados cada vez m¨¢s sofisticadamente policiales, m¨¢gicamente coordinados con los fantasmales grupos terroristas que justifican la represi¨®n y brindan motivo a la persecuci¨®n de izquierdistas, intelectuales y dem¨¢s ralea; el fascismo de los liberales que defienden cualquier medida contra los llamados desestabilizadores de esta democracia, como si luchar por otra no fuese la tarea ¨¦tica de cualquier verdadero dem¨®crata en la actualidad, o como si no hubiese m¨¢s remedio que elegir entre ser conejo en Occidente o asno bajo el estalinismo; el fascismo de los administradores, cultivadores y te¨®ricos de la crisis mundial, en nombre de la cual aumenta la sumisi¨®n laboral, la pauperizaci¨®n, el paro... y los beneficios multinacionales; el fascismo de los neoestalinismos de todo cu?o, de los biologismos sociales y sus prote¨ªnicos derivados antropol¨®gicos, del cientifismo expl¨ªcitamente derechista (impl¨ªcitamente siempre lo fue), etc¨¦tera, sin olvidar los fascismos teol¨®gicos, como el de cierta Iglesia que predica la natalidad sin control en Am¨¦rica Latina y tiene su ideal de padre de la patria en Franz Joseph Strauss. Pero, de pronto, adem¨¢s de todos estos fascismos del d¨ªa, rebrota con siniestra pujanza el viejo fascismo, el de toda la vida, el que en Espa?a nunca hemos dejado -et pour cause!- de padecer y en Francia, en Par¨ªs, hoy mismo, el enemigo vuelven a ser los jud¨ªos. Aunque este recrudecimiento de un antisemitismo nunca definitivamente muerto encarne en grup¨²sculos num¨¦ricamente irrelevantes (menos peligrosos y significativos, desde luego, que los fascismos a la p¨¢ge antes enumerados), la sombra que proyecta se agiganta por obra de la memoria y de un aciago simbolismo.Soy de los que sienten pudor en hablar del fascinante pueblo jud¨ªo. Toda vocaci¨®n de identidad cristaliza en destino; con el destino comienza la tragedia. A veces creo que mitologizar con demasiado ¨¦nfasis la inequ¨ªvoca peculiaridad jud¨ªa -tan electiva como impuesta- contribuye a alentar el rescoldo antisemita o a despertarlo all¨ª donde no lo hay: fijarse demasiado en los jud¨ªos, aunque sea con elogioso entusiasmo, ?no es como empezar a perseguirlos un poco? En todo caso, no tengo ninguna nueva aportaci¨®n que hacer a la teor¨ªa del antisemitismo ni tampoco ninguna revelaci¨®n sobre el enigma hebreo; incluso dir¨¦ que me agobia la bibliograf¨ªa existente sobre el tema. Todo son generalidades con pretensiones m¨¢s o menos objetivas y me parecen particularmente ineptas para dar cuenta de estos inventores del individuo y de la subjetividad. Por eso no es la comunidad jud¨ªa lo que en m¨ª evoc¨® la pintada de Austerlitz, ni tampoco los millones de v¨ªctimas del torpe fanatismo antijud¨ªo, sino el rostro y el nombre de un solo jud¨ªo, muerto hace 36 a?os, en otro 3 de octubre, tal como el que me ve¨ªa llegar ahora a Par¨ªs: Benjam¨ªn Fondane.
