Craxi denuncia en el Parlamento injerencias del Papa en la pol¨ªtica italiana
La C¨¢mara de Diputados otorg¨® ayer un voto ampliamente favorable al nuevo Gobierno de Arnaldo Forlani (democristiano, DC), formado por democristianos, socialistas, republicanos y socialdem¨®cratas. Ahora el debate pasa al Senado, y probablemente el mi¨¦rcoles el nuevo Gobierno tendr¨¢ luz verde de todo el Parlamento para ponerse a trabajar. Pero mientras tanto, ha surgido un inesperado y grave conflicto entre la Democracia Cristiana y el Partido Socialista (PSI) por la intervenci¨®n explosiva del secretario general socialista, Bettino Craxi, contra las injerencias del Vaticano, de la Iglesia italiana y del mismo papa Wojtyla en las cuestiones de Estado.
El informe del l¨ªder socialista fue tan inesperado que no lo conoc¨ªan ni los secretarios de los partidos que, con el PSI, forman parte del Gobierno, hasta el punto de que el secretario democristiano, Flaminio Piccoli, tuvo que levantarse e improvisar una defensa de la Iglesia.La intervenci¨®n de Craxi constituye un hecho in¨¦dito en la historia del Parlamento italiano: el que un secretario de partido y de la mayor¨ªa gubernamental ataque abiertamente al Vaticano y a la Iglesia italiana.
?Qu¨¦ dijo Craxi para levantar tanta polvareda, dejando descompuestos hasta a los mismos comunistas, ?que nunca se atrevieron a tanto?, como dijo en el Parlamento un democristiano asustad¨ªsimo?
Todos esperaban de Craxi un duro ataque al secretario general del Partido Comunista (PCI), Enrico Berlinguer, cuya intervenci¨®n hab¨ªa sido dirigida m¨¢s contra los socialistas que contra los democristianos, llegando a acusar a Craxi de haber traicionado al socialismo, haciendo un partido que ?ya no es de la clase obrera?. El l¨ªder socialista se limit¨® s¨®lo a decir: ?Es verdad, Berlinguer, algo ha cambiado en el PSI. Para simbolizarlo hemos puesto en nuestro s¨ªmbolo el clavel rojo, pero s¨®lo para expresar nuestra voluntad de volver a nuestros or¨ªgenes y no para alejarnos de ellos?, y en seguida arremeti¨® contra lo que ha llamado ?el peligro de un enfrentamiento en el pa¨ªs sobre el tema del aborto y, m¨¢s en general, al peligro de nuevos contrastes entre sociedad civil y sociedad religiosa?.
Seg¨²n Craxi, ?una renovaci¨®n del esp¨ªritu religioso de la comunidad cat¨®lica puede ser acogida s¨®lo con esperanza por creyentes, y con respeto e inter¨¦s, por nosotros, los no creyentes?. Pero a?adi¨® en seguida: ?Un resurgimiento de la intolerancia, de intromisiones y hasta de arcaicos fanatismos puede provocar las reacciones que siempre ha temido quien desea la paz de las religiones, la libertad de la conciencia, la existencia de esferas distintas de acci¨®n para las dos sociedades, la independencia y soberan¨ªa respectivas de la Iglesia y del Estado, cada una en su esfera propia?.
Ya este punto entr¨® en su ataque directo con estas palabras: ?No pueden dejar de crear preocupaciones algunas recientes tomas de posici¨®n del episcopado italiano, algunas intervenciones del mismo Pont¨ªfice hasta la recuperaci¨®n del pre conciiar patr¨®n de N¨¢poles en funci¨®n antiaborto por parte del cardenal de aquella ciudad, que incit¨® a los presentes al milagro, a firmar la petici¨®n del ref¨¦r¨¦ndum contra la ley del Aborto?.
Craxi, despu¨¦s de haber declarado que la Iglesia tiene todo el derecho de afirmar y defender los principios del catolicismo, a?adi¨® que ?el favor e incluso la directa organizaci¨®n de plebiscitos pro y contra el Parlamento, ayer contra el divorcio, hoy contra el aborto y ma?ana de cualquier otra ley que la Iglesia considere incluida en su vast¨ªsima potestad indirecta, corren el riesgo de abrir la puerta a contraposiciones y a enfrentamientos que parec¨ªan definitivamente olvidados?.
Craxi culp¨® de esto, tanto a los obispos italianos como ?a la dificultad, quiz¨¢ para un Papa extranjero, aunque de grand¨ªsima personalidad y prestigio, de comprender la complejidad de la situaci¨®n italiana?. A?adi¨®: ?Cuando Wojtyla fue elegido Papa, un comentarista muy autoritario escribi¨® que Italia corr¨ªa el peligro de ser mirada con gafas polacas?, y termin¨® diciendo: ?Esperemos que no sea as¨ª?.
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