Carmen Llorca present¨® su "LIamadme Evita"
Jos¨¦ Mar¨ªa de Areilza present¨® ayer en una comida-charla el libro de Carmen Llorca Llamadme Evita. Manuel Fraga Iribarne, en cuyo partido milit¨® la autora, apareci¨® a los postres silencioso y discreto, el ¨²nico quiz¨¢ en aquel hervidero de derechas, encendido en fervor populista, por una vez, en torno a la santaperonista.
El fen¨®meno Evita es seguramente uno de los m¨¢s complicados de analizar y seguramente uno de los m¨¢s apasionantes de cuantos han ocurrido en este siglo. Eva Per¨®n, que ya es un mito, fue una l¨ªder, la m¨¢s convincente de cuantas han aparecido en la escena de Occidente, la m¨¢s masivamente amada, la m¨¢s minuciosa y extra?amente odiada, la m¨¢s manipulada. Ahora, al margen de consideraciones pol¨ªticas, el mito de Evita sigue vivo. La opera rock de Tim Rice y Andrew Lloyd Webber, lleva dos a?os en los carteles de Gran Breta?a y Norteam¨¦rica, y el disco prohibido en Argentina, es un aut¨¦ntico ¨¦xito comercial. Se est¨¢ acabando de rodar la primera parte de Evita, la primera dama, dirigida por Mervin Chomsky y protagonizada por Faye Dunaway, y ayer mismo aparec¨ªa en los escaparates Damadme Evita, la primera contribuci¨®n espa?ola al mito, publicada por Planeta.Jos¨¦ Mar¨ªa de Areilza fue el encargado de introducir el debate, que era m¨¢s en torno al peronismo y a Evita que al libro, que los asistentes a la fulgurante comida de Lhardy de ayer no conoc¨ªan hasta los mismos postres. El ex embajador, que comenz¨® haciendo una encendida defensa de Eva Duarte de Per¨®n, que luego se ir¨ªa convirtiendo en la del dictador argentino, trat¨® de dibujar el encendido perfil de la madre de los descamisados, con toda la ret¨®rica que la figura contiene. Pasi¨®n, temprana muerte belleza, cierta debilidad nerviosa y la obstinaci¨®n de car¨¢cter, que ¨¦l atribuy¨® a sus ra¨ªces vascas.
Si Areilza consideraba a Eva Duarte ?una mujer fascinante?, ?uno de los personajes m¨¢s especiales y atractivos que he conocido?, Carmen Llorca, la autora del libro, no ahorr¨® tampoco su admiraci¨®n. A la altura del consom¨¦, la que fuera candidata al Congreso por Alianza Popular en las primeras elecciones democr¨¢ticas espa?olas, hablaba del amor al pueblo, del esp¨ªritu de reforma social y de ayuda a los desamparados, que caracteriz¨® a Eva Per¨®n, de su car¨¢cter de jefa espiritual de la naci¨®n argentina, de su capacidad de actividad contagiosa y de c¨®mo el personaje se hab¨ªa manifestado, se hab¨ªa apoderado de su pluma y hablaba por s¨ª solo en el libro. Manuel Fraga Iribarne, esperado en la comida, pero llegado al caf¨¦, se mantuvo en discreto silencio los diez minutos que permaneci¨® en el lugar.
No as¨ª Emilio Romero, que conoci¨® a Juan Domingo Per¨®n y a Evita -su editorial public¨® en Espa?a La fuerza es el derecho de las bestias, la autobiograf¨ªa del general- y quit¨® importancia al personaje. De ser el alma del carisma peronista, pasaba a ser simple creaci¨®n del tirano, que al intentar repetir su figura en Isabel o Estela, como se quiera, aparec¨ªa -son sus palabras- como ?un gran chulo?. Una jugada inteligente inventarse un personaje mujer ?menos cauto, m¨¢s disculpable, m¨¢s inocente y pasional?. El otro le sali¨® peor.
Y entonces, tal vez poco despu¨¦s, intervino quien fuera secretario general del sindicato ¨²nico peronista, Raymundo Ongaro, para que la pasi¨®n llegara al cl¨ªmax cuando se hab¨ªa hablado ya del c¨¦lebre trigo argentino de la posguerra espa?ola -pero no de su destino final en la Alemania nazi-, de la capacidad de Evita para el trato directo con el pueblo, de la Fundaci¨®n Eva Per¨®n, de... Raimundo Ongaro lo contest¨® todo: que ella no era creaci¨®n de Per¨®n, Per¨®n lo era de Evita; que mientras ella vivi¨® no fue posible en Argentina un golpe militar triunfante; que el peronismo fue herido gravemente -y Eva lo supo- cuando Per¨®n se sinti¨® m¨¢s militar que descamisado. ?Per¨®n era su mujer?, resum¨ªa apasionadamente. ?Era como Cristo, capaz de multiplicar los panes y los peces del pueblo. Lo que pasa?, dir¨ªa despu¨¦s a sus vecinos de mesa, ?es que hay un machismo hediondo?.
Y as¨ª la lubina, la ternera, el souffl¨¦. Con el caf¨¦ se pod¨ªa empezar a pensar qu¨¦ tiene este personaje que la derecha espa?ola se enciende de justicia social, de populismo, de necesidades revolucionarias. De antiburocratismo. Porque los que all¨ª hab¨ªa, aparte de Fernando Lara, el benjam¨ªn de la casa, que aparec¨ªa por primera vez en p¨²blico, no eran precisamente de izquierda.
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