Por un Premio Cajal
Dentro de pocas semanas se habr¨¢ concedido el Premio Cervantes, y con ¨¦l ser¨¢n entregados diez millones de pesetas a un ilustre cultivador de nuestras letras. Hace pocos d¨ªas, Editorial Planeta reparti¨® once millones de pesetas entre los literatos que triunfaron en su concurso anual. Y sin llegar a esas cifras, no dejan de ser estimables, y hasta suculentas, las que con fines semejantes peri¨®dicamente distribuyen a lo largo y a lo ancho de nuestra geograf¨ªa, como ense?a a decir la ret¨®rica televisiva, docenas de entidades e instituciones p¨²blicas o privadas.Todo esto me parece muy bien, y ojal¨¢ quede ampliamente cumplido el prop¨®sito com¨²n de esos numerosos o innumerables premios, el florecimiento de nuestra producci¨®n literaria. Pero me pregunto por qu¨¦ nuestra sociedad y nuestro Estado no hacen algo equivalente para estimular y reconocer la obra de los espa?oles que han dedicado o est¨¢n dedicando su vida al cultivo de la ciencia, desde la matem¨¢tica y la bioqu¨ªmica hastala sociolog¨ªa y la ling¨¹¨ªstica. M¨¢s concretamente: por qu¨¦ el Ministerio de Cultura y el Ministerio de Universidades e Investigaci¨®n, juntos o por separado, no crean un Premio Cajal, con el que en cierta medida se recompense la labor cient¨ªfica de los espa?oles que lo merezcan. Aunque s¨®lo sea uno el premio; aunque, en consecuencia, ¨¦ste haya de ser concedido a uno solo entre los que trabajan en toda esa extensa gama de disciplinas. Que yo sepa, ¨²nicamente la Fundaci¨®n Rodr¨ªguez Pascual hace algo en tal sentido, con su premio bienal de dos millones de pesetas a un hispanohablante que se haya distinguido de manera especial en el cultivo de alguna de las ciencias m¨¦dicas a que solemos dar el nombre de ?b¨¢sicas?.
Cuidado: en modo alguno pienso que con la creaci¨®n de ese premio vaya a ser resuelta o paliada la grav¨ªsima situaci¨®n por que hoy atraviesan los cient¨ªficos espa?oles y las instituciones espa?olas consagradas a la ciencia. Sin la menor reserva, estoy, y ellos lo saben, con sus tan justificadas quejas y reivindicaciones. S¨®lo pretendo que nuestro Estado, en espera de m¨¢s eficaces medidas, muestre simb¨®licamente que, adem¨¢s de la calidad y el prestigio de nuestras letras, tambi¨¦n le importan un poco, siquiera un poco, el prestigio y la calidad de nuestra ciencia./
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