Las potencias occidentales siguen con gran cautela el proceso polaco
Cara a la crisis polaca, Occidente se caracteriza por la extrema prudencia de sus reacciones desde el comienzo de la fiebre obrera. en ese pa¨ªs. Parece como si Washington, Londres y Par¨ªs se esforzasen en ?conjurar la mala suerte? no evocando en absoluto la eventualidad que inquieta al mundo: una intervenci¨®n sovi¨¦tica similar a las de Budapest, en 1956, y Praga, en 1968.Occidente se plantea la cuesti¨®n como si esperase que proclamando alto e insistentemente que la crisis polaca es un asunto interno pudiera convencer al Kremlin de que es as¨ª.
El ministro franc¨¦s de Asuntos Exteriores, Jean-Frangois Poncet, se?al¨® recientemente en una entrevista para la televisi¨®n que al hablar de una eventual intervenci¨®n sovi¨¦tica ?se contribuye a acreditar tal posibilidad?, y evocar tal eventualidad ?no sirve a la causa del pueblo polaco?.
Estados Unidos, en plena campa?a electoral, y a pesar de su importante minor¨ªa polaca, insiste desde el principio de la crisis que desea verla resuelta por el pueblo y Gobierno polacos, sin injerencia exterior.
El presidente Carter, que llev¨® consigo durante su campa?a entre los medios polacos al padre del sindicalista Lech Walesa, emigrado a EE UU, asegur¨® su ?admiraci¨®n? por el pueblo polaco y la lucha que desarrolla a favor de los derechos humanos.
Incluso en Varsovia, lord Carrington, secretario del Foreign Office brit¨¢nico, conjur¨® tambi¨¦n ?la mala suerte? se?alando que ?lo que sucede en Polonia es un asunto entre polacos y de nadie m¨¢s?, afirmando, sin dudarlo, que ?los otros Gobiernos opinan lo mismo?.
Esta prudencia y atenci¨®n no impiden que los occidentales se inquieten con el sonido de las botas que a veces se oye junto a las fronteras polacas, y que los norteamericanos escuchan con atenci¨®n. La OTAN comunic¨® a trav¨¦s de su secretario general, Joseph Luns, que su vocaci¨®n no era la de ocuparse de Polonia en caso de que las fuerzas del Pacto de Varsovia intervinieran para restablecer el orden socialista.
Es una forma como otra cualquiera de manifestar que el reparto de Europa decidido en Yalta sigue siendo v¨¢lido, y que nadie en Occidente est¨¢ dispuesto a ?morir por Gdansk?, incluso, como dijo Poncet, sabiendo que una intervenci¨®n en Polonia ser¨ªa tan ?inaceptable? como la de Afganist¨¢n.
Hay, sin embargo, un terreno en el que Occidente se declar¨® dispuesto a ayudar activamente a Polonia: el econ¨®mico. La Rep¨²blica Federal de Alemania (RFA) anunci¨® hace unas semanas el env¨ªo de cr¨¦ditos a Varsovia, y el presidente Carter acept¨® la solicitud polaca de ampliar los cr¨¦ditos norteamericanos.
El peso de la crisis polaca en las relaciones Este-Oeste y el peligro que pudiera acarrear a la distensi¨®n son evidentes. Y pesar¨¢ m¨¢s, sin duda, cuando el 11 de noviembre se inaugure la Conferencia de Madrid.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.