El Circo Mundial o Tarz¨¢n entre los leones
Para alegr¨ªa de peque?os y mayorcitos, el Circo Mundial presenta un atractivo espect¨¢culo en las inmediaciones de la madrile?a plaza de Castilla. Saltadores del desierto, el hombre del a?o 2000, ciclistas excitados, payasos optimistas, la mujer de los cabellos de acero, Tarz¨¢n, Superman y Torrebruno son algunos de los personajes que conviven bajo una misma lona donde ondean banderas de todas las naciones.
Ya el circo no es la gran venganza de la imaginaci¨®n contra la realidad. Los peque?uelos lo contemplan como la prueba irrefutable de que hay televisores que permiten, gracias al arrogante realismo capitalista, que los indios y las princesas atraviesen la peque?a pantalla y cabrioleen a sus anchas por la salita familiar. La gozada no pierde intensidad, aunque ese m¨¦todo de penetraci¨®n sea avieso y llueva sobre cholas ya mojadas.El aperitivo, no obstante, es seco. Los saltadores del desierto, ¨¢rabes sonrisue?os y de cabellos ensortijados, repiten en el p¨¢ramo castellano las piruetas aprendidas bajo el sol de Marraquech. El hombre fuerte del conjunto sostiene sobre su firme cuerpo el peso de otros seis que en n¨²meros cristianos nos traducen por cerca de quinientos kilos.
De La Meca, a La Ceca: de rojo, azul y blanco llega Comando G, que puede transmitir energ¨ªa a trav¨¦s de su cuerpo venidero. Superhombre triunfante a bordo de una m¨¢quina futurista, desencadena gorgoritos, silbidos y centellas, funde una hoja de acero con la boca y logra que un robot haga ardiente pip¨ª.
Tras barrer el reguero espacial, un matrimonio italiano y sus tres hijos muestran un ejemplar equilibrio encima de bicicletas y monociclos. Familia que pedalea unida, permanece unida. Un taxi rojigualdo rompe el idilio rodante a base de explosiones, chorros y pitidos. Era una r¨¢faga de castizo humor. De Madrid, al Jap¨®n: una linda japonesa, la mujer de los cabellos de acero, es colgada por los pelos. Y de esa guisa se abanica, toma el t¨¦ y hace girar dos platos plateados.
Batm¨¢n, Superm¨¢n y Spiderm¨¢n, al son de una musiquilla arcaica y retozona, se arrean entre s¨ª muy limpias y sonoras bofetadas. Los payasos bailan al son de Cerezo rosa, cuentan chistes y, sobre todo, practican el sondeo preelectoral: ??C¨®mo va la cosa??. Los chiquillos, previamente aleccionados, contestan con aut¨¦ntico ardor: ?Bien, bien, bien ... ? Vizca¨ªno Casas, con perd¨®n, no lo soportar¨ªa.
Un beso a plena luz
Africa en tierras castellanas. Guerreros africanos danzan con frenes¨ª. (Alguno de ellos vender¨¢ luego coca-cola, durante el entreacto). Y Tarz¨¢n aparece, con taparrabos de pantera, encima de un elefante bailar¨ªn; los negros le regalan dos gimnastas blancas, que trepan al instante por la cuerda. Finalmente, Tarz¨¢n es arrojado a las fieras: ?diez bonitos y feroces leones del Congo?, que obedecen al chasquido del l¨¢tigo, bailan el vals, corren los cien metros vallas, a ratos se sublevan y, en fin, forjan la gloria del ?joven y valiente domador?.Despu¨¦s del descanso, animado por el ritual sorteo, tres equilibristas sobre bolas rosadas escalan por la rampa, un paso adelante y dos hacia atr¨¢s, hijas acaso de Lenin o militantes de la yenka. Dos payasos mexicanos (salto cualitativo en direcci¨®n de Trotsky), Chicharr¨ªn y Peluqu¨ªn, se zumban bofetadas, enarbolan gigantescas navajas barberas y exhiben su afici¨®n inconsolable por los mordiscos en el trasero del vecino.
Tres funambulistas, los hermanos Quir¨®s, ?honra y orgullo del circo espa?ol?, se la juegan sobre el alambre, sobre la bicicleta y sobre la bandera. Experiencia del v¨¦rtigo desde abajo, y desde la barrera, para delicia de la nueva izquierda. Y, a continuaci¨®n, se?oras y se?ores, se?oritas y se?oritos, el superagente secreto, en vivo y en directo, con su trajecito color teja, con su chaleco-faja aterciopelado, el Tarz¨¢n de los enanos, el que naci¨® en Italia y no creci¨® en ning¨²n lado... ?Ya lo han adivinado? ?Torrebruno!: ?M¨¢s guapo que ninguno?.
Pide que se haga la luz y que los chicos besen a las chicas. Y encadena, como s¨ª tal cosa: ?Yo quiero hacer pip¨ª,/yo quiero hacer pip¨ª, pap¨¢...?. Toda la chiquiller¨ªa corea lo que aprendi¨® frente a la tele.
El momento m¨¢s feliz del espect¨¢culo es obra de los propios chavales. Cinco ni?os y cinco ni?as son engatusados para que formen parejas. Concurso de baile. Los diminutos participantes son geniales. Y el p¨²blico elige a la pareja ganadora. Ella quiere ser enfermera cuando sea mayor, le gustan las lentejas y se limpia la boca cuando Torrebruno le da un beso. A ¨¦l le gusta la carne, quiere ser cantante y no sabe de d¨®nde es. Donde el circo termina, el verdadero circo empieza.
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