La huelga de los catedr¨¢ticos
La huelga con que amenazan, al iniciarse el curso 1980-1981, los catedr¨¢ticos y agregados de universidad no se limita, como podr¨ªa parecer, a la cl¨¢sica reivindicaci¨®n econ¨®mica de cualquier cuerpo de funcionarios. Su alcance, al menos para quienes quieran verlo, va mucho m¨¢s all¨¢.En definitiva, se trata de una se?al de alerta de lo que puede llegar a convertirse nuestra ya maltrecha y desprestigiada universidad. De ah¨ª que no baste con intentar resolver, mediante las t¨ªpicas migajas presupuestarias, el desfase entre el rid¨ªculo sueldo actual de los catedr¨¢ticos y agregados y el nivel de vida que erosiona continuamente la inflaci¨®n. No se trata tampoco de evitar los agravios comparativos de estos cuerpos con otros de la Administraci¨®n, ni de que la universidad pueda desempe?ar su importante misi¨®n con la falta total de medios que es caracter¨ªstica de hoy. Con ser verdad todo esto, el problema es m¨¢s profundo. Consiste, simplemente, en saber qu¨¦ tipo de universidad desea y necesita la sociedad espa?ola de nuestros d¨ªas.
Si ¨²nicamente se piensa en una universidad que d¨¦ t¨ªtulos -y cuantos m¨¢s, mejor-, es suficiente con tener un profesorado mal pagado, mediocre y pluriempleado.
Las consecuencias ser¨¢n el grave descenso -a¨²n m¨¢s- de la ciencia y la investigaci¨®n en Espa?a, y nuestra definitiva adscripci¨®n al mundo del subdesarrollo y de la mediocridad generalizada. Me temo, de no remediarse r¨¢pidamente las cosas, que acabaremos yendo por ah¨ª.
Si, por el contrario, este pa¨ªs cae de una vez en la cuenta de que debemos y queremos estar en la vanguardia de las naciones occidentales, de que no se resolver¨¢n gran parte de los problemas existentes hoy, sin contar con una universidad s¨®lida en donde se preparen buenos profesionales y en donde se investigue y se haga ciencia en todos los campos del saber, entonces el requisito sine qua non para conseguirlo ser¨¢ el de tener un plantel de buenos y preparados profesores.
?C¨®mo conseguirlo? Simplemente atrayendo a las aulas universitarias a las mejores cabezas del pa¨ªs. Pero, claro est¨¢, las mejores cabezas ¨²nicamente acudir¨¢n a la llamada cuando se les compense, econ¨®micamente, de forma suficiente. Y digo de forma suficiente porque la dedicaci¨®n a la universidad lleva aparejados otros goces espirituales que no tienen precio, y que pueden compensar en cierta medida de la renuncia a la abundancia econ¨®mica. Pero, en todo caso, de no existir ese sueldo suficiente y digno -y hoy, honestamente, creo que no existe- esas cabezas no se dedicar¨¢n a la universidad, sino que se dirigir¨¢n al sector privado y a los cuerpos privilegiados de la Administraci¨®n.
Por eso resulta parad¨®jico y repleto de fina iron¨ªa que si, por una parte, se est¨¢n poniendo los medios para que nadie de val¨ªa intelectual se dedique en un principio a la universidad, por otra se haya creado la figura del catedr¨¢tico extraordinario, destinada a recuperar a los cerebros que se encuentran fuera de la universidad. Cerebros que, en muchos casos, no habr¨¢n accedido a la carrera universitaria en este pa¨ªs, y¨¦ndose a la universidad extranjera o al sector privado, a causa de la penuria de medios que es propia de la actual universidad espa?ola. No es este el momento para pronunciarse sobre la oportunidad o no de los catedr¨¢ticos extraordinarios, pero s¨ª conviene decir que el ideal ser¨ªa que no hubiese necesidad de recurrir a ellos. Y no por razones de malthusianismo corporativo, sino por la elemental raz¨®n de que en un pa¨ªs civilizado las personas m¨¢s competentes deber¨ªan dedicarse desde j¨®venes a la universidad, y no tener que reincorporarlas cuando est¨¢n al borde de la jubilaci¨®n.
Por supuesto, desde la perspectiva de lograr la universidad que necesita hoy Espa?a, habr¨ªa tambi¨¦n que cuestionarse otros temas importantes, como el de la selectividad necesaria de los alumnos, el del reclutamiento racional del profesorado o el de la supresi¨®n de categor¨ªas inoperantes, como las de catedr¨¢tico y agregado.
Todo esto, y algunas cosas m¨¢s, forma parte del contenido del proyecto de ley-marco de autonom¨ªa universitaria, que desde hace un a?o duerme el sue?o de los justos en el Congreso de los Diputados. ?Conocen ¨¦stos la grave responsabilidad a que deber¨¢n responder con su desidia?
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