O¨ª hablar de Fondane por primera vez hace un par de a?os, durante una charla con Cioran sobre la misteriosa elecci¨®n que supone el fracaso literario. Me lo caracteriz¨® como una especie de ?Borges sin encanto?, un escritor de sutileza poco com¨²n, apasionado y exquisito a la vez, al que s¨®lo falt¨® cierto indefinible punto de gracia para convertirse en uno de los escritores esenciales de su ¨¦poca. Nacido en Ruman¨ªa, en 1898, Benjam¨ªn Fondane vivi¨® en Par¨ªs desde 1923, frecuentando los c¨ªrculos po¨¦ticos y filos¨®ficos de la capital: disc¨ªpulo sin ceguera de Le¨®n Chestov, fue amigo y contertulio de St¨¦phane Lupasco, de Cioran, de Jean Paulhan, de Brancusi, de Yves Bonnefoy, Claude Sernet, Adamov, etc¨¦tera. Victoria Ocampo le conoci¨® cierta tarde del a?o 1929 en casa de Chestov, a la que hab¨ªa ido acompa?ada de Ortega y Gasset; hicieron buena amistad y ella le invit¨® un par de veces a Argentina. En un vivo retrato que de ¨¦l traz¨® a?os m¨¢s tarde, Victoria Ocampo le recuerda sonriente y formidable conversador, con sus largas bufandas de colores chillones y sus guantes de lana verde. Las obras m¨¢s conocidas de Fondane en los a?os treinta fueron su ensayo literario Rimbaud le Voyou y un excelente trabajo filos¨®fico, La conciencia desdichada, en el que pasa revista a Nietzsche, Freud, Gide, Husserl, Heidegger, Chestov... Inician este libro dos citas; la primera, de Arist¨®teles, dice: ?El hombre no aspira a lo imposible; y si aspirase, todo el mundo le tendr¨ªa por loco?; la segunda es de Le¨®n Chestov: ?Que se cumpla, pues, la promesa: ?No habr¨¢ nada imposible para vosotros! ?. Entre estas dos voces -Atenas y Jerusal¨¦n- navega la metaf¨ªsica de este poeta seducido por las astucias de la raz¨®n y por el devastador llamear de lo absoluto. Una noche del a?o 1939, Victoria Ocampo le acompa?a en taxi hasta su casa, tras una velada literaria; all¨ª, antes de despedirse, Fondane insiste en entregarle un paquete con alguno de sus manuscritos ?por si no vuelven a verse?. Y, en efqcto, se despiden por ¨²ltima vez. Al a?o siguiente, Fondane, ya ciudadano franc¨¦s, es movilizado, hecho prisionero, logra huir y finalmente es licenciado por motivos de salud. Vive en Par¨ªs de nuevo, escribiendo su obra sobre Baudelaire -La experiencia del abismo-, en la que deposita su mayor entusiasmo como creador. Durante la ocupaci¨®n publica en algunas revistas clandestinas y colabora en la antolog¨ªa de poetas de la resistencia bajo el seud¨®nimo de Isaac Laquedem. All¨ª compone su propio epitafio, ir¨®nico y orgulloso: ?Aqu¨ª yace, cubierto de poemas, Isaac Laquedem,/ un poco demasiado extremista,/ hijo del viejo Sem que recorri¨® la tierra y recorri¨® a los vivos,/ todos le parecieron cautivantes y todos ef¨ªmeros,/ buen tipo pese a todo,/ pero inestable (el mal de sus mayores),/ escribiendo siempre en la arena,/ la lengua de los cielos?. Se niega a huir, a esconderse; sigue viviendo en su propia casa -el jud¨ªo del barrio-, paseando sus bufandas vistosas y sus guantes de lana verde por Par¨ªs invadido. Parece que fue su portera la que le denunci¨® a la Gestapo. Detenido en 1944, fue deportado a Auschwiz y de ah¨ª a Birkenau, donde fue gaseado el 3 de octubre. Ya detenido en la prefectura paris¨ªense, encomend¨® su Baudelaire a Cioran, encarg¨¢ndole que lo aligerase y puliese un poco, lo que ¨¦ste, naturalmente, no hizo; la obra fue editada tal cual por Seghers en 1947, con pr¨®logo de Jean Cassou.
Este a?o, por fin, he logrado hacerme con un ejemplar del Baudelairey la experiencia del abismo, de Fondane, y he tra¨ªdo alguno m¨¢s para los amigos madrile?os. En uno de los inevitables trayectos de Metro por Par¨ªs le¨ª la breve nota titulada En lugar de prefacio, que abre el libro. Fondane se excusa en primer lugar por no haber podido corregir las pruebas del libro, pues ?para poder corregir las pruebas hay que estar all¨ª donde el libro se imprime?, y tal caso no va a darse. Tambi¨¦n lamenta no poder escribir un prefacio, ¨¦l, que es hombre de prefacios, a quien le parece que un libro sin pr¨®logo ha de ser malentendido o queda forzosamente incompleto en lo m¨¢s importante. Pero esta vez no habr¨¢ prefacio. ?El tiempo apremia. Un barco me espera en alg¨²n sitio... Y un pa¨ªs en el que no podr¨¦ corregir pruebas, escribir prefacios, ver el libro editado, ni escuchar los gritos de espanto que lanzar¨¢n ante el cataclismo que habr¨¦ de producir, sea por mis ideas o por las faltas de ortograf¨ªa, o por las incorrecciones gramaticales y anfibolog¨ªas, o sea, por el hecho de haber nacido o yo qu¨¦ s¨¦?. El barco va a partir..., el mismo barco en el que naveg¨® Baudelaire: ?Es hora ya, ?oh muerte, capit¨¢n, zarpemos!?. Y Benjam¨ªn Fondane, este doble exiliado -por extranjero y por jud¨ªo-, dedica su ¨²ltima y sobria reverencia desgarrada a su patria adoptiva, no la del pasaporte, sino la de las conversaciones sobre poes¨ªa hasta altas horas de la madrugada, la de Rimbaud y Baudelaire, la que simboliza creaci¨®n y libertad, y concluye as¨ª su prefacio imposible: ?Adios, Francia?.
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